La gestión de las industriascreativas en la internet social ha sido todo un reto. La web2, una red que prometía la democratización de la información, la multiplicidad de puntos de vista y el acceso equitativo a todo tipo de productos y experienciasculturales ha acabado ofreciendo una cara muy similar al sector anterior a su advenimiento; con grandes majors que centralizan toda la actividad y con dificultades extremas para los creadores y creadoras de monetitación y sostenibilidad de su actividad. La red de los millones de usuarios ha acabado para pasar por la propiedad de las mismas empresas; y la cultura digital a internet se ha canalizado a través de solo un puñado de plataformas. La era de Spotify, Youtube y Amazon Music ha sido también la de la precariedad de unas tareas creativas que se han alejado cada vez más de las necesidades de los trabajadores de la cultura; y de su propiedad sobre las obras que producen. "Es una evidencia que la web2 ha empobrecido más que nunca a la comunidad de creadores", critica ArnauSabaté, cofundador de la startup Guzzu.
Sabaté, junto con su socio Frankie Pizá, se coloca en el centro de una clara apuesta por la gobernanza abierta y descentralizada de las experiencias culturales y el entretenimiento. Guzzu pretende ser una contribución, de hecho, a esta nueva economía del ocio, en que la palanca del beneficio sea la construcción de comunidades de fans. La actividad del emergente funciona alrededor de la tokenización; la capacidad que ofrecen las tecnologías de la web3 para registrar la propiedad de los activos digitales y dotarlos de utilidad mediante su vinculación con smartcontracts ligados a productos y servicios tanto virtuales cómo IRL. Mediante un sistema de timeline –una colección de "momentos", NFTs de hitos pasados y futuras de la carrera de un artista o la historia de una discográfica o festival– Guzzu ofrecerá a los usuarios tokens que funcionen como "merchandaising digital en formato NFT". La gran evolución está en la utilidad: si bien los tokens son coleccionables, también dan acceso a productos, servicios o espacios tanto digitales como físicos; desde conciertos a contenidos exclusivos, merchandaising o acceso prioritario a nuevos temas y álbumes.
Sabaté: "La web 3 ofrece una facilidad de acceso a herramientas que contribuyen a generar comunidades, que es lo que nosotros creemos que es más útil"
El cofundador considera su proyecto una "nueva vía de capitalización para los artistas, con una utilidad que complemente otras campañas de su día a día". Una forma de acercar el trabajo creativo a los fans mediante una suerte de relaciones de exclusividad mediante activos digitales que conviertan en diferencial la relación entre fan y artista. La clave, para Sabaté, está en la creación de comunidades, un aspecto en que la web3 como en torno a negocio es mucho más proficient que sus antecesoras. La aportación de la tecnología blockchain al ecosistema musical no se limita a la propiedad, con unos artistas más "empoderados" respecto de las plataformas; también facilita la ordenación de la comunidad y de los derechos que adquieren los fans que compran los tokens.
La propiedad descentralizada permite, incluso, la recapitalització de las obras presentadas por los creadores. Por ejemplo, si un creador decide vender como NFT la portada de un single diseñada por él mismo; los fans que compren este token podrían fabricar merchandaising físico con él y generar beneficios. O, incluso, convertirse en una suerte de accionistas del artista, de tal forma que una inversión en la NFT de un futuro trabajo pueda comportar el recibimiento de un porcentaje de los royalties que genere la obra. La vinculación que se crea, así, entre el músico y el consumidor final no está mediada necesariamente por majors y plataformas, y la interacción se vuelve mucho más significativa. "La web 3 ofrece una facilidad de acceso a herramientas que contribuyen a generar comunidades, que es lo que nosotros creemos que es más útil", ratifica Sabaté.
Una nueva propiedad
Desde el punto de vista de Sabaté, así, las posibilidades de los NFTs abren para los artistas un nuevo camino de monetización de sus obras y el que las rodea. Cómo constata el mismo cofundador, la forma de relacionarse en términos comerciales con el público ha estado en constante evolución desde el advenimiento de internet, y no siempre ha sido a favor de los creadores. "En la web 1 los artistas vendían discos y conciertos; en la 2, streaming, y en la web3 tendrán una nueva forma de revenue, los NFTs, que será útil para adscribir utilidad", explica. La transición hacia la reproducción bajo demanda en plataformas ha alejado la propiedad y el beneficio de unos creadores que han pasado a vivir de merchandaising y de festivales –"los músicos han tenido que hacer más conciertos porque vendiendo su obra no veían ni un duro", critica Sabaté–. La blockchain consigue, por el contrario, devolver la propiedad de la obra al artista, y a aquellos que quiera que sean titulares.
"Lo más importante es la descentralización"
"La mayoría de contenidos que se publicaban en el web2 no eran propiedad de los creadores, sino de las corporaciones", critica el cofundador, que considera "paupérrimos" los mecanismos de monetización que las grandes estructuras del internet social ofrecen a los artistas. Propuestas cómo la de Guzzu ayudan a cambiar esta situación, con capitalizaciones y vías de financiación alternativas que no pasan por las excesivas concesiones a las mayores y las plataformas. Los mecanismos de la industria actual limitan mucho la facturación que un creador puede obtener directamente de las reproducciones de su obra, cosa que ha obligado a multiplicar la presencia en acontecimientos físicos, como conciertos o festivales; así como la relevancia de la venta de merchandaising como modelo de negocio. La propuesta del emergente combina ambas modalidades y las traslada al mundo digital: los NFTs mismos sirven como merch virtual, a pesar de que también pueden comportar el acceso a acontecimientos, ítems especiales, meet greets y otros servicios; todo ello con una capitalización directa del hacen al artista.
Esta utilidad es el que Sabaté y Pizá reivindican cómo el core de una web3 que progresivamente se hace más y más popular. "Cómo todo a la vida, los cambios tecnológicos empiezan cómo una moda alternativa que va permeabilitzant los entornos más generales", razona el cofundador. En aquellas utilidades con potencial especulativo, cómo es el caso de la blockchain, esta primera entrada a menudo viene acompañada de una "pequeña fiebre del oro inversora" –un diagnóstico que desde Guzzu comparten con las principales DAOs del país, que consideran que una vez los especuladores salgan de los mercados del web3, este se estabilizarán con negocios que aporten valor y utilidad al consumidor–. En este sentido, Sabaté se desmarca de cualquier tendencia especulativa, y reivindica un modelo de negocio "más sostenible, que pose las herramientas de la blockchain al servicio de los creadores". "El más importante es la descentralización", subraya.
Hoja de ruta
Los dos fundadores, de acuerdo con su dilatada experiencia en las industrias creativas, han hecho una apuesta sin reservas por este nuevo modelo de negocio. Solo unos meses después de comenzar el proyecto, Sabaté y Pizá cerraron, a mediados de mayo, una ronda pre-seed de 450.000 euros abajo firmante por un importante media grupo alemán y varios Business Angels del en torno a las industrias creativas. Esta financiación, según explica el cofundador, ha permitido establecer un equipo con los perfiles más esenciales para el desarrollo de la plataforma, así como la construcción de la experiencia de usuario y las primeras utilidades de Guzzu. El emergente está preparada para un lanzamiento oficial a finales del mes de junio.
El ecosistema de Guzzu ya cuenta con perfiles colaboradores cómo Àlex Monte, fundador de Caelum Labs y experto en blockchain que hace de Tech Advisor; o Gigi Higham, a la vertiente más próxima a la indústia musical. El próximo paso, una vez lanzado el producto, será "salir al mercado, intentar traccionar, llegar a acuerdos con artistas y entidades musicales". El roadmap de Guzzu ya cuenta, según afirman los cofundadores, con algunos nombres relevantes de varias escenas artísticas, y la ambición es acabar haciéndose un nombre entre las grandes plataformas de distribución, las mayores y todo el mundo dentro de la industria del entretenimiento que quiera acercarse al web3. La ambición, de hecho, es ampliar el modelo hacia otras ramas del entretenimiento –audiovisual, interactivo– que puedan beneficiarse de un modelo cómo el de la startup. "Empezamos con la música, pero queremos escalar a cualquier parte de esta industria", proyecta Sabaté.