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El helicóptero, la banca y otros confinados

Los expertos se preguntan: Cómo se puede distribuir el dinero y donde tienen que ir a parar?

Carreteras vacías durante el confinamiento total. | EP
Carreteras vacías durante el confinamiento total. | EP
Barcelona
03 de Abril de 2020

Todavía no hemos salido del problema sanitario del coronavirus y ya nos damos cuenta de que tendremos, el día que salgamos, un problema económico grueso. De hecho, ya lo tenemos ahora. Muchas empresas (tanto buenas como malas) no tienen ingresos; lo que quiere decir que no tienen (o no tendrán) en un plazo más bien corto, sus trabajadores. Los diferentes gobiernos están tratando de poner soluciones improvisadas a esta situación, con cifras que hacen un poco de miedo. 

 

"Todavía no hemos salido del problema sanitario del coronavirus y ya nos damos cuenta que tendremos, el día que salgamos, un problema económico grueso"

Cómo se puede distribuir este dinero y dónde tienen que ir a parar? Técnicamente, es difícil. Una propuesta recomienda hacerlo empleando el "sistema helicóptero", es decir, que se dé a los ciudadanos para poder sobrevivir, y que ellos, cada cual bajo su responsabilidad, hagan lo que quieran. Puede ser un buen sistema, en ausencia de mejores propuestas. Tratar a los ciudadanos como adultos nos parece una buena idea, y en caso de necesidad, garantizar que todo el mundo tendrá acceso a un consumo mínimo es básico. Pero en este artículo queremos decir lo que creemos que no se tiene que hacer de ninguna de las maneras.

 

En una mesa redonda de economistas, López Casasnovas, Castells, Etxezarreta y Costas decían que posiblemente no se tiene que ayudar a la banca, que ya fue socorrida en la crisis del 2008. Hasta un cierto punto estamos de acuerdo, a pesar de que queremos hacer constar que el 2008 lo que fue socorrido esencialmente fueron los depósitos de los clientes; y que algo se tendrá que hacer esta vez para protegerlos de nuevo, desgraciadamente. O cuando menos, avisarlos de alternativas para que no pierdan sus ahorros.

Por lo tanto, queremos poner de manifiesto que hay dos cuestiones importantes que se tienen que tener en cuenta. Primero, que las dimensiones no tienen que ser un criterio a favor de las empresas grandes, sino más bien al contrario. El país se sostiene gracias a muchas empresas pequeñas y medianas, que son competitivas, que hacen las cosas bien, y que son necesarias para la vida diaria de nuestra economía productiva.

Lo que nos lleva a un segundo punto. Lo que hagan los Estados no tendría que ser neutral. Detrás de cada empresa hay una cierta visión de la sociedad, y habría que hacer un juicio de valores sobre lo que están dando a la sociedad estas empresas. Dicho de otro modo, hay productos y servicios que valen la pena, y otros que no. Cómo los hay que sería mucho mejor que no existieran.

"López Casasnovas, Castells, Etxezarreta y Costas decían que posiblemente no se tiene que ayudar a la banca, que ya fue socorrida en la crisis del 2008"

La lógica del mercado pura nos ha conducido a la existencia de empresas que hacen cosas que sólo las benefician a ellas. Ponemos ejemplos cotidianos, las empresas de golosinas básicamente destinadas al público infantil, se ha demostrado que no aportan ningún beneficio desde el punto de vista alimentario, más bien al contrario. Pueden consumirse de manera puntual, pero en ningún caso será lo mismo que una tienda de fruta. Por lo tanto, no es neutro escoger qué tipo de producto es más necesario promover de manera general, como sociedad, y el consumidor ya tiende.

Seguimos con otro mercado bastante jugoso y popular, el mundo del deporte de élite. Los deportes han llegado a manejar una cantidad de dinero realmente espectacular. Es el mercado quién lo pide, se dice. Y hasta un cierto punto es cierto. Pero sólo hace falta ver como hay muchos clubes de fútbol que pasan dificultades económicas pagando cantidades astronómicas a sus estrellas para acabarse dando cuenta que todos juntos, también los clubes, estamos metidos en una espiral absurda. En este momento, los clubes están tratando de rebajar los sueldos a los jugadores, y algunos han comprendido que no les queda más remedio que acceder. Pero sospechamos que esta rebaja no podrá ser sólo temporal, porque a pesar de que sobre el final sanitario de la crisis sólo se puede especular, se hará difícil que se pueda "normalizar" todo, incluidos acontecimientos con miles de personas antes de un tiempo relativamente largo. Preferiríamos más equivocarnos, pero otras personas expertas han dicho cosas parecidas. Entonces, creemos que no tiene demasiado sentido dar ayudas a clubes deportivo de los grandes. Quizás a los más pequeños sí, porque tienen otra función. Pero no así a los más grandes, que podrían no haber gastado inútilmente centenares de millones.

Otra pasión que la lógica del mercado se ha encargado de magnificar es el turismo. No tenemos ninguna duda de qué es bueno que la gente conozca otros países. Pero se puede considerar que los llegan a conocer cuando van en vuelos de 25 euros para pasar cuatro días en un "agujero" (más que en un hotel) y sólo visitan aquello que les dicen las guías turísticas, sin ni enterarse antes de qué es aquello que van a ver, quién lo hizo, de qué manera y cuándo? De hecho, no hace mucho que Eduardo Mendoza decía que él sólo viajaba por razones de trabajo, porque era la única manera de hacerse cargo de cómo es el lugar donde vas a parar, teniendo contacto con la gente del país y que sean ellos quien te hagan ver qué hacen, qué los gusta, que valoran y como lo tienen montado. Es entonces cuando empezamos a conocer aquel país. La tendencia al turismo responsable también va hacia aquí.

"Si desarrolláramos nuestra industria y la innovación seríamos capaces de seleccionar mejor las pruebas la próxima vez o ya directamente las podríamos hacer nosotros"

Por lo tanto, el confinamiento actual nos da algunas lecciones. Una primera lección que sacamos es que la alimentación y la salud son muy importantes. Una segunda lección es que las empresas son básicas y se tienen que orientar a dar servicios y productos que realmente satisfagan las necesidades reales de la gente. Y una tercera lección fruto de las dos anteriores es que el conocimiento es imprescindible, porque nos ayuda a innovar, tener criterio y por lo tanto escoger mejor aquello que nos puede ayudar a todos en el futuro.

Y para acabar, a pesar de ser partidarios del comercio internacional (que lo somos), nos cuesta de entender que no tengamos una industria propia y que, a veces, nos dejemos enredar por unos chinos con centenares de miles de pruebas que no funcionan. Si desarrolláramos nuestra industria y la innovación seríamos capaces de seleccionar mejor las pruebas la próxima vez o ya directamente las podríamos hacer nosotros.