Como buena empresa familiar, el grupo Indukern tiene claro que la suya es una cursa de fondo. "Somos corredores de maratones", repite con insistencia su fundador y presidente, José Luis Díaz-Varela Somoza. Una cursa que ya dura 55 años y que actualmente representa 725 millones de euros de facturación (el 53% proveniente del exterior) con 1.700 trabajadores y 18 empresas repartidas por el mundo. El grupo es una auténtica multinacional forjada desde la constancia y la discreción que hoy tiene tres grandes divisiones: Indukern, dedicada a la fabricación y distribución de químicos para la industria; Laboratorios Calier, especializados en medicamentos para animales; y Kern Pharma en el sector farmacéutico. En una de las contadas apariciones públicas de Díaz-Varela, el fundador y su hijo grande, Raúl, comparten la historia y la evolución de la empresa en el ciclo Capitanes de Industria celebrado al Círculo de Economía.
De Galicia en Venezuela
Indukern es una multinacional catalana, pero sus orígenes hay que buscarlos en Galicia y Venezuela. Naturales de Monforte de Lemos, la familia Díaz-Varela vivía en La Coruña cuando al padre de José Luis le ofrecen ser director de una empresa de cerámicas cerca de Caracas. Él tan sólo tenía 18 años, pero al poco de llegar empezó a trabajar de visitador médico. "No había vendido nunca", recuerda con nostalgia. Enseguida, pero, demostró aptitudes como comercial. "En 20 días cubría todas las visitas del mes y me aburría, así que pedí un cambio", rememora.
Así llegó a Industrial Kern, representando de grandes compañías del sector químico y farmacéutico. "Me ganaba tanto bien la vida que hacia la cabeza de un año iba con un Mercedes", recuerda. La buena tarea como comercial permitió que a los 22 años ya fuera gerente, pero "la perspectiva de estar siempre cerrado en una oficina no me gustaba". Así pues, decidió proponerle al señor Kern hacer un estudio de mercado en España. "Visité toda la industria española del sector y propuse montar una empresa en España". Kern contaba ubicarla en Madrid, pero Díaz-Varela lo convenció sobre la idoneidad de hacerlo en Barcelona. "Cataluña era una zona mucho más industrial...y tenía el mar que me recordaba Galicia", explica tantos años después. Era el 1962 y con 24 años acababa de fundar Industrial Kern Española.
Especialistas a vender
A pesar de empezar con "media secretaria" para poder ahorrar recursos, Díaz-Varela destaca que el inicio fue muy bueno y al año siguiente la empresa ya ganaba dinero. Y esto que "no teníamos nada para vender", ironiza su responsable. "Buscaba proveedores de varias cosas y, por ejemplo, iba a Igualada a vender pieles, pero noveía futuro", reconoce. El filón principal lo encontró en los piensos donde "empezamos a vender vitaminas y minerales". Todavía hoy esta es la industria más importante de la empresa en un negocio eminentemente comercial.
"Cataluña era una zona mucho más industrial que Madrid...y tenía el mar que me recordaba Galicia"
Al 1968 el señor Kern vende su participación de la empresa a los que eran unos proveedores norteamericanos. Una convivencia que dura hasta el 1976, cuando Indukern pasa completamente a manso de Díaz-Varela. También en aquella época, recuerda el fundador, "vimos que nuestros competidores compraban medicinas para animales y decidimos hacer una pequeña fábrica en la Hospitalet para crear productos para veterinaria".
La expansión internacional
Este es el inicio de una época de expansión que se alargaría toda la década de los 80 y hasta los inicios de los 90. Indukern abre oficinas en Portugal, Noruega, Suiza u Hong Kong; poniendo las bases del carácter internacional del grupo. A pesar de todo, José Luis Díaz-Varela reconoce que "empezamos a crear empresas que no estaban dentro de nuestro ramo, imitando las multinacionales japonesas que tocaban todos los palos".
Una ambición que los permitió llegar a facturar 3.000 millones de pesetas mientras se alejaban de su actividad tradicional vendiendo muebles de oficina o electrónica. Hasta que llegó la crisis del 1992. "Nadie compraba nada y vamos reinvertir todos los ahorros personales en la empresa para pagar todas las cuentas que tenían problemas", recuerda el empresario sobre el que ha sido una lección muy aprendida dentro de la compañía.
Llega la segunda generación
Actualmente los tres hijos del fundador forman parte del grupo, repartidos en las tres divisiones principales de Indukern. Esta segunda generación se incorpora a la empresa a lo largo de los años 90. Primero en Raúl, al 1993, y después Tamara y en Daniel al 1997 y 1998 respectivamente. "Desde que tenían unos 15 años los hablaba del trabajo, de los problemas que tenía. Los iba involucrando de forma natural a escuchar el que pasaba en el negocio y los hacía trabajar a los veranos reparto documentos por las diversas divisiones de la oficina", explica su padre.
La visión de su hijo grandeaporta otra perspectiva. "A los 16 años le dije que no quería entrar a la empresa. Creía que nunca podría ni siquiera igualar el que había hecho". A pesar de que su padre asegura que su tarea de convencimiento era sutil, Raúl Díaz-Varela explica como le traía artículos americanos sobre segundas y terceras generaciones que habían mejorado la tarea de los fundadores.
"A los 16 años le dije a mi padre que no quería entrar a la empresa. Creía que nunca podría ni siquiera igualar el que había hecho"
De hecho, sus primeros proyectos después de trabajar seis meses en los Estados Unidos un golpe acabados los estudios, consistieron a intentar crear un campo de golf en Viladecans. Grandes forofos a este deporte, Raúl reconoce que "como todo el mundo sabe, hoy no hay ningún campo de golf en Viladecans. Tampoco a Cerdanyola, donde lo intentamos después". Una experiencia sin éxito que lo va acaba de empujar para entrar a Indukern y, a la cabeza de poco, desplazarse a liderar la oficina de Hong Kong.
Desde el 1999, pero, el hijo grande es el responsable de la división Kern Pharma. Una área surgida de la compra de la planta que Boehringer Ingelheim tenía en Terrassa junto con algunos de sus productos. "Ha sido una de las tres decisiones más importantes del grupo. Buscábamos un lugar para establecer una fábrica y tenerlo todo junto", recuerda el fundador. Saliendo de la última reunión que cerraba el acuerdo, en Raúl le dijo a su padre: "Papa, esto lo traeré yo".
El valor de la experiencia
El grande de la segunda generación asegura que "nosotros casi vivimos mejor en épocas de crisis que de bonanza". Las tres líneas básicas de productos de Indukern son de primera necesidad: complementos para alimentación, veterinaria y farmacéutica. "Estas actividades nos han permitido aguantar bien y seguir construyendo el que ahora es el grupo", asegura.
Además, la experiencia internacional de más de 40 años tambiénjuega a favor. "La empresa ya tenía unas características que algunas compañías han tenido que buscar a partir de la crisis", celebra Raúl Díaz-Varela.
Los últimos años, además, el grupo Indukern ha hecho algunos cambios. "El crecimiento orgánico ya era complicado porque somos en mercados maduros con márgenes cada vez más estrechados. Añadiendo nuevas divisiones cercanas hemos empezado nuevas actividades como soluciones para compañías de alimentación, con más valor añadido que la pura distribución", indica.
De este modo han entrado en una fuerte dinámica de adquisiciones, de entre "dos o tres compras al año". Eso sí, como siempre sin levantar mucho la voz. "No hemos entregado dividendos en 40 años, nos hemos centrado en la cultura del esfuerzo y la reinversión", recuerdan sus dirigentes. Así han construido la multinacional discreta.