29
de Octubre
de
2013
Act.
29
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2013
Ser el mejorrestaurante del mundo tiene algunas consecuencias cuantificables. La Bodega de Can Roca tiene una lista de espera de once meses, reciben una media de cuatro mil correos al día y después de la gala de entrega de premios anuales de la RestauranteMagazine, celebrado el pasado más de abril en Londres, la página web del restaurante recibió dos millones de visitas con 24 horas. Aún así, los hermanos Roca tienen muy claro que "las estrellas son efímeras".
Siempre que hablamos de La Bodega de Can Roca hablamos de los orígenes. En este caso del año 1967, cuando sus padres abrieron el restaurante. "Para nosotros, el comedor de casa nuestra era el bar de los padres", recuerda JoanRoca sobre el escenario del teatro Barts de Barcelona, donde bajo el título Roca & Roll, los hermanos Joan y Josep Roca han repasado su trayectoria.
Crecimiento progresivo
El Financial Times, los definía como Three gentlemen of Girona, y es que los tres hermanos destacan precisamente por haber creado un restaurante único en el mundo, en un barrio emigrando de la periferia de Girona. "Al principio la localización era un handicap, pero ahora forma parte de la autenticidad del proyecto", aseguran.
Cuando abrieron el restaurante, junto a los suyo padres, en Joan y en Josep tenían 22 y 20 años respectivamente. "Éramos unos idealistas inconscientes; empezamos siendo tres a la cocina y ahora ya somos un equipo de 40 personas", explica el chef de La Bodega, Joan Roca.
Aseguran que parte del éxito ha sido ser pacientes: "Tuvimos mucha paciencia, dejamos venir las estrellas cuando tocaba; la primera la recibimos nuevo años después de haber abierto, la segunda a la cabeza de siete años y, finalmente, la tercera a la cabeza de siete años más; ha sido un crecimiento progresivo". Y todo esto, sin haber trucado nunca a ningún periodista gastronómico, ni siquiera el día de la inauguración.
Un juego a tres bandas
Según en Joan, "la creatividad se mide por la libertad" y en este sentido, los tres hermanos juegan "un juego a tres bandas" donde cada cual ocupa un espacio. Los tres estudiaron en la escuela de hosteleria. El grande tenía muy claro que quería ser: "A los nuevo años ya tenía el vestido de cocinero", recuerda. "Yo sólo sabía que me gustaba mucho el vino", explica el sommelier entre risas. Los dos hermanos coinciden a decir que en Jordi, el pequeño, "es el transgresor, un complemento ideal a la cocina".
Tradición e innovación
Utilizan la memoria como recurso. "La memoria muchas veces acaba generando nuevas ideas, de hecho, hay muchos platos que preservan la esencia del sabor de las comidas que hacía la avia", comenta en Josep.
La cultura culinaria de Cataluña también ha sido uno de los factores del éxito del restaurante. Según en Joan, "no es casualidad que dos de los mejores restaurantes del mundo estén a la misma zona, aquí hay productos de calidad y mucha sensibilidad gastronómica entre los clientes".
El éxito es el que más los ahoga, concretamente no poder atender todas las peticiones que tienen. "Esperamos que la gente de casa comprenda la situación, es gracias a ellos que somos cómo somos". No piensan abrir otros restaurantes, de hecho, ya han rechazado más de una oferta "por sentido común". Son plenamente conscientes que "el éxito tiene fecha de caducidad " y que "el camino hacia la excelencia lo puedes hacer con la gente de casa".
Siempre que hablamos de La Bodega de Can Roca hablamos de los orígenes. En este caso del año 1967, cuando sus padres abrieron el restaurante. "Para nosotros, el comedor de casa nuestra era el bar de los padres", recuerda JoanRoca sobre el escenario del teatro Barts de Barcelona, donde bajo el título Roca & Roll, los hermanos Joan y Josep Roca han repasado su trayectoria.
Crecimiento progresivo
El Financial Times, los definía como Three gentlemen of Girona, y es que los tres hermanos destacan precisamente por haber creado un restaurante único en el mundo, en un barrio emigrando de la periferia de Girona. "Al principio la localización era un handicap, pero ahora forma parte de la autenticidad del proyecto", aseguran.
Cuando abrieron el restaurante, junto a los suyo padres, en Joan y en Josep tenían 22 y 20 años respectivamente. "Éramos unos idealistas inconscientes; empezamos siendo tres a la cocina y ahora ya somos un equipo de 40 personas", explica el chef de La Bodega, Joan Roca.
Aseguran que parte del éxito ha sido ser pacientes: "Tuvimos mucha paciencia, dejamos venir las estrellas cuando tocaba; la primera la recibimos nuevo años después de haber abierto, la segunda a la cabeza de siete años y, finalmente, la tercera a la cabeza de siete años más; ha sido un crecimiento progresivo". Y todo esto, sin haber trucado nunca a ningún periodista gastronómico, ni siquiera el día de la inauguración.
Un juego a tres bandas
Según en Joan, "la creatividad se mide por la libertad" y en este sentido, los tres hermanos juegan "un juego a tres bandas" donde cada cual ocupa un espacio. Los tres estudiaron en la escuela de hosteleria. El grande tenía muy claro que quería ser: "A los nuevo años ya tenía el vestido de cocinero", recuerda. "Yo sólo sabía que me gustaba mucho el vino", explica el sommelier entre risas. Los dos hermanos coinciden a decir que en Jordi, el pequeño, "es el transgresor, un complemento ideal a la cocina".
Tradición e innovación
Utilizan la memoria como recurso. "La memoria muchas veces acaba generando nuevas ideas, de hecho, hay muchos platos que preservan la esencia del sabor de las comidas que hacía la avia", comenta en Josep.
La cultura culinaria de Cataluña también ha sido uno de los factores del éxito del restaurante. Según en Joan, "no es casualidad que dos de los mejores restaurantes del mundo estén a la misma zona, aquí hay productos de calidad y mucha sensibilidad gastronómica entre los clientes".
El éxito es el que más los ahoga, concretamente no poder atender todas las peticiones que tienen. "Esperamos que la gente de casa comprenda la situación, es gracias a ellos que somos cómo somos". No piensan abrir otros restaurantes, de hecho, ya han rechazado más de una oferta "por sentido común". Son plenamente conscientes que "el éxito tiene fecha de caducidad " y que "el camino hacia la excelencia lo puedes hacer con la gente de casa".