Cuando los Kleenex llegaron al mercado, los pañuelos de tela empezaron a desaparecer. El porque era muy obvio y lo dejaba muy claro el eslogan de la compañía creadora Kimberly-Clark: "No traigas un resfriado a tu bolsillo".
Pero Kleenex es la marca concreta de la multinacional norteamericana, del producto que creó durante la Primera Guerra Mundial para sustituir el algodón de las máscaras antigàs que se utilizaban en la industria textil. Una marca registrada que, gracias a su éxito, se ha convertido en el nombre que utiliza el consumidor de pie para designar cualquier tipo de pañuelo desechable.
De la industria al uso cotidiano
Su primera incursión en el mundo privado se hizo el 1924 cuando se presentaron estos pañuelos como un producto de limpieza facial, ya fuera para sacar maquillaje, cremas o simplemente para mantener limpia la piel.
Pero la clientela vio en los Kleenex otra función: luchar contra los resfriados y la rinitis alérgica. Así es como partir del 1930 se extendió su imagen como pañuelo desechable, el que motivó el mencionado eslogan de los resfriados.
Desde entonces, Kimberly-Clark ha conseguido traer el producto a casi todo el mundo y a tener plantas de producción en 30 países diferentes. Ahora bien, no en todas partes se designa con el mismo nombre. Mientras que la compañía estatunidenca vende en España y Francia los pañuelos bajo la marca Kleenex, en Alemania, por ejemplo, se distribuyen con la marca Tempo.
Justo es decir que, en este último país, el 1992 Kimberly-Clark y VP Schickendanz –que ya fabricaba unos pañuelos llamados Tempo- crearon una joint ventur al 50% para comercializar el producto en Europa.
Mejor un 'clínex'
Podemos encontrar escrito Kleenex, klínex y, en España, clínex. Varía su transcripción, pero no la pronunciación, uno salvo que facilita enormemente la identificación de los pañuelos al mercado, independientemente de qué sea la empresa comercialitzadora.