Todos tenemos una turmix en casa, si bien seguramente es de cualquier otra marca japonesa, alemana, coreana o ve a saber. Una minipimer de toda la vida, vaya. Y este es uno de los casos en que usamos el nombre de la marca para denominar un producto. Entendemos que "bateadora de brazo" es un nombre largo y complicado si el que quieres es que te atansin el robot de cocina para hacer allioli.
Una primera aproximación al invento la hizo el inventor de la bateadora de vaso, el norteamericano de origen polaco Stephen J. Poplawsky en 50. En un principio en los Estados Unidos se usaba por triturar y mezclar medicamentos y alimentos. Posteriormente, con la masiva difusión de pastillas concentradas, el uso se difundió a los hogares.
La invención de la bateadora de brazo se atribuye al suizo Roger Perrinjaquet, que llevó un "appareil ménager portatif" a patentar.
El producto entró al Estado español hacia los años 70. El diseñador industrial catalán Gabriel Lluelles Rabadà es reconocido como el inventor de la Minipimer, el bateador con las hojas a la punta de un brazo que conecta con el motor. Él trabajaba a la empresa Pimer (Pequeñas Industrias Mecánico Eléctricas Reunidas) que más tarde se fusionó con la alemana Braun.
El producto actualmente cuenta con un gran reconocimiento y es expuesto en museos de diseño industrial.
El producto proliferó también de la ma de Turmix, haciendo más fácil tareas costosas y cansadas de las amas de casa de la época franquista en España. Con los años, aparecieron otros productos que acabaron de popularizar el invento, pero todo el mundo se refería a la bateadora de mano como túrmix, hasta el punto que en 80 la Real Academia de la Lengua introdujo el término en su diccionario con la siguiente definición: "Túrmix: bateadora eléctrica".
Actualmente este enser es un básico a todas las cocinas y se encuentra en todos los colores, medidas, potencias y precios. Dile cómo quieras, quizás minipimer o turmix es más fácil que Pürierstab o immersion blender.