LC Paper, la papelera catalana con 140 años de historia

De una molino de agua para fabricar papel a una industria que exporta a Australia y Emiratos Árabes: 140 años de papel fabricado en Catalunya

Parte del equipo de LC Paper | Cedida Parte del equipo de LC Paper | Cedida

1881, Besalú. Un francés llamado Jean Grelon y el comerciante Sebastian Rosal construyen una fábrica de papel al lado del río Fluvià y que usaba trapos reciclados como materia primera. Este fue el origen de LC Paper, que a mediados de siglo XX pasó a manos de la familia Vila y que 140 años después continúa fabricando papel para países de todo el mundo.

Es una de las supervivientes de la gran industria papelera que se desarrolló en Catalunya durante el siglo XIX a través de molinos de agua en todo el país. La apuesta por la sostenibilidad y la calidad es uno de los secretos que ha permitido a LC Paper mantener una actividad que les reporta unos 60 millones de euros de facturación, da trabajo a 140 personas y produce 45.000 toneladas de papel.

Més info: Torras, la moda catalana de piel y punto que ha cautivado medio mundo

Nisaga de papel

La familia Vila hace cinco generaciones que se dedica a la fabricación del papel y en sus inicios tenía una fábrica en Sarrià de Ter, dedicada especialmente a la elaboración de bolsas de papel. La historia de la empresa familiar de los Vila es paralela a LC Paper, que nació en un tiempo similar en Besalú. "Había muchas fábricas de papel junto a los ríos, eran pequeños molinos que usaban la fuerza del agua. Había muchas fábricas, pero muy pequeñas, era un negocio local", explica Pau Vila, actual director general de LC Paper.

La fábrica de los Vila en Sarrià de Ter tenía algunas carencias y a mediados de siglo XX surgió la oportunidad de quedarse con la planta de LC Paper en Besalú: "La familia la conocía bien y decidieron apostar". Así, los Vila trasladaron parte del negocio a la fábrica de Besalú (donde hasta el 2017 estuvieron de alquiler, ahora ya en propiedad); a la vez que mantuvieron el espacio de Sarrià de Ter y otra fábrica en Fornells de la Selva.

La supervivencia

LC Papel era conocida entonces cómo Papelera La Confianza y permitió a los Vila hacer un salto adelante muy importante, puesto que hasta entonces estaban en el nicho de las bolsas de papel. Durante buena parte del siglo XX se dedicaron sobre todo al papel de embalaje. Hasta que en el 1973, LC Paper inaugura una planta de tratamiento de papel recuperado por dispersión: fue la segunda de estas características en el mundo.

La apuesta por la innovación y mejora constante permitió a la empresa salir adelante en momentos complicados para la industria: "Cuando se empieza a desarrollar la electrificación, algunos molinos se reconvierten para ser más competitivos y crecer. Pero la mayoría acaban cerrando". "Nosotros somos unos supervivientes de los molinos de papel", enfatiza Pau Vila.

Més info: La Moianesa, más de 140 años elaborando pasta catalana desde Moià

La gran apuesta por el tissú

A partir de los 2000, LC Paper hizo una apuesta que aconteció vital por el futuro de la compañía: el papel tissú, que es aquel utilizado para el papel higiénico, de cocina, servilletas, etc. Y hoy en día es su principal fuente de ingresos: el 60% de las 45.000 toneladas de papel que fabrican es tissú. El resto son bolsas, que todavía hacen unas tres millones desde Sarrià de Ter, y papel para embalaje, manteles, etc. "Para nosotros, Sarrià de Ter tiene un valor sentimental, fue el inicio".

En Fornells de la Selva fabrican papel tissú acabado y preparado para distribuir (sobre todo higiénico) y en Besalú fabrican el papel en bobinas para venderlo a manipuladores que hacen su propio papel final (la parte principal). Espacios cómo la Fira de Barcelona, hospitales cómo Vall Hebrón o aeropuertos son algunos de los espacios donde se puede encontrar el papel higiénico fabricado por la catalana LC Paper.

Pau Vila: "Queremos liderar la apuesta por la sostenibilidad de una manera radical"

El sector del papel está muy marcado por el precio y este está sujete al mercado, hay muy poco margen de decisión de los fabricantes. "Y competimos con fabricantes de Turquía, Marruecos o Egipto, donde los costes energéticos, laborales, salariales, ambientales o de impuestos son muy menores", reconoce Pau Vila. Por eso, ya desde hace años, LC Paper ha apostado por diferenciarse en la sostenibilidad. Ya fueron el primer fabricante de papel en estar reconocidos con un sello de excelencia de BCorp y también tienen otros reconocimientos europeos en este sentido.

"Trabajamos en un posicionamiento muy agresivo en sostenibilidad como factor diferencial. Quizás un 90% del mercado no tiene tanto interés en ello, pero un 10% querrá un papel sostenible y es un nicho en el cual nos sentimos cómodos. Quizás un turco tiene una oferta más económica, pero yo puedo ofrecer garantías de sostenibilidad y ambiental", destaca Vila, que añade: "Queremos liderar la apuesta por la sostenibilidad de una manera radical".

Esta apuesta abraza todos los ámbitos de la empresa: una materia primera más sostenible, la eliminación del plástico de los envases, la construcción de un parque de energía solar con 8.500 placas, una central propia de biomasa y biometano y la cura de los recursos naturales. "No es que solo seamos sostenibles, nuestro propósito es generar un impacto positivo", sentencia el director general.

De Besalú en el mundo

Esta diferenciación en la sostenibilidad les abre las puertas de países de todo el mundo. "Somos una empresa muy exportadora y hemos apostado por mercados que reconocen los productos sostenibles", señala Pau Vila. Francia, Holanda e Inglaterra, especialmente. De hecho, el 2019 lograron el 60% de la facturación de la exportación, llegando a una treintena de países cómo Emiratos Árabes, Australia o Costa de Marfil.

Pau Vila: "El plan de contingencia ha sido apostar por la autoconsumo y las renovables"

"Para que el sector del papel sobreviva, tiene que haber exportación", asegura Vila, que reivindica que todo lo gestionan y fabrican en Catalunya. LC Paper vivió el 2021 y el 2022 los dos peores años de su historia, con unas pérdidas acumuladas de seis millones de euros: "Hubo riesgo real de concurso de acreedores". El incremento exponencial del precio de la energía fue la causa. "Ahora ya se ha superado y tenemos un resultado neto positivo", apunta el director general, que reitera la sostenibilidad cómo un pilar: "El plan de contingencia ha sido apostar por el autoconsumo y las renovables, es lo que nos ha ayudado a salir de la crisis". La descarbonización total es el gran objetivo.

El romanticismo catalán

"Catalunya no es el mejor lugar para competir por precio", reconoce Vila. Más allá de algunos costes añadidos que comparte (cómo pueden ser las condiciones laborales dignas y la sensibilidad ambiental), Pau Vila considera que una de las trabas principales es la excesiva burocracia y la lentitud administrativa: "Algunas autorizaciones se pueden alargar 15 años".

Por eso, lo tiene claro: "Somos muy románticos de Catalunya. Catalunya exige un punto de romanticismo para defenderlo, porque desde el pragmatismo sería difícil sostenerlo". Además, pone mucho en valor la apuesta "radical" por la sostenibilidad: "Es cómo hemos construido nuestro ADN".

Més informació
General Servei, de la época dorada de la prensa a revolucionarios del embalaje
El bioplástico creado en Catalunya que quiere cambiar el mundo
Hoy Destacamos
Lo más leido