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Del SMI al reparto a domicilio y a la tasa Amazon

Correcciones al modelo laboral español basado en los bajos salarios

El presidente de Amazon, Jeff Bezos, anuncia despidos de trabajadores pese al aumento continuado de facturación | Paul Ellis | PA Wire | Europa Press
El presidente de Amazon, Jeff Bezos, anuncia despidos de trabajadores pese al aumento continuado de facturación | Paul Ellis | PA Wire | Europa Press
Barcelona
28 de Diciembre de 2022

La actualización del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), junto a la segunda parte de la reforma de las pensiones, es el principal deber pendiente del gobierno español para las primeras semanas de enero. En términos económicos, uno de los principales y más acertados hitos del gobierno de Madrid fue el sustancioso aumento del SMI de hace dos años. Una medida que tuvo que superar las críticas del Banco de España -que decía que esto iba a disminuir la generación de puestos de trabajo, pese a reconocer su error posteriormente- y de la oposición conservadora. Sin embargo, aquella medida aparentemente tan rompedora no hacía más que empezar a dar cumplimiento a las recomendaciones de la Unión Europea, en el sentido de que el salario mínimo alcanzara el 60% del salario medio. Un salario medio que actualmente está, en 2022, en los 24.000 euros anuales, por lo que el objetivo a alcanzar por lo que se refiere al salario mínimo sería 1.028 euros mensuales por 14 pagas.

El SMI para 2022 ha sido de 1.000 euros y, para alcanzar el famoso 60% del salario medio, debería subir un 2,8% más de lo que lo haga el salario medio, subida que parece que se situará en torno a un 3,5%. Esto daría un nuevo salario mínimo del orden de 1.064 euros, es decir, requeriría un aumento del 6,4%. Recordemos que la inflación de noviembre a noviembre ha sido del 8,5%, que es el porcentaje que se aplicará en las pensiones, que de esta forma es el único colectivo regulado por el Estado que no perderá poder adquisitivo. Los trabajadores públicos, por su parte, tendrán que conformarse con un 2,5% de aumento que podría llegar al 3,5% en función de la inflación y del PIB.

El aumento del salario mínimo tiene mayor impacto en Extremadura, Canarias o Andalucía, con salarios medios más bajos, que en Madrid, País Vasco o Catalunya, donde son más altos

Estos días, hemos sabido que el PP planteaba un aumento en el SMI del 4% y reclamaba ayudas específicas para el campo. Es el problema de trabajar con valores medios, que no tienen en cuenta a sectores ni territorios. Un aumento del 6,4% en el SMI tendría un impacto superior en Extremadura, Canarias y Andalucía, con los salarios medios más bajos, y menor en Madrid, País Vasco, Catalunya y Navarra, con un salario medio más elevado.

Media europea

Bien está que, poco a poco, vamos corrigiendo el actual modelo laboral español basado en los bajos salarios. De hecho, España tiene un salario medio inferior en un 20% a la media de la Europa de los 28. Y no puede ser que determinados sectores, como el campo, sólo puedan sobrevivir a base de explotar al máximo a los trabajadores temporales, casi siempre inmigrantes sin papeles. Pero no es solo el campo. En Catalunya, la restauración, los servicios de alojamiento, las actividades administrativas y el comercio al por menor y otros servicios personales quedan al menos en un 33% por debajo del salario medio.

Si el SMIconsigue alcanzar el umbral del 60% que recomienda Europa, las actualizaciones futuras deberían entrar en una nueva fase más descentralizada para no quedarse cortas en determinados territorios y no generar mayores dificultades de las imprescindibles en otros. Y recordemos que los beneficiarios por la subida del SMI no son un colectivo menor. La propia CEOE estima que se trata de un tercio de los trabajadores sometidos a convenio colectivo.

Los riders pinchan el Glovo

Fuera de este colectivo de asalariados queda otro, el de los autónomos, de los que ya hemos hablado en alguna ocasión como trabajadores pobres en un porcentaje importante. Y dentro de estos últimos, nos quedan los riders, los repartidores, que las empresas emergentes del sector contrataban como autónomos y que, recientemente, el gobierno español estableció que debían ser asalariados. La empresa más emblemática de este sector en nuestro país es Glovo, que llegó a manifestar que su modelo de negocio sólo era viable si se mantenía la figura del repartidor como autónomo. Quizá era necesario ser más imaginativo y haber encontrado un modelo laboral a medio camino entre el trabajador autónomo y el asalariado. El caso es que, al igual que otras empresas emergentes, ha sido recientemente adquirida por la competencia -alemana, en este caso- y sigue perdiendo dinero, pese a aumentar ininterrumpidamente su volumen de facturación.

Ahora Glovo sólo vale el 60% respecto a cuando llegó a Unicornio. Y sigue perdiendo dinero

Ésta es una fase común en casi todas las empresas emergentes de un cierto éxito. Algunas -como Amazon o Tesla- acaban ganando dinero, mucho dinero. Otros se quedan por el camino. Esta ecuación aparentemente imposible -la de facturar cada vez más y perder dinero de forma continuada- es solo viable si existen unos inversores que crean que, al final, harán negocio y que, por eso, acuden a las sucesivas ampliaciones de capital. Lo que ocurre ahora es que los inversores, a nivel mundial, se retraen por la inflación y la guerra en Ucrania. La propia Glovo, que había alcanzado una valoración de más de mil millones de euros -y había alcanzado el honorífico título de unicornio, la segunda que lo conseguía en Catalunya- ahora sólo vale el 60% de esa cifra. Y sigue perdiendo dinero. Y como otros del sector del reparto a domicilio, está en el punto de mira de la inspección de trabajo por si realmente han convertido a sus repartidores en asalariados o siguen como autónomos encubiertos.

Las falsas tecnológicas

Y es que la venta por internet se ha convertido en el nuevo paradigma de la mayoría de empresas emergentes. Y cuando no se trata de productos inmateriales -viajes, música, entradas...- el reparto a domicilio es otro gran elemento que conforma el negocio de estas empresas. Empresas que, a menudo, se colocan bajo la denominación prestigiosa y genérica de tecnológicas. Sin embargo, aquí la tecnología se limita a los algoritmos que permiten personalizar las ofertas a los compradores habituales y, como mucho, a los almacenes más o menos automatizados. El resto son técnicas comerciales tradicionales puestas al día, como la venta por impulso, la profundidad del surtido o la eficacia de los escaparates. Y la imagen de precios ajustados.

Precisamente, la deslocalización de los stocks, que progresivamente han ido aplicando los comercios presenciales para ahorrarse el espacio de almacenamiento en las caras ubicaciones centrales, ha sido también llevada al límite por las empresas de venta online. Lo han sustituido por el reparto a domicilio desde grandes almacenes situados en la periferia de las ciudades. Con ello, las camionetas que salen cada día a repartir se convierten en los almacenes ambulantes a base de ocupar el espacio público cuando circulan y reparten a coste cero.

La tasa Amazon de Marçal Tarragó

Hace años que un destacado economista y urbanista comercial, Marçal Tarragó, propuso por primera vez establecer una tasa municipal por este aprovechamiento gratuito del espacio público que, además, constituía una competencia desleal al comercio físico, que paga alquileres e impuestos municipales. Ahora, quizás diez años después, el Ayuntamiento de Barcelona, a propuesta del grupo municipal republicano, ha creado una tasa específica para estas actividades cuando las practican las grandes empresas. El nombre popular, por desgracia, no será tasa Tarragó, sino tasa Amazon, que es el principal operador afectado por la nueva tasa.

Como todas las tasas de carácter ambiental, el éxito deberá medirse no tanto por el volumen recaudado –el Ayuntamiento habla de 2,6 millones de euros– sino todo lo contrario. Si realmente se consigue controlar a las grandes empresas repartidoras, cuanto menos se recaude querrá decir que más han cambiado los hábitos y las prácticas de empresas y consumidores y que hemos ido sustituyendo la recepción a domicilio por la recogida en taquillas de aparcamientos o centros de distribución, que pueden estar ubicados en comercios preexistentes.

El negocio de Amazon no proviene de los productos que vende sino de los servicios que con mayor o menor éxito intenta colocarnos

Nadie puede esperar a que el éxito de la nueva tasa cambie significativamente el panorama comercial y el liderazgo de determinadas empresas. Pero estos días también sabíamos que los ambiciosos planes de Amazon para convertirse en una empresa multiservicios con hegemonía mundial han sufrido un estremecimiento por la menor predisposición de los inversores a apostar por ellos. Así, pese al aumento continuado de facturación, el gigante de Jeff Bezos ha anunciado despidos importantes de trabajadores. Y es que todo apunta a que el negocio de Amazon no proviene de los productos que vende sino de los servicios que, con mayor o menor éxito, intenta colocarnos. La mal llamada tasa Amazon puede que de momento no le haga más que cosquillas, pero si empieza a generalizarse en otras grandes ciudades, tendrá que afrontar un coste adicional y una reorientación de su modelo de negocio.