Quién le habría dicho nunca a Amancio López que con 150.000 pesetas (aproximadamente 900 euros) levantaría un imperio hotelero que ya factura más de 1.200 millones de euros? Entre estas dos cifras, han pasado 40 años pero el presidente de Hotusa todavía lo recuerda como si fuera ayer: "Llegué a Barcelona para hacer la mili y ser recepcionista de un hotel". Con un pasado encara muy presente, López ha aprovechado una comida Aijec celebrado en el lujoso Grand Marina para infundir una dosis de optimismo competitivo a los más jóvenes: "Nunca hemos tenido tantas oportunidades como por ejemplo".
Amancio López durante la comida Aijec en el hotel Grand Marina| Cedida
Nacido a la "bucólica" Chantada lucense, López viene de familia "humilde y trabajadora". "Nunca se quejaron de nada pero tampoco se resignaron nunca a nada", recuerda. Al poco de trabajar en un pequeño hotel de Menorca, el joven gallego hizo el servicio militar y encontró trabajo en la capital catalana. Tal era su ambición que se atrevió a escribir que quería ser "director general" en el apartado "otros posiciones deseadas" del formulario para ser recepcionista. Con sólo 22 años y un par de socios, fundó Grupo Hotusa como "un proyecto para comercializar hoteles, gestionar reservas y prestar servicios".
De todos los colores
A pesar de que reconoce haberlas visto "de todos los colores", la multinacional ha recogido su esfuerzo y tiene actualmente 2.700 establecimientos asociados, 200.000 hoteles comercializados y 177 complejos hoteleros en todo el mundo. Se llama deprisa. Pero, cuál es el secreto? "Hagas el que hagas tienes que ser competitivo y hacer las cosas mejores que los otros", asegura.
López: "No tienes que crecer para ser más grande sino para ser más fuerte"
Según López, Grupo Hotusa se ha diferenciado de la competencia por el proceso de internacionalización, el conocimiento del mercado, la distribución, la tecnología de predicción, la capacidad de fidelitzar el cliente y el capital humano de sus trabajadores. "La mayoría conocen bien la casa y han empezado desde bajo entrando como becarios", explica.
A la vez, el empresario gallego apuesta para no perder nunca de vista la competitividad: "Sin esto no hay nada y las empresas desaparecen. Me sirve la eficiencia o la rentabilidad". Sólo así se explica que aquellos que antes eran sus referentes ahora ya no sean ni siquiera sus competidores. A caballo entre la especialización y la diversificación, reivindica que "no tienes que crecer para ser más grande sino para ser más fuerte".
El infierno, el purgatorio y el cielo
A pesar de que los economistas tienden más a la catástrofe que a la ilusión, López defiende que se tiene que tener más bien una mirada positiva aunque no deje de tocar nunca de pies a tierra: "Tienes que predecir una realidad y tu ideal te permitirá transformarla". Firme partidario de una "actitud abierta ante la vida", el presidente de Hotusa también pone de manifiesto que una buena cultura empresarial incluye valores como la fortaleza, la prudencia, la ética, el compromiso o la responsabilidad.
López: "Cuando estás en el peor momento, te tienes que preparar por cuando el viento sople a favor"
"En nuestro país el pesimismo está sobrevalorat. Mi amigo Antón Costas dice que a los optimistas se los va mejor a la vida", añade. A pesar de que las crisis hacen temblar incluso los fundamentos de los más optimistas, el presidente de Hotusa consigue ver de nuevo el vaso medio pleno: "Cuando estás en el peor momento, te tienes que preparar por cuando el viento sople a favor".
El tiempo pasa volando. Este año se ha cumplido una década de la primera comida Aijec donde López asistió invitado por Cristian Rovira. "Entonces estábamos arriba de la burbuja, hemos ido al infierno, hemos pasado por el purgatorio, hemos vuelto al cielo y seguramente volveremos a caer al infierno", asegura. Ya lo decía Charles Dickens en su obra maestra Historia de dos ciudades: "Era el peor de los tiempos, era el mejor de los tiempos".