Preocuparse por los demás en tiempos de post pandemia, con hijos a tu cargo, una alta inflación y el fantasma persistente de la recesión económica podría considerarse un lujo. Incluso algo no prioritario, pues los mantras actuales hablan de cuidarse a uno mismo para después poder hacer lo propio con el resto. Y quizá no les falte razón. Aunque, en realidad, sigue habiendo personas que tratan de reconfortar a otras que tienen mucha menos suerte que ellas. Y, sobre todo, que pueden recibir menos amor a diario.
Generar riqueza a la sociedad suele medirse en torno al éxito empresarial. Pero la primera frase de Majo Gimeno durante la conversación con VIA Empresa desmonta el mito. "Cualquiera puede contribuir con cariño y cuidados. Y eso también hace sostenible a un entramado que no solo se interrelaciona en base al dinero", señala.
Lo dice alguien ligada al ecosistema emprendedor desde hace más de 15 años. Que ha vivido la solidaridad en casa cuando sus padres acogieron a dos niños que se convirtieron en sus hermanos. Y que renunció finalmente a su trabajo para centrarse en el que realmente le llena: la ONG Mamás en acción, destinada al acompañamiento de niños y niñas en los hospitales que no disponen de una figura paternal en sus vidas.
"Hace tres años me desperté y me pregunté cómo había podido llegar hasta aquí. Me di cuenta que, si quería seguir avanzando, el proyecto requería de todo mi tiempo. Sobre todo porque, aunque no sea lo que más me apasione, he tenido que aprender a pedir financiación para poder seguir ayudando a quien lo necesita", relata.
De hecho, uno de los pilares que sostienen la iniciativa parte del tiempo de su fundadora, que cada vez más es solicitada para realizar charlas sobre gestión de personas o emprendimiento. "Lo curioso es que yo soy muy honesta y les digo que no sigan nuestro modelo, porque no se sustentó en ningún plan de negocio".
Gimeno (Mamás en acción): "Nos sacaron de los hospitales el 12 de marzo, pero de repente el 20 de abril nos volvieron a llamar y ahí se produjo la eclosión"
"Solo detectamos una necesidad y quisimos cubrirla de la mejor manera posible. Si tú ves algo, lo más natural es que te lances. En nuestro caso, además, no había procesos estándar ni métricas de éxito. Avanzábamos a ciegas porque teníamos claro que nuestro foco era el cuidado de los niños", recuerda.
La pandemia como punto de inflexión
La pandemia, ese punto de inflexión en todos los sentidos para la mayoría de las personas del planeta, significó el pensamiento inicial de que Mamás en Acción iba a sufrir un parón y, apenas un mes después, un crecimiento expansivo acelerado e inesperado.
"Nos pilló dando el salto desde Valencia por primera vez a otra ciudad, en este caso Madrid. A todas las ONG nos sacaron de los hospitales el 12 de marzo, pero de repente el 20 de abril nos volvieron a llamar y ahí se produjo la eclosión. Pasamos de un centro a cinco y de dos ciudades a seis y tuvimos que multiplicarnos", comenta.
En 2023 se cumplen 10 años de la creación de una iniciativa multipremiada, pero también en búsqueda constante de financiación
Más de 2.500 personas voluntarias han pasado por la organización. Gente que usa su tiempo libre, o incluso familiar, para pasar horas o días con niños y niñas que habitualmente no podrán curarse, pero que pasarán ese último tiempo acompañados. Una gestión, por lo emocional, muy difícil de controlar en todos los aspectos.
"Tenemos adultos a solas en una habitación con menores enfermos. Y eso siempre implica un riesgo. Por eso a los voluntarios que se presentan por primera vez les realizamos no solo un curso de formación, sino un seguimiento durante el mismo donde ya detectamos aspectos de su personalidad que pueden o no encajar con nuestros requisitos".
En este sentido, Majo afirma que han aprendido a detectar quién puede ayudar y quién no. "Gente que hace preguntas que sabemos que no están alineadas con nuestra filosofía. O aquellos que están pasando un duelo, por ejemplo. Ante situaciones donde pierdes en tus brazos una vida tan joven, es necesaria una gestión interna y externa extraordinaria. Y acciones constantes para evitar una desmotivación que es normal que se sienta ante situaciones de tanta intensidad".
En 2023 se cumplen 10 años de la creación de una iniciativa multipremiada, pero también en búsqueda constante de financiación "que logramos gracias a esponsors, cursos de responsabilidad social corporativa para empresas y proyectos constantes que o bien nos llegan o bien buscamos".
Gente que usa su tiempo libre, o incluso familiar, para pasar horas o días con niños y niñas que habitualmente no podrán curarse, pero que pasarán ese último tiempo acompañados
Y, sin embargo, una realidad subyace: en 2013 eran 46.000 niños los que permanecían solos en los hospitales. Hoy, una década más tarde, son 52.000. "Existe cero sensibilidades políticas con este tema, porque además algo que debería haber mitigado estas cifras como la Ley de Protección de la Infancia ha supuesto todo lo contrario. Esa es la problemática común en muchas áreas, de que legisle quien nunca ha vivido de cerca este tipo de realidades".
Pese a ello, su hashtag sigue coronando la página web de la Asociación. El lema #niunniñosolo es su leit motiv y el de los miles de personas que colaboran a diario. En una labor que, dicen, no genera riqueza. Pero que, para Majo, ocurre justo al contrario.