"La tienda de passamaneria y labores que han establecido los señores Castaño se recomienda por la riqueza y buen gusto del decorado y también por la buena disposición y el abundante, variado y elegante surtido de los géneros expuestos". Esta fue la reseña que publicó el Semanario de Mataró en su edición del 11 de junio de 1892 para dar la noticia de la apertura de la Mercería Castaño. 125 años después, esta mercería histórica de la capital del Maresme vuelve a salir a los diarios por haber obtenido el reconocimiento que concede la Generalitat de Cataluña a los establecimientos comerciales con más de cien años de antigüedad y actividad ininterrumpida al servicio del comercio.
Entre 1892 y 2017, la Mercería Castaño ha sido testigo de los cambios que ha vivido la ciudad de Mataró y escenario de pequeñas historias cotidianas, las de las clientas que generación detrás generación han hecho de esta pequeña tienda su punto de encuentro. De todoes heredera Mònica Surià Castaño, representando de la quinta generación de los Castaño, la familia que desde el 1892 gestiona este comercio mataroní.
La historia se remonta a los tatarabuelos de Mònica, Félix Castaño Grado y su mujer Ana Caballol Sala, que abrieron la mercería en la calle Santa Maria el junio de 1892. Tres años después traspasaron el comercio a sus hijos Tomás y Josep que, unos años más tarde, constituirán la sociedad Germanos Castaño. El año 1922 abren una segunda tienda a la Riera 18, entonces llamada Rambla Mendizábal, y al 1924 deciden seguir caminos separados y disuelven la sociedad. En Josep, que traía la tienda de la Riera, decide cerrar la mercería y hacer un cambio de rumbo profesional. En Tomàs será el encargado de dar continuidad al negocio.
La tenacidad de la Montserrat
La Mercería Castaño pasará de manso de en Tomás a su hijo Manuel, que muere a los 33 años de una enfermedad. Su viuda, Montserrat Miró, tiene que asumir a solas el reto de salir adelante el negocio al mismo tiempo que sube a solas las dos hijas del matrimonio, entonces encara muy pequeñas. Una nueva tragedia se añade a la historia de la Montserrat, puesto que ella fue la responsable de la mercería durante los duros años de la Guerra Civil. Sesalió, explica su nieta, gracias "a su tenacidad, esfuerzo y perseverancia, rodeada siempre del apoyo familiar".
Desde el 1892 la familia Castaño gestiona esta mercería en la capital del Maresme
El negocio pasaría de la Montserrat a su hija Maria Mercè, y a partir del año 1992 a su nieta Mònica, que es la encargada de mantener vive el negocio. Unos años antes, en 1987, la mercería había cambiado de ubicación, dejando el local de Santa Maria por un nuevo espacio a la calle Sant Cugat, 38, donde se encuentra ubicada actualmente.
Nueva tienda, clientas de siempre
En la nueva tiendahan ido también antiguas clientas, niñas que con cinco o 10 años aprendieron a coser, bordar y hacer aguja de gancho gracias a la Montserrat Miró y que hoy, explica Mònica Surià, rondan la sexagésima y continúan fieles a la Mercería Castaño. Aquí es donde se encuentran y a menudo rememoran los recuerdos de aquella época.
Además del surtido en mercería, labores y lanas, también ofrece clases, cursos y talleres; dispone de página web y presencia a las redes sociales
Hoy, la Mercería Castaño es un comercio modernizado, que además del surtido en mercería, labores y lanas, también ofrece clases, cursos y talleres, que dispone de página web y presencia a las redes sociales, y que no descarta en un futuro abrir una tienda online. Y es que tal y cómo afirma Surià, "la venta por Internet se ha notado", incluso en un modelo de comercio tan tradicional como este.
La actual propietaria de la tienda explica que el negocio ha sufrido como todo el comercio, que ha notado "la bajada de ventas porque ahora no hay tantos sastres y modistos" y que en 2014 fue el más llevar de la crisis. Aún así, señala que la Mercería Castaña ha sabido fidelitzar su clientela, y tambiénha ganado de nueva. "Ahora estamos notando que viene gente más joven por la moda de las manualidades y el trapillo", explica. Por eso, uno de los retos de Mònica es ahora "acercar el mundo de la costura y las labores a las nuevas generaciones mediante la oferta de productos atractivos para ellos y con la ayuda de las nuevas tecnologías".