La semana pasada, la mayoría de los medios del planeta dedicaron un buen número de páginas a relatar el naufragio en aguas de Sicilia de un yate de lujo, llamado Bayesian. Como veremos más adelante, el nombre de la embarcación no es irrelevante. El motivo de tanto furor era la identidad de quienes inicialmente fueron considerados desaparecidos y que luego se confirmó que habían muerto ahogados: personajes verdaderamente importantes en el mundo de los negocios.
Lo más interesante de la historia comienza bastantes días antes del naufragio y a muchos kilómetros de la costa italiana, en concreto en un tribunal de San Francisco (California, Estados Unidos), donde el pasado mes de junio fue absuelto de todos los cargos que se le imputaban el propietario del yate, el empresario MikeLynch. De hecho, el viaje por el Mediterráneo era parte de la celebración por su libertad legal, porque hacía solo esos dos meses que la justicia lo había exonerado de las acusaciones que le imputaba la firma Hewlett-Packard. El proceso judicial había durado trece años y se había originado después de que Lynch hubiera vendido su empresa de software Autonomy a la multinacional americana por 11.000 millones de dólares. La compañía había nacido vinculada a una primigenia incubadora de startups de la Universidad de Cambridge.
Lynch vendió su empresa de software Autonomy a Hewlett-Packard por 11.000 millones de dólares
El nacimiento de la empresa había sido en 1996, y gracias a su salida a bolsa, el valor de Autonomy se multiplicó rápidamente por cien, coincidiendo con la burbuja puntocom. Después de años de crecimiento y de grandes campañas publicitarias, llegó Hewlett-Packard, que tomó el control de la compañía por la cifra que hemos indicado antes. En aquel tiempo, Lynch se ganó el sobrenombre de "Bill Gates británico". Pero poco después, los administradores de la firma compradora comenzaron a analizar las interioridades de Autonomy para acabar llegando a la conclusión de que su gran valoración se basaba, según ellos, en contabilidad creativa. La clave del éxito era vender equipos informáticos a pérdidas, simulando la venta de software. De repente, el valor de la compañía de Lynch cayó a la mitad, lo que provocó el enojo de los accionistas de Hewlett-Packard, que inundaron de demandas a sus gestores. La respuesta de estos fue demandar a Lynch, lo que desembocó en el proceso del cual estamos hablando.
Sea como fuere, el pasado mes de junio los tribunales exoneraron a Lynch de todos los cargos, pero no solo a él, sino también a su socio que también estaba en el banquillo de los acusados. Y aquí es donde se complica la historia, porque este socio de nombre StephenChamberlain murió el lunes 19 de agosto, justo el mismo día que Lynch perdía la vida navegando en el yate. Pero Chamberlain no era uno de los pasajeros, sino que su muerte se produjo a muchos kilómetros de distancia, en las cercanías de Cambridge. El caso es que el sábado anterior había salido a hacer jogging y un Corsa azul lo atropelló. Fue ingresado en el hospital y murió un par de días más tarde.
Volvamos al Bayesian, porque Lynch no era el único pasajero relevante el día en que la tormenta hundió el barco. En la embarcación viajaban veintidós personas, doce de tripulación y diez pasajeros, de los cuales quince pudieron ser rescatados con vida. Una de las supervivientes fue ÁngelaBacares, la esposa de Lynch. Entre los que no pudieron ser rescatados había dos altos ejecutivos de grandes empresas. Por un lado, encontramos a JonathanBloomer, presidente de Morgan Stanley International y excolaborador de Lynch. Esta firma es una de las principales multinacionales de la banca de inversión, surgida de JP Morgan en la década de los treinta. Por otro lado, otro de los fallecidos era Christopher J. Morvillo, socio del despacho Clifford Chance, una entidad muy enfocada en las fusiones y adquisiciones, y que forma parte del Círculo Mágico. Precisamente, Morvillo había sido un abogado clave para conseguir la libertad de Lynch, y es por este motivo que el pasado junio se vio impulsado a escribir en su LinkedIn la frase "I am so glad to be home, and they all lived happily ever after...". De ninguna manera podía esperarse el giro en la trama que les reservaba la vida.
No podemos acabar esta telaraña sin comentar, como hemos avisado desde el comienzo, el sentido del nombre del yate, que recordemos que se llamaba Bayesian. Se da la circunstancia de que esta palabra hace referencia a un ámbito del estudio de las probabilidades. Sin ánimo de entrar en terrenos abstrusos, diremos que durante el siglo XVIII un matemático inglés llamado ThomasBayes enunció el teorema que lleva su nombre y que sirvió para poner orden en las probabilidades condicionadas por un hecho externo al objeto de estudio. De su trabajo, surge todo el campo de la probabilidad bayesiana, que resulta muy útil en algunos ámbitos de la vida. Precisamente, Lynch y sus socios aplicaron la inferencia bayesiana al estudio de patrones de reconocimiento adaptativos de su software y por este motivo, en su yate quiso rendir homenaje a esta técnica formulada por Bayes.