"Mi abuelo fue un más de los muchos valencianos que, como tantos otros, emigró a Barcelona atraído por el llamamiento de mano de obra quehabía a la ciudad con motivo de la Exposición Universal de 1888. Allá encontró trabajo en la casa Escofet donde aprendió a hacer mosaicos hasta que, al conocer mi abuela, se instaló en Manresa y abrió su propio taller". Albert Martí, propietario junto con su hermano Pere de Mosaicos Martí, recuerda los inicios de esta alcurnia familiar dedicada al mosaico hidráulico.
La historia de esta empresa bagenca no sólo es un paseo por la historia del último siglo en Cataluña, sino también por nuestro patrimonio artístico. El año 1913, cuando Bernat Martí y Arlandís abrió su taller en la capital del Bages, las baldosas hidráulicas eran un elemento cotidiano a los hogares catalanes y también un elemento artístico apreciado por el Modernismo.
El modernismo, el esplendor del mosaico hidráulico
Los principales arquitectos modernistas, de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, usaron el mosaico hidráulico para construir la mayoría de las casas del Ensanche barcelonés y lo convirtieron en un elemento fundamental de su arte. Gaudí, Lluís Domènech y Montaner o Josep Puig y Cadafalch diseñaron, entre otros, baldosas hidráulicas por el tierra de algunos de sus edificios y convirtieron los pavimentos en lujosas alfombras decoradas con atractivas y sumptuoses formas y colores.
Un paréntesis de casi 30 años en la producción
La Guerra Civil supuso la colectivización del taller que primero fue intendencia del Ejército Rojo y posteriormente del Nacional. Después de estos tiempos convulsos, los hijos de Bernat Martí —paro y tíos de los actuales propietarios—, decidieron retomar el negocio. Pronto sedieron cuenta, pero, que algo estaba cambiante. La aparición y popularización del terrazo, las cerámicas y el gres hicieron disminuir la demanda de mosaico hidráulico, incapaz de competir con estos nuevos materiales debido a su carácter artesanal y su capacidad productiva limitada.
Ante esta situación, a finales de los 50, Mosaicos Martí decidió dejar de fabricarlos y centrar su negocio en la comercialización de material de construcción y en la producción industrial del panot de las aceras. Los nietos del fundador y actuales propietarios serán los encargados de poner punto y final a este paréntesis de casi 30 años. A principios de los 80, retoman la fabricación de mosaico hidráulico animados por el interés mostrado por algunos arquitectos dedicados a obras de restauración y recuperación de edificios históricos. "El motivo por el cual pusimos en marcha nuevamente el negocio fue unamezcla de sentimentalismo y de visión de futuro porque pensábamos que un producto de tradición artesanal y cierto prestigio como el mosaico, podía tener una clientela interesada", apunta Albert Martí.
Pere y Albert Martí, tercera generación al capdvant de Mosaicos Martí. |
Una producción artesanal hecho 100% en Cataluña
Sus primeros pedidos, la restauración del pavimento del Museo Diocesano de Solsona y Palau Güell en Barcelona, confirmaron esta visión de futuro y los animó a salir adelante y emprender la tarea de recuperación del oficio de su abuelo. "Teníamos historia, además de las prensas y los motllos, y mi hermano Pere había aprendido el oficio de mis tíos, pero teníamos que volver a poner en marcha el taller y recuperar la industria auxiliar del mosaicos que había desaparecido", aclara Martí.
Hoy en día Mosaicos Martí se ha convertido en la única empresa de Cataluña que fabrica de forma artesanal y continuada mosaico hidráulico en su taller de más 1.000 m² a la capital del Bages. La fuerte competencia de mosaicos provenientes norteños de África, más baratos pero de baja calidad, han hecho que en los últimos tres años se hayan reducido las ventas en Cataluña, situadas antes en torno el 60%, y se haya incrementado notablemente la exportación. "Seguramente este año lo cerraremos con un 40% de ventas en Cataluña, un 30% al resto de España y un 30% de exportación", explica.
Estudios de interiorismo que trabajan por el retail, un cliente en auge
Los clientes de Mosaicos Martí son diversos: desde clientes particulares que quieren reformar y restaurar casas con mosaico hidráulico, pasando por interioristes y arquitectos de interiores que se dedican a la restauración de patrimonio histórico y artístico o simplemente quieren incorporar a sus obras este producto. Últimamente, pero, un tipo de cliente ha crecido con fuerza: los estudios de interiorismo que trabajan por el mundo del retail, y fundamentalmente por cadenas de moda o restauración. Ahora, por ejemplo, han recibido un pedido de una cadena de pastelerías americanas que abre un nuevo espacio a Studio City, a Los Angeles.
Según el propietario de Mosaicos Martí, la razón que explica el creciente interés de este sector es la personalización de este producto. "Como el mosaïcista produce la pieza una por una, siempre hay la posibilidad de hacer un pequeño cambio de dibujo o color. De este modo, un golpe completado el mosaico, puedes llegar a hacer una superficie absolutamente única que nunca más nadie tendrá. Esto es una particularidad que cabe otro producto del mercado puede ofrecer", concluye Martí.