Que el mejor vivero de la inspiración es la práctica y el trabajo no es solo una convicción de pintores. La famosa frase de Picasso "la inspiración existe, pero te tiene que encontrar trabajando" es compartida por artistas de diferentes disciplinas: literatura, música, danza, escultura... Pero ensayar, experimentar y trabajar es más complicado cuando la práctica artística acontece en equipo, como en las orquestas o bandas sinfónicas, que pueden llegar a tener entre 80 y 100 músicos componentes.
Este es, de hecho, uno de los hándicaps que se encuentran los estudiantes de música y músicos en general que quieren formar parte de una orquesta sinfónica: su inserción laboral se ve entorpecida porque no tienen suficiente experiencia. Se calcula que un estudiante de música consigue practicar no más de cinco veces al año con una orquesta y un estudiante de dirección de orquesta menos de 60 minutos durante los cuatro años de formación. El precio de juntar tantos músicos, los instrumentos y el alquiler del espacio también es elevado: según datos de Muse Scene Lab, cuatro horas de ensayo tiene un precio medio de 10.000 euros.
Por este motivo, Pedro Barboza, que tiene más de 20 años de experiencia en formación musical y quien fundó en 2011 la academia Escuela Itinerante de la Música (EIM), decidió entrar a la incubadora Demium para profundizar en soluciones inmersivas que den respuesta a esta necesidad. Después de Denium, con una idea más definida y con un equipo de tres fundadores formalizado (Barboza junto con Luis Parra y José Cantón), ha entrado al programa de incubación de Barcelona Activa para lanzar una herramienta que, mediante experiencias inmersivas, solucione la falta de oportunidades para ensayar que sufren muchos músicos.
Bajo el nombre de Muse Scene Lab, los tres emprendedores lanzarán al mercado una serie de herramientas que, con realidad virtual, revolucionarán la educación musical tradicional. Con las gafas de Metaquest (las nuevas Oculus de Facebook-Meta), la persona se podrá trasladar a un ensayo virtual, con avatares que tocarán conjuntamente una canción y que modificarán su actuación en función de sus acciones, en tiempo real. "No es un ensayo en el metaverso", aclara Barboza. "El resto de músicos no son personas reales, sino avatares"; añade.
Barboza: "Las gafas de realidad virtual captarán todos los movimientos del músico para trasladar aquella información al resto de la orquesta"
Las gafas de realidad virtual, "que tienen hasta cuatro cámaras exteriores, captarán todos los movimientos del músico para trasladar aquella información al resto de la orquesta virtual", explica Barboza. Gestos como los que haría un director de orquesta para indicar al violinista el ritmo de la melodía, se trasladarán al espacio virtual y tendrán un efecto.
De hecho, la primera plataforma que tiene previsto lanzar la startup estará orientada justamente a directores de orquesta. MuseLab Conductor será la herramienta con que Muse Scene Lab debutará en el mercado y con la cual intentará llegar tanto a academias como a estudiantes de música. "Las academias de música son nuestro cliente, pero el usuario será el músico y el estudiante de música", indica Barboza, quien prevé, tener preparado el producto mínimo viable para octubre del 2022. Es, por lo tanto, un modelo orientado al B2B (business to business) que funcionará mediante suscripciones, en función del número de usuarios. El conservatorio del LiceU es una de las 11 academias e instituciones que ha mostrado interés en testear este primer producto. Una vez testeado y perfeccionado, Barboza prevé iniciar la expansión a lo largo del 2023, primero en el territorio español y después en Inglaterra y los EE.UU., "dos países con modelos educativos superiores muy parecidos", indica.
Para materializar este crecimiento, han abierto recientemente una ronda de inversión pre seed que tiene como horizonte levantar 100.000 euros de business angels, de los cuales 50.000 serán convertibles. La idea, además, es que la herramienta evolucione hasta el punto que el usuario pueda tocar instrumentos o cantar. Esto, pero, implicaría el uso de más tecnologías: por un lado, "las gafas tendrían que facilitar la realidad mixta -combinando el mundo físico con el virtual en tiempo real- para que el usuario vea el instrumento que toca";y, por el otra, se tendría que captar el sonido del cantante o del instrumento para que interactúe con la orquesta virtual". Barboza, además, quiere ampliar el repertorio musical de la plataforma: si ahora hay principalmente música clásica, quiere llegar a incorporar canciones de jazz o de pop, por ejemplo.