Los últimos acontecimientos climáticos han hecho despertar la conciencia del peligro real que sufrimos como planeta a consecuencia del cambio climático y otros, derivadas de la acción humana como la carencia de sostenibilidad en el aprovechamiento de los recursos naturales. Conciencia especialmente despierta en las nuevas generaciones, entre los ahora adolescentes, que crecen con estos valores integrados en su pensamiento y modelo de sociedad.
Fruto de estas circunstancias la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a la que no pocas veces hemos cuestionado su papel e incidencia real en la gobernabilidad mundial, puso en marcha la que seguramente ha sido su iniciativa más global y con afectación real al conjunto del planeta, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Son 17 objetivos globales y 169 metas ligadas a estos objetivos que inciden en todos los ámbitos del planeta, no ya sólo desde un punto de vista de sostenibilidad medioambiental, sino de gobernanza global, introduciendo nuevos criterios en los tradicionales cánones de gobernanza, que permiten actualizar y globalizar ésta, a la vez que proporcionar una única agenda a todos los gobiernos del mundo.
Ya hace un tiempo que el término gobernanza trasciende el hecho estrictamente público con que se lo había asociado tradicionalmente, para invadir el espacio privado, gobernanza es cada vez más sinónimo de gestión, de management, referida al modelo como un gobierno, asociación o empresa se gestiona internamente y en relación con sus trabajadores y con los ciudadanos. Con terrenos comunes entre lo público y lo privado, como la gestión de datos, la filosofía del aprovechamiento del conocimiento de los ciudadanos y trabajadores o inteligencia colectiva o los mismos ODS.
¿Por qué los Objetivos de Desarrollo Sostenible aplicados a la empresa? ¿Qué relación hay? Pues moral, de obligación derivada y de beneficio propio, todo a la vez.
Moral porque el planeta es de todos, es responsabilidad de todos los seres humanos y de las estructuras y organizaciones que hemos creado, entre ellas también lógicamente las empresas, responsables también de la creación del problema y de su solución.
Serán también una obligación para las empresas desde varios puntos de vista, en primer término las que quieran tener tratos con la Administración pública, actor clave en la estrategia de buena parte de ellas se verán cada vez más obligadas debido a las cláusulas de contratación o de colaboración que exigirán a las Administraciones públicas, a su vez obligadas por las adaptaciones legales que irán surgiendo. Pero también habrá un incremento en las exigencias de sostenibilidad por parte otras empresas con las cuales estemos en trato, proveedores o directamente por parte de los clientes.
"Habrá un incremento en las exigencias de sostenibilidad por parte otras empresas con las cuales estemos en trato, proveedores o directamente por parte de los clientes"
Y finalmente por beneficio propio, por la mejora de reputación, imagen y marca que directamente reportará a la empresa el cumplimiento de los ODS. El cumplimiento o no de los Objetivos de Desarrollo Sostenible pasa a ser un elemento de competitividad directa con la competencia; ni a escala legal, ni moral, ni de imagen y marca es el mismo una empresa que cumple con los criterios de sostenibilidad y gobernanza de los ODS, que aquella que no lo hace. Evidentemente no afectan todos los ODS a todas las empresas, sino que hace falta un análisis previo y cumplimiento de aquellos que afectan y tratamos. Otro beneficio directo, y oportunidad si se sabe aprovechar del potencial de los ODS, es que suponen una actualización e incluso revolución de las políticas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC).
Así pues un nuevo elemento ha entrado en la estrategia, gestión y objetivos de las empresas, y no se puede ignorar, se tiene que afrontar, los Objetivos de Desarrollo Sostenible.