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Olaria, la cerradura contra el coronavirus

La empresa nació en 1936 y ha puesto sus productos artesanos en espacios como la Casa Milà, el Hotel Majestic o yates de lujo

El mecanismo ideado para reducir el contagio por la Covid-19 | Cedida
El mecanismo ideado para reducir el contagio por la Covid-19 | Cedida
Bernat Bella
Periodista
Sant Cugat del Vallès
15 de Junio de 2020

Olaria es una empresa familiar catalana nacida el 1936 dedicada a la fabricación artesanal de ferratge. Sus productos, de calidad y personalizados, se pueden encontrar en espacios emblemáticos como la Casa Berenguer, la Casa Milà, el Hotel Avenida Palace o el Hotel Majestic. También en yates de lujo. La compañía fundada por Joaquín Olaria García en Barcelona y, 90 años después, es su limpio, Albert Olaria Ricart, el responsable. En toda su historia ha vivido momentos difíciles, que lo han traído a reinventarse y redirigir el negocio. Ahora, han creado una cerradura pensada para reducir el contagios de enfermedades como la Covid-19 .

 

"Los inicios fueron a la preguerra, con muy pocos recursos. Y fue evolucionando hasta situarla en 70 en un referente nacional en el sector del ferratge, con estilos franceses y centroeuropeos", explica Albert Olaria. A los años 60 se internacionalizaron, crecieron en volumen de producción y llegaron a los 40 trabajadores. Traían sus productos especialmente en los Estados Unidos y por Europa.

Olaria: "No podíamos competir ni con precio ni con volumen"

Pero en 80 y 90, como muchas industrias catalanas, sufrieron una crisis por la llegada de productos europeos primero y, después, asiáticos. "No podíamos competir ni con precio ni con volumen", explica. Además, en aquel momento el producto español tenía poco prestigio y el mercado local también se redujo de manera considerable. Fue hacia el 96 cuando Albert Olaria se hizo cargo de la empresa y decidió emprender un nuevo camino.

 

Y apostó para recuperar el espíritu artesanal del producto, con un proyecto más pequeño y pensado por una fabricación artesana, personalizada y de calidad. De los 40 trabajadores que eran, ahora son cuatro, dos de los cuales, Albert incluido, son los artesanos que fabrican las piezas. Han recuperado técnicas clásicas y estilos franceses y ofrecen un producto personalizado que llega a muchos rincones del mundo.

El 50% de su venta la echan del Estado Español, principalmente en Inglaterra, Francia y Alemania. Pero no se queda aquí. "Turistas árabes, rusos, chinos o africanos van a Londres y París para comprar artesanía por sus casas y es donde se vende parte de nuestro producto, que está distribuido por todo el mundo", destaca.

El empresario explica que "hacemos una apuesta por el producto especializado, no por el volumen"

La producción es toda artesanal y la hacen en Rubí. Además, cuentan con proveedores del territorio. "Queremos tener un seguimiento muy cuidadoso de proceso y somos muy exigentes con el producto", explica Albert, que destaca que son una microempresa pero "con una filosofía muy clara". En su caso, aprendió el oficio a través de los "grandes artesanos" que tenía la empresa y que todavía ahora pasan por sus manos muchos de los productos. "Hagamos una apuesta por el producto especializado, no por el volumen. Seguro que nos limita, pero traemos un gran control de la calidad", enfatiza.

Y su intención es seguir por este camino, ofreciendo un trato personalizado a los clientes. "Nos llena más que no empezar a enviar paquetes no sabes dónde. Nos gusta traer nuestra propuesta a edificios emblemáticos".

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Albert Olaria, tercera generación de la empresa | Cedida

 

Cerradura contra el coronavirus

Aún así, ahora han decidido crear dos cerraduras pensadas a reducir el riesgo de contagios por la Covid-19. "Me di cuenta que estábamos fabricando un producto que es un transmisor de virus y pensé que nos teníamos que adaptar a la nueva realidad", explica Olaria, que añade: "Priorizamos mucho los estilos, pero había una urgencia sanitaria que se tenía que solucionar".

Por un lado, han creado una cerradura de cocer, que es un material antibacterià. Y el otro producto es una manecilla para abrir puertas con el antebrazo, pensado sobre todo por espacios públicos y empresas. "Antes ya pensábamos dos veces el hecho poner la ma a la manecilla de un servicio público, pero ahora se ha convertido en una necesidad", argumenta. "Es un producto que demanda la sociedad".

Ya están produciendo, en esta ocasión con procesos más industrializados para poder hacer más volumen, y ya han recibido sus pedidos, tanto enel Estado como el exterior. Su idea es que administraciones públicas se interesen por este sistema y también empresas privadas que quieran reducir el riesgo de contagio a sus suyos. Su intención es que esta nueva línea suponga un 25% del total de la facturación.

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Las cerraduras de cocer, también pensados para reducir la presencia de virus |Cedida