¿Nos hacen falta robots para educar a nuestros hijos, pasear al perro y compartir unas cervezas? ElonMusk ha considerado que sí, y la prueba más evidente es su robot humanoide Optimus, que con un precio de entre 20.000 y 30.000 euros se espera que empiece a aterrizar en los hogares estadounidenses. A pesar de las rocambolescas demostraciones que ha realizado la firma, la realidad es que estos robots no formarán parte de la sociedad, al menos, a corto plazo. ¿El primer motivo? No están en producción. ¿El segundo? En estas demostraciones han sido asistidos por humanos, a pesar de que Musk no lo haya mencionado. Dos motivos que, sumados al discurso largoplacista del empresario, han provocado el desplome de Tesla de un 9% en Wall Street el pasado 10 de octubre.
Las acciones de la compañía han caído una vez celebrado el evento We, Robot, que Tesla ha aprovechado para dar a conocer las últimas novedades, entre las cuales también se han presentado el Cybercab y la Cyberban, dos vehículos autónomos, este último con una capacidad para hasta 20 personas. Y es que, precisamente, en el encuentro, uno de los robots Optimus que se encontraba sirviendo cervezas a los asistentes, fue preguntado si operaba de manera autónoma. Su respuesta: "Hoy soy asistido por un humano".
Y asked the bartending Optimus if he was being remote controlled. Y believe he essentially confirmed it. pic.twitter.com/wlgyuswwpi
— zhen (@zhen9436) October 11, 2024
Una "declaración de intenciones", pero "en ningún caso una realidad"
“Todo lo que hemos visto es propaganda y, como siempre, se debe tomar con mucha cautela, ya que nadie ha podido utilizar estos robots en el día a día y de manera sostenida”, explica a VIA Empresa el etnógrafo digital Josep M. Ganyet, quien, sin embargo, dice que se trata de “una declaración de intenciones, pero en ningún caso de una realidad”: “Estamos acostumbrados a las grandilocuencias de Musk”. El ejemplo más evidente de las promesas incumplidas que ha hecho el empresario sudafricano es el software Autopilot que disponen los Tesla, al que se le atribuye -erróneamente y desde 2014- la capacidad de ofrecer una autonomía total a los vehículos, cuando solo los dota de un nivel 2 sobre los cinco que contempla la Sociedad de Ingenieros de Automoción (SAE) en el documento J3016. Desde 2014, Musk asegura que "el año que viene" resolverá el problema de conducción autónoma".
¿Cómo se regula un robot de un metro setenta, 50 kilos y hackeable?
Volviendo al quid de la cuestión, tanto la producción en masa de estos dispositivos -una producción muy diferente de la de un prototipo-, como los estándares de regulación que deben pasar -especialmente en la Unión Europea-, suponen dos grandes barreras más allá de su precio previsto en el mercado. “Suponiendo que todo esto prospere, ¿quién se pondrá en casa un robot de un metro setenta, 50 kilogramos y hackeable?”, pregunta Ganyet, quien recuerda que se trata de un dispositivo conectado a Internet, hecho que lo abre a vulnerabilidades. “Es impensable que el año que viene veamos estos robots en las casas. En la de Musk y algún otro multimillonario, tal vez”.
Ganyet: “Es impensable que el año que viene veamos estos robots en las casas. En la de Musk y algún otro multimillonario, tal vez”
A pesar de la visión a largo plazo con que Tesla ha presentado Optimus, PereSimon, abogado socio de Font, destaca que “no debe haber ningún tipo de problema para que puedan llegar sistemas o robots que se encuentren bajo el paraguas de la inteligencia artificial, siempre que se cumpla una normativa específica de la Unión Europea”. En este sentido, si bien el continente no cuenta con unos estándares de regulación para robots sociales, el pasado 1 de agosto entró en vigor el Reglamento Europeo de Inteligencia Artificial, que además de contemplar medidas de seguridad, establece diferentes niveles de riesgos y, de entrada, no prohíbe la presencia de robots como Optimus. Eso sí, siempre en un contexto de exhaustivo control sobre estos para garantizar la seguridad de los ciudadanos.
El Cybertruck, desterrado de Europa
Por otro lado, la Unión Europea sí ha prohibido la presencia de otras invenciones de la compañía estadounidense, como es el caso del Cybertruck, la polémica camioneta eléctrica de Tesla. Si bien Musk lo vende como un vehículo “indestructible” y “fabricado para cualquier planeta”, el pasado agosto registró el primer accidente mortal en Texas. “Se trata de un vehículo que por su diseño angular y rígido no ha superado el proceso de homologación en Europa”, comenta Simon, quien destaca “la alta regulación en materia de seguridad de los peatones en el continente”.
Por ahora, y tras el evento organizado por Tesla, no da la sensación de que los robots Optimus puedan dar lugar a tragedias de este tipo: se les ha visto doblando camisetas, regando las plantas y caminando con un estilo que no se le atribuiría, en ningún caso, a un ser inteligente. Si bien entre los más fanáticos de Musk ha sido acogido con euforia, la realidad es que en las redes sociales no ha tenido la misma recepción, no solo por su falta de autonomía, sino por la reticencia general a abrir las puertas de casa a un robot. “Es perfecto para construir sociedades sin emociones ni empatía”, comenta irónicamente un usuario anónimo en las redes.
“No sé si necesariamente los robots del futuro deberán tener forma humanoide”, continúa Ganyet. “Igual que hemos tenido que transformar nuestro entorno para que los coches puedan circular, asfaltando un 1% del planeta, quizás sea más acertado crear entornos agradables donde robot y arquitectura se fusionen”, añade.
El pasado agosto se registró el primer accidente mortal en un Cybertruck
Sin embargo, está claro que Musk pretende fusionar la humanidad con el mundo de la robótica y, en caso de lograrlo, el abogado socio de Font prevé escenarios tanto futuristas como surrealistas: “Ante un accidente provocado por un robot, primero se debe valorar si se ha producido a causa de un defecto de fabricación, donde el responsable sería el fabricante, o si se le ha dado un mal uso, donde la responsabilidad pasaría a ser del propietario. En cualquier caso, no sería descabellado que, en el futuro, las entidades aseguradoras comiencen a cubrir riesgos de accidente provocados por usuarios que han hecho un mal uso del robot”. Se acerca una gran oportunidad para poner a prueba la inteligencia artificial y, especialmente, la estupidez natural.