La empresa igualadina Original Buff tiene una historia de éxito propia poco habitual. A partir de la compañía que confeccionaba puños y cuellos para ropa deportiva de sus padres, Joan Rojas ha levantado una marca reconocida internacionalmente dedicándose a la producción de pañuelos tubulares. Desde el 1991 hasta hoy han pasado dos décadas y la empresa ha llegado a facturar más de 32 millones de euros al año, exportar en 70 países y contar con una plantilla de 230 trabajadores.
El director general de Buff, David Camps, explica que, hoy en día, "Buff es una marca y una compañía, Original Buff SANO", que recoge una serie de productos accesorios pensados por la práctica deportiva y vestir casual. Es decir, se dirige a usuarios de ropa de deporte, de calle, pero, a la vez, la casa también tiene una sección de productos pensados por el mercado industrial e institucional. Todo "con una propuesta muy concreta de productos de ninguno y de cuello, este es el foco de la marca, que permiten protegerse de las inclemencias meteorológicas cuando se hacen actividades de ocio, deportivas y profesionales de manera más confortable". Y todo esto con una fuerte atención al diseño, "siguiendo las modas, pero con un toque muy característico de la marca que destaca para ser bastante colorista".
Al mítico pañuelo tubular de cuello se le han añadido innovaciones: protección polar, windstopper, lana merino, reflectant, protección solar y repelente de mosquitos
El producto estrella sin ningún tipo de duda es, pero, el pañuelo de cuello tubular "en todas sus variantes", indica Camps. Al primer modelo básico que apareció ahora hace 26 años "se le han añadido configuraciones e innovación como por ejemplo, con protección polar, windstopper, lana merino, etc.". El catálogo incluye, además de gorras y tubulares, un amplio repertorio de gorras, cintas, capuchas, calentadores de cuello y pañuelos, entre otros.
De hacer puños a colaborar con Araceli Segarra
Pero empezamos por el principio. Corría el año 1991 y el igualadí Joan Rojas, fundador de la compañía, era uno apasionado del motor. Para protegerse del frío y del viento, en Joan usaba siempre su braga militar cuando conducía su moto por los alrededores de Igualada. El problema? Le resultaba muy molesta mientras pilotaba. Él provenía de una familia de tradición textil dedicada a la producción de cuellos y puños de piezas de punto: "La compañía hacía puños, antiguamente habían hecho jerseys, era una compañía pequeña que producía complementos para piezas deportivas", relata el directivo.
En cierto momento Rojas recupera una máquina que antiguamente había producido pañuelos tubulares por el Ejército. Rojas reinventa este concepto, "hace un redisseny cambiando la materia, emplea poliéster, haciendo que se pueda estampar", dice Camps. Un golpe tiene esta pieza "él la usa haciendo trial y comprueba que funciona bien".
A partir de aquel momento la da a amigos y familiares porque lo empleen también. "Rojas comprueba que hay interés en esta pieza, a pesar de que los primeros años fueron muy difíciles", afirma el director general de la marca. Según explica, el fundador ejercía las funciones de comercial, picando puertas yendo de tienda en tienda ofreciendo su producto. "Los tenderos afirmaban que nadie le pedía aquel objeto y por lo tanto no lo querían comprar, porque era un producto nuevo que no existía hasta entonces", dice Camps. La confianza de algunos tenderos, especialmente con la aceptación de tiendas del Pirineu, hicieron arrancar la empresa.
Los patrocinios en raids de aventura sirvieron para crear marca y comprobar la efectividad del producto
A mediados de los noventa, Rojas también apostó para ir a ferias internacionales -como la Ispo a Múnic, la feria referente del sector textil del deporte- e intentar exportar los productos Buff.
Marca, diseño e I+D
Rojas tuvo claro desde los primeros momentos que había que hacer marca. Buff aconteció patrocinador de equipos de raids de aventura: "Estas eran competiciones de una semana en que se hacía un recorrido haciendo diferentes prácticas deportivas a la natura, como por ejemplo la EcoChallenge", recuerda el directivo. Estos patrocinios permitieron mostrar y promocionar el producto y su versatilidad por todos los deportes. Deportistas como Araceli Segarra pudieron usar los productos Buff a través de uno de estos equipos de aventura y los popularizaron y hacer conocidos. Esta práctica se ha mantenido a lo largo de la historia de la compañía: "Siempre hemos dedicado mucha inversión a construir marca por la medida de empresa que tenemos para llenar de significado la compañía y ser reconocidas y preferidas por el consumidor". Actualmente la marca tiene como embajadores bikers de renombre o atletas de trailrunning como José Antonio Hermida, Anton Krupicka, Núria Picas, Zach Miller, Zaid Ait Malek, Sheila Avilés, entre otros.
Además de invertir en identidad de marca, Buff también se ha dedicado a la investigación y el desarrollo para obtener el mejor producto. En un primer momento para crear la primera prenda de ropa, un pañuelo tubular sin costuras. Más adelante para perfeccionarlo: "Hemos mejorado la calidad de la pieza y ofrecemos mejores prestaciones, sobre todo hemos trabajado con las materias, por ejemplo, hemos conseguido que una gama de productos tenga protección solar, repelente de mosquitos o reflectant", detalla Camps.
Buff cuenta con tres abogados dedicados sólo a luchar copias y plagios
Un producto sencillo que, ciertamente, ha tomado una gran popularidad y se ha hecho muy conocido, por su simplicidad y carácter. Pero precisamente este hecho también hace que sea víctima de copias y plagios. "Luchamos contra otras empresas que se aprovechan de nuestra imagen o incluso nuestra marca para vender sus productos. Tenemos tres abogados que se dedican principalmente a buscar todos estos casos de infracción en todo el mundo" que, según indica el empresario, suman entre 150 y 200 cada año.
Protegidos de la crisis
En el conjunto del grupo, Original Buff factura 40 millones de euros anuales y en los últimos 10 años ha mantenido un crecimiento de entre el 8% y el 10%. "El año pasado nos quedamos estables, pero este año volveremos a crecer un 10%", vaticina Camps.
El 90% de las ventas del grupo proviene del extranjero. De hecho, la empresa cuenta con filiales en Alemania, Canadá y los Estados Unidos, tres de sus principales mercados, además de los países nórdicos y Reino Unido. En estos países donde cuentan con empresas propias operan como mayoristas de las aproximadamente 1.500 referencias con que cuentan, entre tubulares y sombreros. "A esta colección añadiremos el verano que viene 150 modelos de gorras", avanza el directivo.