En esencia, Pere Navarro, actual delegado del Estado en el Consorcio de la Zona franca, es un político vocacional con alma de alcalde que quiere integrar el Polígono a la trama urbana de Barcelona, derrocando todas las barreras físicas y culturales que hoy en día todavía les separan.
Hay que decir que "el Polígono" es una pequeña población industrial, de la que cada día entran y salen 20.000 trabajadores, sin contar los de Mercabarna, con unas 145 empresas instaladas en 4,7 millones de metros cuadrados y un volumen de negocio de 55,5 millones de euros, según datos del 2019. Esto hace que sea una de las mayores áreas productivas de España y constituya, junto con el Puerto, el Aeropuerto y la Fira, uno de los principales motores de Catalunya y la región norte occidental euromediterranea. Es decir, de aquella gran área económica y cultural que soñó otro gran alcalde, de nombre Pasqual Maragall.
El Polígono de la Zona Franca es un barrio unidimensional de carácter industrial donde la gente sólo va a trabajar y que la mayor parte de los barceloneses no han pisado nunca. Y esto es lo que Navarro quiere cambiar
Pasa, pero, que urbanísticamente y socialmente el Polígono de la Zona Franca es un barrio unidimensional de carácter industrial donde la gente sólo va a trabajar y que la mayor parte de los barceloneses no han pisado nunca. Y esto es lo que Navarro quiere cambiar.
El origen histórico del Consorcio se sitúa en 1916, cuando fue creado por el gobierno del Estado y el Ayuntamiento de Barcelona para promover la actividad económica en Barcelona y la zona de servicios logísticos y económicos del puerto. En su consejo general, presidido por la Alcaldessa de Barcelona, también están representados los principales agentes económicos del territorio: la Cambra de Comerç de Barcelona, Foment del Treball, los sindicatos UGT y CCOO, Pimec, el Port de Barcelona y Renfe.
Actualmente, dedica una gran energía en el desarrollo de los sectores logístico, inmobiliario, industrial y ferial. Un conjunto de actividades realmente afectadas por la actual crisis derivada de la pandemia que ya estaban experimentando cierta necesidad de renovación en esta segunda década del siglo XXI.
Esta evidencia, combinada con el confinamiento que hemos sufrido, han propiciado que Navarro y la directora general del Consorcio, Blanca Sorigué, él desde la cocina y ella desde el comedor de sus respectivos domicilios, hayan construido un nuevo acontecimiento híbrido (físico y digital) realmente rompedor que tendrá lugar en Barcelona los próximos días 6, 7, 8 y 9 de octubre.
El gran proyecto
"Será la primera buena noticia de la temporada!", se entusiasma el Delegado cuando lo cuenta. Efectivamente será una plataforma presencial y digital, mucho más que un salón de feria y mucho más que un congreso, que tiene que servir para enseñar y aprender nuevos conocimientos, crear nuevas relaciones profesionales y empresariales (dicho de otro modo, hacer networking) y encontrarse con gente interesante con la que normalmente no tienes ocasión de quedar por teléfono en el día a día del trabajo. "La gente, cuando va al Trofeo Godó, pasa más tiempo en el village charlando con unos y otros que no en las gradas viendo partidos de tenis", pone como ejemplo.
Más que una feria, más que un congreso, más que unas jornadas, más que un campeonato internacional de tenis… más que un Club? "Bueno, tampoco hay que exagerar", reconoce. La BNEW (Barcelona New Economy Week) será una gran plataforma de negocio, un punto de encuentro, un tipo de plaza mayor dirigida a la industria, las pymes, las grandes corporaciones, las administraciones públicas, las instituciones, los viveros de empresas tecnológicas y las startups que quieran y puedan trabajar en red en los campos de la logística, la robótica, la inteligencia artificial, la arquitectura, el real estate y las zonas económicas (zonas francas, parques tecnológicos, distritos de innovación, regiones, gobiernos y agencias de desarrollo empresarial) de todo el mundo.
Una iniciativa que ya cuenta con unos 400 speakers de todos los continentes dispuestos a explicar experiencias disruptivas y a conducir entrevistas, debates y conversas inspiracionals, desde una serie de platós ubicados en diferentes edificios singulares de la red urbana barcelonesa: la Casa Llotja de Mar, la Casa Seat, la Estación de Francia y el edificio de la Telefónica en la plaça Catalunya, donde reunirán un público presencial y otro de no presencial, que podrá seguir remotamente las actividades vía streaming.
"Se trata de imbricar el acontecimiento en la ciudad de Barcelona", explica Navarro, convirtiéndolo en un espectáculo que ya tiene el apoyo del Gobierno central, la Generalitat, la Diputació y el Ayuntamiento de Barcelona, la Fundació Mobile World Congress, el 22@ Network, CTecno, La Caixa, el Banco de Santander y otros muchos". "Barcelona ofrecerá al mundo su talento, su hospitalidad y una oferta cultural, arquitectónica, gastronómica y tecnológica realmente remarcable…", añade.
El proyecto será una realidad durante cuatro días de un mes de octubre que también puede cambiar el mundo, o, cuanto menos, cierta manera de mirarlo. Pero como decía el protagonista de Ozark, "las cosas no pasan porque sí, pasan porque hay personas que hacen cosas que hacen que las cosas pasen".
El gran aprendizaje
Pere Navarro tiene los ojos claros y acostumbra a mirar de cara. Nacido en Terrassa el diciembre de 1959, es el hijo único de los propietarios de una pequeña tienda de electrodomésticos y, hasta no hace mucho, ha sido un político profesional que se ha tenido que ganar todas y cada una de las nominaciones para optar a los diferentes cargos que ha ocupado.
Estudió las primeras letras (cómo se decía antes) en el Instituto Arraona Egara, que cogió el nombre de la antigua denominación romana de una población ubicada en el barrio de la Salud de Sabadell (Arraona), y del nombre romano de Terrassa (Egara). Con esta formulación onomástica, tal vez poco imaginativa pero eficaz, sus impulsores evitaron tener que adaptarse a la nomenclatura franquista de la época, a pesar de que no pudieron evitar a los pequeños alumnos aquellas aburridas clases de Formación del Espíritu Nacional (FEN), de dudosa eficacia educativa, ni que la sabiduría popular bautizara el terreno con el mote de SabaTassa del Caudillo.
"Los niños íbamos al Arraona y las niñas al Egara", recuerda Navarro. Y, como es natural, se encontraban en la salida. "La auténtica clase de política no era la FEN, sino la clase de religión que daba uno de aquellos curas comunistas de la época". Unas clases que tenían poco de religiosas, donde el pequeño Pere empezó a abrir los ojos a la política y dónde, junto con sus compañeros, encontró suficiente munición dialéctica para hacer tambalear las convicciones falangistas del esforzado profesor de la Formación del Espíritu.
Así, pues empezó un proceso acelerado de educación social y política que cuando salía de clase complementaba ayudando en la tienda de los padres hasta la hora de cerrar, cosa que, sin saberlo, le procuró dos lecciones adicionales que no se aprenden en la escuela: la del valor del esfuerzo y la capacidad de interpretar psicológicamente los deseos y necesidades de las personas que entran por la puerta sin saber muy bien que quieren.
Del instituto pasó a la Universitat Autònoma de Barcelona, en Bellaterra, donde estudió Biología, sin prisas, dado que ya le interesaba más la política que no las diferencias entre la meiosis y la mitosis. Eran años de clandestinidad y represión, en plena campaña por la libertad de expresión desatada a raíz de la condena de Albert Boadella y los Juglares por el estreno de La Torna.
Fue justamente aquel año 1977, cuando todavía estaba en el instituto y el terror causado por las últimas ejecuciones del régimen estremecían el corazón de la buena gente, que Navarro entró a militar en el Partido Socialista Congrès, de Joan Reventós, del que fue uno de los fundadores de la Juventud Socialista de Terrassa.
La fidelidad a las raíces
"Siempre he sido socialista", reivindica un hombre de grandes fidelidades, que se casó con Àngels cuando tenía 22 años y que nunca ha sido designado para ningún cargo "sin tenérmelo que ganar en competencia con alguno otro compañero". Cómo por ejemplo, cuando en 2011 tuvo que competir con Miquel Iceta, Joan Ignasi Elena y Àngel Ros para ser primer secretario del PSC, o cuando en 2012 tuvo que ganar unas primarias a Montse Tura para ser candidato socialista a la presidencia de la Generalitat.
Manuel Royes, su predecesor a la alcaldía de Terrassa y también a la Delegación del Consorcio, tampoco lo tenía como favorito para sucederlo, pero sin embargo, consiguió ser alcalde "de su pueblo" -una de las máximas satisfacciones que puede tener un político- durante 8 años. Cuatro de buenos, entre 2002 y 2008, y cuatro de malos, durante la crisis del 2008 al 2012.
Navarro: "Siempre he sido socialista"
Servidor público, amante de la política de proximidad, amable lector de libros de historia y especialmente de StephenZweig y su Mundo de ayer, a Navarro también le gusta ir en moto (a los 18 años ya tenía una Ossa Koppa dos y medio), escuchar podcasts de Berto y Buenafuente e ir pensando como se lo hará para recoser la Zona Franca a la trama urbana de Barcelona para evitar que a partir de media tarde continúe siendo el valle fantasma que ocupa un 6% de la superficie de la ciudad de Barcelona.
Ideas seguro que no le faltarán.
El Consorcio quiere ser una herramienta de actividad económica y desarrollo empresarial. La capacidad ejecutiva de la entidad recae sobre la figura del Consejero Delegado del Estado, junto con un órgano de gobierno.
Durante la pandemia DFactury fabricó 400 respiraderos de emergencia.
Un segundo proyecto es el Dfactory 4.0. Queremos que sea un hub tecnológico con diferentes fases de crecimiento y con una inversión inicial de 17 millones de euros para desarrollar nuevas producciones tecnológicas en el mundo de la manufactura avanzada, la digitalización, la robótica, la internet de las cosas, el blockchain y otros proyectos de la economía 4.0. Un ecosistema que tiene que dinamizar esta nueva economía y ofrecer un entorno favorable a la creación de nuevos proyectos.
Del 6 al 9 de octubre se celebrará un acontecimiento híbrido (presencial, digitek) bajo el nombre de Bnew (new economy week)
Prestaciones en platos (espectáculo) en Casa Seat, edificio Telefónica, Correos y estación de Francia)
Red, logística, ecommerce, digital 5.0, free zones
Lugar de encuentro (Conde de Godó)
Proyecto social
Ser la primera buena noticia del año