No es, ni de lejos, la pirotécnica más grande del País Valencià. Pirotecnia Martí es una pequeña empresa familiar de cuarta generación, pero sí que puede presumir de ser la más antigua -y la segunda del Estado español, sólo por detrás de una canaria- y de haber ganado unos cuántos premios: el bronce y plata en el Concurso Internacional de Fuegos Artificiales de Donostia, primer premio en el Concurso de Mascletaes de Alicante, primer premio en el Concurso Internacional de Fuegos de Artificio Ciutat de Tarragona; premio Pymec a la pequeña y mediana empresa de Castelló... ha disparado la codiciada Noche del Fuego de las Fallas de Valencia y todavía podríamos continuar hablando de sus éxitos. Hablamos con su directora general, Reyes Martí Miró, una mujer con las ideas claras en un mundo de hombres (cómo desgraciadamente era de esperar, admite haber sufrido "muchos comentarios desagradables").
Pirotecnia Martí nació en 1868 de la mano de José Martí Usó, tatarabuelo de la jefa actual. Era dinamitero y, para mejorar la economía familiar, pensó que podía conseguir unos ingresos extra haciendo fuegos artificiales. "Hacían voladores, tracas... hacían el material que era más fácil de vender. No se empezaron a hacer carcasas hasta la tercera generación", explica Martí. Antes los tubos se hacían de caña; ahora son de cartón, pero han recuperado algunos diseños antiguos gracias a la restauración de un carpintero. Desde el siglo XIX hasta hoy, la empresa ha cambiado mucho.
Del taller del padre a la fábrica de Onda (Castelló)
Primero, Reyes Martí transformó el pequeño taller de su padre, que sólo abastecía a los municipios de los alrededores, en una fábrica que "se adaptara al siglo XXI". En 2007 tomó la que seguramente es la decisión clave de la supervivencia de esta pequeña sociedad rodeada de grandes empresas: hacer espectáculos con el 100% de la producción propia, de la fábrica de Onda, y pusieron en marcha una línea de investigación especializada en el color.
"Pensamos que si hacíamos cómo todos, comprar material chino y dispararlo, no destacaríamos. Así procuramos que todos nuestros espectáculos sean diferentes"
"Pensamos que si hacíamos cómo todos, comprar material chino y dispararlo, no destacaríamos. Así procuramos que todos nuestros espectáculos sean diferentes", asegura, y presume de ser la única empresa pirotécnica que sigue esta filosofía. Teniendo en cuenta los premios que han ido recolectando, la decisión ha sido todo un acierto.
La desconfianza de la Guardia Civil, las exigencias de la normativa y la crisis económica
Como pequeña empresa, Pirotecnia Martí ha tenido que ir superando obstáculos. Uno de los primeros, si lo podemos decir así, es la anécdota que cuenta la directora: en sus inicios, hace más de cien años, "los pirotécnicos estaban muy perseguidos por la Guardia Civil, había mucha desconfianza y a mi abuelo no lo trataban muy bien"; hoy este tipo de empresas continuan siendo supervisadas por la Intervención de Armas del cuerpo español, pero ya de una manera más normalizada. Durante la Guerra Civil, la pólvora podía ser oro, pero Martí dice que su familia tuvo que dejar de trabajar porque la de los fuegos de artificio "no se puede aplicar a las armas de guerra".
La prácticamente nula normativa de hace un siglo también se ha desarrollado rápidamente, sobre todo a partir de los años 80. Durante esa década la empresa instaló muros de seguridad en el taller y hoy las medidas "son impresionantes". "Te puedes hacer daño, pero no pueden ocurrir grandes catástrofes", asegura la pirotécnica.
La última traba, muy reciente, fue la crisis económica, que redujo la facturación anual a la mitad durante tres años. Martí dice que empezaron "la recuperación" en 2018, y tiene buenas expectativas de cara a 2019. Al crecimiento económico han ayudado las exportaciones, que empezaron hace tres años y aumentan despacio (hoy representan el 15% de las ventas). "Soy novata todavía en exportación", admite. De momento ya han enviado material en Francia, Holanda, Reino Unido y Suecia. Explica que en Europa, si no importan pirotecnia de la China, tienen que comprar en Italia o España, los estados que concentran la producción, a pesar de que "el concepto es muy diferente".
Un negocio familiar y muy estacional
Como se puede imaginar, la actividad de una pirotécnica, por el hecho de estar intrínsecamente ligada a las festividades, es muy estacional. Martí concentra los disparos en Fallas de Valencia –"echamos la producción de cinco meses", asegura- y en las fiestas patronales del verano. Lamenta, pero, que "los grandes acontecimientos se los lleven siempre los mismos" y "no se da la oportunidad a otras empresas porque piensan que no serán capaces... pero sí".
Pirotecnia Martí tiene sólo 7 trabajadores en plantilla, además de otro personal que apoya en ocasiones puntuales. Para hacerse una idea, grandes empresas del sector -como las también valencianas Caballer o Europlà-, pueden llegar a los 70 o 80 trabajadores. La directora prefiere no dar cifras de facturación por la modestia de la empresa familiar, pero dice que "espera" lograr el millón "en unos años", cantidad que hoy todavía está "muy lejos".
Aún así, la fidelización en las exportaciones y la participación de Pirotecnia Martí por el litoral mediterráneo y cantábrico durante el verano le da un feedback positivo. "Fuera del País Valencià, los valencianos estamos muy muy valorados. Somos llamativos y alegres, e impregnamos ese carácter a nuestros espectáculos", subraya.
"Los grandes acontecimientos se los llevan siempre los mismos, no se da la oportunidad a otras empresas porque piensan que no serán capaces... pero sí"
Una anécdota. Le llama la atención la diferente recepción de los fuegos artificiales en el territorio valenciano y en el norte, especialmente en el País Vasco. A la terreta la pirotecnia está bien presente en todas las fiestas de manera complementaria, mientras que los vascos le dedican una consideración diferenciada. "En Vitoria me sorprendió que pararon la música y las atracciones de la feria cuando disparamos el segundo trueno de aviso. Se respeta mucho, hay más afición a ver los espectáculos pirotécnicos en las tres capitales vascas, se lo han trabajado", cuenta. Además, valora el presupuesto que dedican y permite que se puedan "lucir". "En el País Valencià no tienes gastos adicionales de transporte ni alojamiento, pero los presupuestos son muy reducidos, no puedes hacer gran cosa", suspira.
También valora positivamente el trato que dan a los pirotécnicos en el País Vasco, pero también en Navarra o Catalunya (bebidas, comer, duchas, espacio para descansar...), frente a las condiciones que tienen, por ejemplo, en Fallas, donde "ahora te dejan un wáter y una caseta", pero nada de sillas ni bebida fresca contra el calor. "Por todas partes miman y cuidan mucho los pirotécnicos", agradece. Paradójicamente, el País Valencià, cuna de la pirotecnia, tiene que aprender en este sentido.