Joan Ventosa i Roig es, sin duda, uno de los grandes referentes del cooperativismo catalán. Su influencia como pensador, impulsor y divulgador del modelo cooperativo trasciende nuestras fronteras y es reconocida en todo el mundo. Nacido en Vilanova i la Geltrú en el año 1883, hace compatible su trayectoria profesional, política –es alcalde de su ciudad natal y consejero de la Generalitat republicana– y cooperativa hasta el año 1939, cuando al terminar la Guerra Civil, se exilia a México.
Nos dejaba su huella en clave legislativa con la ley española y la ley catalana de cooperativas, liderando y presidiendo las federaciones de cooperativas y participando activamente en la adaptación moderna de los principios cooperativos de la ACI (Alianza Cooperativa Internacional).
En México, como no podía ser de otra manera, también se implica intensamente en el cooperativismo y lo hace especialmente promoviendo el cooperativismo escolar. Agnès Rotger, autora del libro Joan Ventosa i Roig. Impulsor del cooperativismo, de Catalunya a México (Roca i Galès - Edicions Cossetània, 2012), nos explica que Ventosa despliega con éxito el cooperativismo escolar como “la forma de cooperativismo más joven y, probablemente la más especial, dado que mayoritariamente los socios eran menores de edad” y añade que “con una mirada aún más larga, Ventosa estaba convencido de que, educando en el cooperativismo, los niños sentarían las bases para fortalecer el movimiento cooperativo del futuro y, así, contribuir a mejorar el nivel de vida del país”.
De hecho, en el año 1955 Ventosa escribe que “la finalidad primordial de las cooperativas escolares es educativa. Son el complemento de las escuelas, tanto porque facilitan a los alumnos la práctica de muchos conocimientos adquiridos –aritmética, geometría, ciencias naturales, agricultura, economía, etc.– como porque desarrollan, entre sus componentes, los sentimientos de solidaridad, de ayuda mutua y autodisciplina; en una palabra: todo lo que constituye la base de la educación cívica que ha de formar los buenos ciudadanos de mañana”.
Ventosa i Roig murió en el año 1961 en México, donde dejó un extraordinario legado de cooperativismo educativo. En Catalunya esta modalidad de cooperativismo -la terminología actual es, cooperativas de alumnos- está resurgiendo en los últimos años y germina en los centros educativos de primaria, secundaria, grados profesionales y de bachillerato públicos, privados o cooperativos. De hecho, es con el impulso de la federación de cooperativas de enseñanza, en un primer término, y la colaboración del conjunto del cooperativismo y la Generalitat que este modelo cooperativo va creciendo año tras año.
Como el ejemplo vale más que cualquier explicación teórica, podemos centrarnos en un caso concreto y destacado como el de la Escola Petit Món-Felisa Bastida, de Castelldefels. Escuela, cooperativa y concertada de infantil, primaria y secundaria que promueve en todas las etapas educativas escuelas de alumnos. De hecho, tiene prácticamente en todos los cursos. En primero de primaria la Cooperativa l’Hortet permite que los alumnos y socios de la cooperativa cuiden el huerto de la escuela y participen en el proceso de compostaje, la distribución del semillero, la recogida y la venta de los productos de kilómetro cero. En segundo de primaria la Cooperativa Nyam-nyam gira en torno a las recetas, la cocina y los productos saludables. En secundaria, Logística SCCL centra la actividad en la organización de todos los eventos que se llevan a cabo en la escuela.
Y así sucesivamente hasta once, todas ellas con su asamblea y consejo rector para gobernarse. Practican el valor de la anticipación, la capacidad de analizar necesidades y organizan los equipos en las diferentes funciones que generan las necesidades en cada ocasión.
"En el año 2016 se constituyó AlumnesCoop, la federación que agrupa y representa más de cien cooperativas de alumnos de todo el país"
Como dice Marta Rebollar, directora de la escuela, “pretendemos que el objetivo de las cooperativas de alumnos sea educativo”. En esto, explica que la finalidad es que “después de disfrutar de esta experiencia, los alumnos sean ciudadanos libres y hagan suyos los ‘valores cooperativos’ con un sello propio”. Rebollar destaca que los alumnos cooperativistas se llevarán estos principios como “personas en el día de mañana”.
La escola Petit Món es un ejemplo destacado, pero hay muchas escuelas que tienen cooperativas de alumnos. En el año 2016 se constituyó AlumnesCoop, la federación que agrupa y representa más de cien cooperativas de alumnos de todo el país.
Sin duda, Ventosa i Roig estaría orgulloso de este semillero cooperativo y seguro que nos animaría a no desfallecer hasta que todas las escuelas fomentaran experiencias de cooperativismo escolar.