Poner luz a la pobreza energética

Compañías como HolaLuz o la cooperativa Somos Energía agotan alternativas antes de los cortes de suministro y a la vez reclaman soluciones que vayan más allá de la beneficencia

"Es muy fácil disparar contra las grandes eléctricas desde un punto de vista institucional". Quién habla en estos términos con VÍA Emprendida no es ningún gran directivo de estas compañías, sino Carlota Pino, fundadora de HolaLuz. "Tengo credibilidad para decirlo porque estamos revolucionando el mercado", defiende cuando habla sobre una cuestión tan delicada como la de la pobreza energética. No es agradable para nadie asumir que hay vecinos bien cerca nuestro a quien se los cortan los suministros más básicos para no poderlos pagar, por eso Pino resalta que "la pobreza no tiene apellidos. No existe la pobreza energética o la infantil, es pobreza a palo seco". Al fin y al cabo, añade, "una persona que no puede pagar las cosas mínimas de la vida tiene muchos problemas. Restringirlo a las facturas de la luz es minimizar el discurso". La fundadora de HolaLuz tiene claro que "no hay nadie que no pague la factura de la luz porque no le dé la gana".

Aunque desde HolaLuz reclaman abrir el marco de debate, el cierto es que la pobreza, con el apellido energética, está de actualidad. El Parlamento de Cataluña aprobó el año pasado la Ley 24/2015 para garantizar que no se cortarían los suministros básicos a ninguna familia en situación de riesgo, especialmente durante los meses de invierno. La suspensión por parte del Tribunal Constitucional de buena parte de los preceptos de una ley que ni siquiera se ha acabado de desplegar, ha indignado buena parte de la política y la sociedad catalana. Este mismo martes el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha convocado una cumbre con alcaldes y plataformas de afectados para afrontar las últimas suspensiones.

Desde el sector eléctrico, pero, insisten a mirar más allá de defender la ley catalana o desarrollar de similares que sustituyan los artículos recorridos, tal como reclama el grupo promotor de la ILP de Vivienda. "La ley está bien, pero hay agujeros", advierte Tània Vicens, miembro del equipo técnico y la comisión de pobreza energética de Somos Energía. "Quién acaba pagando el pato es la comercialitzadora, cuando quien tiene los beneficios es la distribuidora, que siempre acaba cobrando", añade esta representante de la cooperativa.

Liderando los precios europeos
El sector eléctrico es uno de los favoritos para poner a la diana de las lamentaciones. Un motivo razonable es que España es el cuarto país de Europa donde sale más caro pagar la factura de la luz. De media, los hogares españoles destinan entre 50 y 60 euros al mes. Los últimos datos facilitados por Eurostat el mayo del 2015 sólo sitúan Dinamarca, Alemania e Irlanda por ante España a la hora de rascar-se el bolsillo ante esta factura. Una de las principales razones que siempre se apuntan para explicar este hecho son las prácticas oligopolístiques de los grandes operadores, que ya fueron sancionados con 61 millones de euros el 2011.

Eurostat


Ahora bien, poco a poco la liberalización del sector está dejando espacio a compañías como la misma HolaLuz o la cooperativa Somos Energía, que con formas de trabajar completamente diferentes se niegan a ser incluidas en el mismo saco que las grandes empresas en la gestión de la pobreza. Denuncian que "los grandes operadores no están muy preocupados porque mientras la cuenta de resultados salga bien, los es igual. No es un tema urgente por ellos", según Pino. Vicens lamenta que "su acción dificulta resolver el problema porque están en contra de cualquier remedio. Su criterio no es que haya un bienestar social, su filosofía es hacer cuanto más dinero mejor".

Un problema incómodo, pero un problema
Tanto HolaLuz cómo Somos Energía se han alineado siempre con unos valores incompatibles con los de dejar alguien sin luz. Ahora bien, tal como recuerda Zanahoria Pino, "ninguna empresa del mundo puede tener gente que no paga". Desde VÍA Emprendida los pedimos que expliquen qué hacen en estas situaciones.
"Tenemos una media de impagados 10 veces más baja que la del sector, y en el 90% de los casos recuperamos inmediatamente las facturas que nos devuelven porque el impago es debido a no disponer de dinero a la cuenta bancaria en aquel momento", explica Pino. El resto, que supone entre un 0,1 y un 0,3% del total de la facturación de HolaLuz, es "gente que realmente no puede pagar".

La fundadora de la empresa indica que en estos casos "los invitamos a ir a la tarifa de último recurso, que tiene un bono social con un descuento del 25% respeto el precio de la subasta inicial". En este punto, Carlota Pino aclara que el margen industrial de HolaLuz, el que ganan sin haber pagado nóminas, etc., "son entre 20 y 30 euros por cliente y año. Es decir, que si una persona nos deja de pagar una factura de 50 euros, necesitamos el margen entero de un cliente y medio para poder hacer frente". Ante esta situación, relata que como compañía sólo tiene dos soluciones: "Subir los precios porque los que paguen sufraguen los que no lo hacen, cosa que nos parece desalineado con nuestros valores. La otra solución es invitarlos a marchar, que es el que tenemos que acabar haciendo".

A Somos Energía, que explican en su blog el protocolo a seguir en estos casos, Tània Vicens indica que las aportaciones voluntarias de los socios de la cooperativa (un céntimo por cada kw/h consumido) permiten tener una almohada económica con el cual cubrir estas situaciones. "En el caso de un socio la cooperativa se hace cargo de las facturas impagadas durante un año como máximo. Además, se establece contacto para conocer su situación", señala.

En el supuesto de que el que no pueda pagar las facturas no sea socio de la cooperativa, explica, "para cumplir la ley y no cortar el suministro, derivamos el contrato a la comercialitzadora de referencia, que en Cataluña es Endesa". Vicens detalla que este operador "en principio puede dar una mayor protección porque puede ofrecer el bono social, cosa que nosotros no podemos".

Investigación de apoyo local
A la hora de buscar soluciones, desde Somos Energía han apostado para ir de la mano de las administraciones locales. "Hemos hecho un modelo de convenio que estamos ofreciendo en los ayuntamientos que nos contactan. Este convenio ofrece por parte de Somos Energía una formación a los técnicos del ayuntamiento para que puedan aconsejar los usuarios en materia de eficiencia energética", dice Tània Vicens.

El acuerdo también permite pasar la contratación municipal a la cooperativa a cambio que esta realice estudios de optimización para conseguir un ahorro económico que se pueda destinar a un fondo contra la pobreza energética. "También nos comprometemos a no cortar el suministro de aquellas personas que el ayuntamiento derive. El ayuntamiento se hace socio de la cooperativa y deriva los contratos de las personas en situación de riesgo, haciéndose cargo de las facturas impagadas", detalla. De momento, ya han firmado con Martorelles y Arbúcies; y sólo faltan los últimos flequillos para firmar con Vilafranca del Penedès.

Ampliar el marco
"Que haya una solución restringida porque estas personas puedan pagar las facturas de la luz me parece una cosa muy limitada", dice Zanahoria Pino. La fundadora de HolaLuz apunta la posibilidad de incluir los suministros básicos en servicios sociales como los alquileres reducidos o las beques comedor. "Se tendría que incluir en los presupuestos de bienestar social. Es algo que las compañías eléctricas podríamos vehicular sin problemas", propone. A su entender, "todo el mundo que cumpliera los requisitos establecidos podría tener derecho a disfrutar de un bono social del 100% en la factura de la luz".

Aún así, la responsable de HolaLuz insiste a abrir el foco de la cuestión. "Cualquier apellido a la pobreza vende más porque tienes un debate mucho más acotat y puedes cargar contra gente más directamente. Pero el problema es mucho más amplio", insiste. Por este motivo reivindica "accionar palancas más potentes, como ayudar la gente a encontrar trabajo. Nadie quiere vivir de la beneficencia".

En este sentido, lamenta no haber recibido respuesta a los varios ofrecimientos de HolaLuz. "He enviado cartas tanto al Ayuntamiento de Barcelona como la Generalitat, por esta materia y por otros. Poder generar trabajo tiene más valor que regalar luz a quien no la puede pagar. Generar trabajo es motor de crecimiento y una solución de largo plazo y no para parar el golpe", asegura.

Pino se pregunta retóricamente por qué no "nos envían gente que no tiene trabajo. Siempre estamos buscando perfiles de personas que sonrían y quieran cambiar el mundo. De aquí a final de año queremos contratar 15 personas más. Y de momento no tengo respuestas sobre esto".

Unos ofrecimientos que no han tenido acogida, "no sé si es porque no podemos ofrecer 15.000 puestos de trabajo. Pero la época que se abrían plantas con 5.000 lugares de trabajo se ha acabado", asegura. "Ahora va de crear centenares de proyectos con 50 o 100 puestos de trabajo, que además tienen más capilaridad social y menos riesgo de deslocalización y de dejar miles de familias a la calle". La dirigente de HolaLuz lamenta tener la sensación que "no dan valor a los puestos de trabajo que ofrecemos porque dentro de su gran foto no los arregla la fiesta".
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