
Hace poco tiempo, atraer turistas exigía una cantidad importante de recursos económicos públicos y privados para hacerlos venir a la destinación. Ahora, en un mercado cada vez más de demanda, el dinero debe invertirse fundamentalmente en la mejora de la oferta para que sea atractiva y propia, en la selección de los clientes que se quiere atraer, en la creación de comunidades físicas y virtuales entre las destinaciones, las empresas y los clientes, y en la innovación y mejora permanente. Todo esto requiere unas empresas turísticas mucho más robustas que la mayoría de las pymes y las micro actuales del sector.
Algunos pensamos ingenuamente que la pandemia ralentizaría naturalmente el ritmo de los visitantes, lo que permitiría racionalizar los negocios, administrar mejor la experiencia de los turistas, y rentabilizar con creces estos servicios. Pero cinco años después, los modelos de planificación de las destinaciones han cambiado relativamente poco; son similares a antes, pero con más gente. De hecho, vienen más turistas, pero muchas pymes y microempresas no abren muchos días porque no les compensa alquilar el personal necesario por horas, ofrecen comidas un par de veces por semana incluso en la alta temporada, o no ofrecen servicios permanentes sino según demanda. Con irregularidad horaria, personal eventual y precario, y sin asegurar la actividad permanente, el sector queda cojo y desata una espiral descendente que provoca desmotivación empresarial, falta de calidad, y desconfianza de los clientes. Crece el PIB turístico general, no obstante, permanece el mismo número de estas empresas que no pueden desarrollar la actividad anual plena y consolidada.
Mucha ropa y poco conocimiento
Un estudio presentado en el IV Congreso de los Economistas de Catalunya recoge la opinión de los empresarios de las destinaciones de costa y de interior, excluyendo la demarcación de Barcelona. En este trabajo se evidencian las dificultades de muchos de ellos. Se trata de un sector que aporta una riqueza extraordinaria al país, del cual depende una parte importante de la población asalariada, pero las remuneraciones continúan de media en la parte baja de las remuneraciones de todo el estado. No se consolida un sector en estas condiciones.
No se puede negar que los grandes grupos de turismo -hoteleros, agencias de viaje, tecnológicas, aéreas, de ocio, resorts...- incrementan su facturación y se internacionalizan cada vez más. Tampoco se puede negar que algunas medianas toman vuelo -y en Catalunya tenemos ejemplos extraordinarios-, aunque no se puede afirmar que sean muchas. Sin embargo, las pequeñas y las micro, la mayoría absoluta, continúan facturando escasez y operando de forma intermitente. Junto con el comercio, son las que mantienen una mayor proporción de pequeñas y medianas empresas.
Muchas pequeñas y microempresas turísticas se desangran, se alejan de los avances del conjunto del sector, y entorpecen que el sector avance más rápidamente
La dimensión de pyme es ideal si ofrece una buena remuneración para el empresario, unos salarios oportunos para los trabajadores, una adecuada aportación fiscal a la riqueza del entorno, y los recursos necesarios para la transformación digital y la innovación. Muchas pequeñas y microempresas turísticas se desangran, se alejan de los avances del conjunto del sector, y entorpecen que el sector avance más rápidamente. El programa Next Generation no ha ayudado demasiado: ha dado apoyo abundante a las primeras; menos a las segundas; y muy poco o las migajas al tercer grupo. En este sentido, podemos hablar con propiedad si nos referimos al sector turístico de la Catalunya rica y de la Catalunya pobre. La línea que los separa no es el litoral y el interior, ni el hábitat denso y disperso, ni unas destinaciones u otras.
Aparte de las que han vendido o se han replegado, unas empresas han evolucionado y otras no han acertado las condiciones. Suele haber una relación entre la destinación y las empresas que allí operan, aunque cada empresa turística es un mundo; se pueden ver claras las diferencias entre la Costa Brava, la Costa Dorada, Terres de l’Ebre o las comarcas pirenaicas de Lleida. A medida que las grandes empresas penetran en todos los territorios, las homogeneizan originando nuevos ecosistemas.

Dicho esto, no se puede negar que las destinaciones más avanzadas se alejan de las más rezagadas. Las primeras se plantean modelos de negocio de tercera generación, es decir, mayor dimensión empresarial, facturación superior, profesionalización plena de la gestión empresarial, alianzas dentro de las destinaciones y fuera, y un proceso de internacionalización que les permita aprovechar en otros lugares el conocimiento adquirido; las segundas, por el contrario, están ancladas con la visión de los años setenta y ochenta a la espera de que todo vuelva a ser como antes, flujos turísticos descontrolados, escaso interés por la calidad y el servicio.
Nunca limitar el crecimiento
En el estudio de referencia, la mayoría absoluta de los empresarios expresa una opinión contraria a limitar el crecimiento turístico. Siempre hemos creído que el decrecimiento es una actitud cobarde ante el futuro y nada conveniente para el conjunto del sector y de la economía del país. Ahora bien, esto no quiere decir que no se deban proponer las correcciones indispensables para que el sector continúe creciendo en número de empresas rentables, salarios adecuados y aportaciones valiosas al medio ambiente.
Significa, por tanto, que se debe seguir en la línea de aumentar la tasa turística, incluso ampliar los impuestos a los turistas para que paguen su parte en el uso de los servicios públicos; se deben acotar definitivamente los pisos turísticos; se deben incrementar los precios de los servicios para adaptarlos a los costos reales -a medida que se mejora el valor otorgado-. Por lo cual, es urgente impulsar muchos más programas de innovación, de transformación de los modelos de negocio y de internacionalización de las pymes turísticas, cosa que parece que en este sector nos olvidamos fácilmente.