A la hora de trabajar por cuenta propia hay que decidir con qué forma jurídica responderemos de nuestra actividad. Es muy importante conocer las opciones que se tienen al alcance para saber qué elección es la que más se adecúa a nuestras necesidades.
1. Trabajador autónomo
A favor, flexibilidad; en contra, cuota mensual
Darse de alta al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RINDA) es una de las opciones que más ha crecido últimamente. El 90% de las altas como nueva actividad en este último año han estado de personas que se han registrado como nuevos autónomos. "Se ha visto una tendencia a la alza a la intención de emprender por aquellas personas que el mercado de trabajo no los da las oportunidades de calidad que creen que se merecen, y emprenden por necesidad", señala Àngels Valls, profesora del Instituto de Estudios Laborales de Esade.
Poner en marcha un proyecto como trabajador autónomo ofrece unas ventajas que pasan por la flexibilización del horario y también de los ingresos percibidos a finales de mes. "Te ofrece una independencia, poderte organizar el trabajo y los horarios de acuerdo con tu disponibilidad con una flexibilidad a la hora de desarrollar tu actividad", señala Salvador Duarte, presidente de la Confederación de Trabajadores Autónomos de Cataluña (CTAC).
Duarte también señala la ventaja que supone para un autónomo poder variar los ingresos de acuerdo con su trabajo, hecho que supondrá tributar en función del dinero percibido. El aspecto más negativo es el pago de la cuota fija de como máximo 285 euros mensuales independientemente de la facturación.
2. Crear una sociedad
A favor, responsabilidad limitada; en contra, proceso de apertura
Hacen falta como mínimo dos personas para ejecutar esta opción, y uno de los recursos más al alcance pasa para constituir una sociedad civil, donde los socios son capitalistas o industriales, según aporten dinero o trabajo . Esta es una buena elección para pequeños negocios que no requieran una gran inversión inicial y que opten por una gestión sencilla.
"Se suele recomendar cuando se tiene una facturación pequeña y limita la responsabilidad para no responder con el patrimonio propio", explica Duarte, que añade que es una buena elección si hay el riesgo de tener impagados. Esto permitirá que la actividad desarrollada quede limitada a la sociedad, sin posibilidad que, dado el caso, "puedan ser embargados bienes propios como la casa o el coche", añade.
Uno de los aspectos negativos que apunta el presidente de CTAC es la inversión inicial, tanto económica como temporal: "La media española para poner en marcha una sociedad es de 84 días, y la remisión gira en torno a los 2.500 y los 3.000 euros dependiente de la sociedad que se quiera constituir, hecho que requiere unos recursos más elevados que en el caso de un autónomo", detalla. A todo estohabrá que añadir el procedimiento que en cada caso variará, pero que pasa por los servicios de un notario, escriturar o pedir los permisos necesarios al ayuntamiento en caso de contar con local propio.
Sumarse a una cooperativa
A favor, mejor resistencia; en contra, los márgenes de lucro
La opción de la cooperativa de trabajo asociado permite trabajar sin ser autónomo y con una cotización inferior, con una cierta rebaja la de carga económica para el trabajador. "Queremos promover los beneficios del trabajo asociado entre los profesionales de diferentes sectores de actividad, creando sinergias y obteniendo ventajas sociales, como la formación, y mejorar los costes y el valor añadido al profesional", señala Solo Molina, miembro de la cooperativa de freelance Smart Cooper.
La profesora Valls añade que las cooperativas suelen tener más capacidad de soportar el paso del tiempo aunque no sean de sectores de alto valor añadido: "Suelen ser grupos de personas que conocen muy bien el oficio y la forma jurídica los da una nueva plataforma para continuar una actividad y ajustar aspectos con una gran flexibilidad interna en efectos como el reparto de beneficios o las horas de trabajo".