16
de Marzo
de
2016
Act.
16
de Marzo
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2016
La historia del sistema bancario español y catalán se reescribe desde el 2009, cuando se creó el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) y se inició el proceso de reordenación del fragmentado mapa de entidades del país. El proceso afectó especialmente las cajas locales, demasiado pequeñas para sobrevivir en un entorno que reclamaba volumen para ser competitivo. En este contexto nace en mayo de 2010 Unnim, fruto de la fusión de Caja Terrassa, Caja Sabadell y Caja Manlleu. Su trayectoria ha sido narrada al por menor por los medios: dos test de estrés no superados como bautizo, procesos de capitalización y adquisición por parte del BBVA el 2012. En paralelo, y con un eco mediático menor, estas entidades tuvieron que encarar la reconversión de su rama más social. Qué seha hecho de la obra social de estas cajas de ahorro?
Tal y como recordaba el presidente de la Fundación Antiguas Cajas Catalanas, Jaume Ribera, en el acto La transformación de la obra social de las cajas de ahorro celebrado a la sede de CECOT, "después de caer en el segundo test de estrés, el 2011, y que el FROB pusiera en venta la entidad por 1 euro, Unnim separa su negocio financiero (Unnim Banco) y su patrimonio y obra social (Unnim Caja)".
Ribera asegura que, en aquel momento, la situación era de incertidumbre, hasta el punto que se llegó a especular que los bienes de las obras sociales acabaran en manso del Banco de España. "La llegada del BBVA fue clave por la conservación del patrimonio; la entidad se sintió cómodo con el eslogan 'Banca de Proximidad' y se convirtió en el interlocutor de la Fundación Antiguas Cajas Catalanas".
Después de su reconversión en fundaciones y de la creación de la Fundación Antiguas Cajas Catalanas, el 2013, las antiguas obras sociales de Caja Terrassa, Sabadell y Préstamo negocian año a año su presupuesto con el BBVA. La primera aportación del banco para las fundaciones del grupo Unnim fue de 300.000 €, mientras que la de 2015 subió hasta los 500.000. "Existe dependencia en un patrocinador, pero la partida crece cada curso y, si tenemos presente de donde veníamos, podemos estar satisfechos", considera Ribera; que celebra el mantenimiento del patrimonio y de las actividades locales más emblemáticas.
Instituciones privadas, acciones de interés público
El alivio actual no supone un futuro sin dificultades por las antiguas obras sociales. El presidente de la Fundación de la Antigua Caja Terrassa, Ignasi Cusidó, recuerda que "el BBVA es un banco y, por lo tanto, no quiere saber nada de déficits: sus aportaciones van dirigidas a acciones que suponen un regreso positivo por su imagen".
La consecuencia es que las fundaciones tienen que encontrar la manera de ser autosuficientes, con la dificultad que supone encontrar financiación para instituciones formalmente privadas, pero que realizan actuaciones de interés público. "Si buscamos inyecciones de capital en el ámbito privado nos dicen que tenemos que ir al ente público. Y cuando picamos la puerta de la administración, nos dicen que somos privados", explica Cusidó, que considera que la solución pasa para mutar en entidades de utilidad pública.
El caso de la Fundación Caja Terrassa
De las tres entidades que acabaron conformando Unnim, Caja Terrassa es la que contaba con una obra social más activa y que, hoy, tiene continuidad con los proyectos del Centro Cultural, FUPAR y El Hogar.
Cusidó reconoce que la programación de actividades culturales "siempre es deficitaria", por el que considera que "sin el apoyo de una entidad como el BBVA sería difícil mantener toda la programación del Centro Cultural". Aún así, este espacio destinado a la música, la danza y otros espectáculos cerró el 2015 con 790.000 euros de ingresos, sin intervención pública. De hecho, entre el 2012 y el 2016, el centro ha reducido su déficit en 400.000 euros, hasta una previsión de dejarlo en 371.000 euros al final de 2016. Cómo se explica? Ha habido una reducción de personal, pasando de 18 a 10 personas en plantilla, y alquilando las instalaciones para congresos, convenciones, etc.".
Por su parte, el FUPAR destina su actividad a la atención e inserción laboral de las personas con discapacitado. Cusidó considera que su futuro pasa para aportar un "espíritu más empresarial" a su gestión, y esto pasa para "ir a buscar el cliente". La entidad ha ganado por primera vez un concurso público por la gestión de la jardinería a la ciudad de Terrassa y la intención es replicar el modelo en ciudades del cercando. "Con proyectos, el FUPAR es autosuficiente", asegura Cusidó. Actualmente, la actividad del centro supone unos ingresos 4,5 millones de euros, mientras que la administración aporta 3,2 millones más. El presidente de la Fundación de la Antigua Caja Terrassa calcula que el déficit del proyecto quedaría a cero si se mantienen los ingresos los cercanos dos años.
Finalmente, El Hogar atiende actualmente a 155 personas grandes y cuenta con proyectos de servicio a domicilio de comer triturat y una tienda de venta de material ortopèdic. En su caso, los ingresos por actividad propia suponen el 86,2% de las entradas totales de los proyectos, mientras que el balance anual está en números verdes desde hace tres años.
Con una plantilla total de 550 personas entre los tres proyectos, Cusidó reivindica la Fundación como "una de las empresas importantes de Terrassa, todo y el desconocimiento de la gente", y apunta a un reto común por todas las antiguas obras sociales: "tenemos que poder salir adelante sin el apoyo del BBVA, de forma que los recursos propios de la Fundación cubran los gastos generados".
Tal y como recordaba el presidente de la Fundación Antiguas Cajas Catalanas, Jaume Ribera, en el acto La transformación de la obra social de las cajas de ahorro celebrado a la sede de CECOT, "después de caer en el segundo test de estrés, el 2011, y que el FROB pusiera en venta la entidad por 1 euro, Unnim separa su negocio financiero (Unnim Banco) y su patrimonio y obra social (Unnim Caja)".
Ribera asegura que, en aquel momento, la situación era de incertidumbre, hasta el punto que se llegó a especular que los bienes de las obras sociales acabaran en manso del Banco de España. "La llegada del BBVA fue clave por la conservación del patrimonio; la entidad se sintió cómodo con el eslogan 'Banca de Proximidad' y se convirtió en el interlocutor de la Fundación Antiguas Cajas Catalanas".
Después de su reconversión en fundaciones y de la creación de la Fundación Antiguas Cajas Catalanas, el 2013, las antiguas obras sociales de Caja Terrassa, Sabadell y Préstamo negocian año a año su presupuesto con el BBVA. La primera aportación del banco para las fundaciones del grupo Unnim fue de 300.000 €, mientras que la de 2015 subió hasta los 500.000. "Existe dependencia en un patrocinador, pero la partida crece cada curso y, si tenemos presente de donde veníamos, podemos estar satisfechos", considera Ribera; que celebra el mantenimiento del patrimonio y de las actividades locales más emblemáticas.
Instituciones privadas, acciones de interés público
El alivio actual no supone un futuro sin dificultades por las antiguas obras sociales. El presidente de la Fundación de la Antigua Caja Terrassa, Ignasi Cusidó, recuerda que "el BBVA es un banco y, por lo tanto, no quiere saber nada de déficits: sus aportaciones van dirigidas a acciones que suponen un regreso positivo por su imagen".
La consecuencia es que las fundaciones tienen que encontrar la manera de ser autosuficientes, con la dificultad que supone encontrar financiación para instituciones formalmente privadas, pero que realizan actuaciones de interés público. "Si buscamos inyecciones de capital en el ámbito privado nos dicen que tenemos que ir al ente público. Y cuando picamos la puerta de la administración, nos dicen que somos privados", explica Cusidó, que considera que la solución pasa para mutar en entidades de utilidad pública.
El caso de la Fundación Caja Terrassa
De las tres entidades que acabaron conformando Unnim, Caja Terrassa es la que contaba con una obra social más activa y que, hoy, tiene continuidad con los proyectos del Centro Cultural, FUPAR y El Hogar.
La sede de Cecot acogió la jornada sobre la transformación de las obras sociales. Cedida |
Cusidó reconoce que la programación de actividades culturales "siempre es deficitaria", por el que considera que "sin el apoyo de una entidad como el BBVA sería difícil mantener toda la programación del Centro Cultural". Aún así, este espacio destinado a la música, la danza y otros espectáculos cerró el 2015 con 790.000 euros de ingresos, sin intervención pública. De hecho, entre el 2012 y el 2016, el centro ha reducido su déficit en 400.000 euros, hasta una previsión de dejarlo en 371.000 euros al final de 2016. Cómo se explica? Ha habido una reducción de personal, pasando de 18 a 10 personas en plantilla, y alquilando las instalaciones para congresos, convenciones, etc.".
Por su parte, el FUPAR destina su actividad a la atención e inserción laboral de las personas con discapacitado. Cusidó considera que su futuro pasa para aportar un "espíritu más empresarial" a su gestión, y esto pasa para "ir a buscar el cliente". La entidad ha ganado por primera vez un concurso público por la gestión de la jardinería a la ciudad de Terrassa y la intención es replicar el modelo en ciudades del cercando. "Con proyectos, el FUPAR es autosuficiente", asegura Cusidó. Actualmente, la actividad del centro supone unos ingresos 4,5 millones de euros, mientras que la administración aporta 3,2 millones más. El presidente de la Fundación de la Antigua Caja Terrassa calcula que el déficit del proyecto quedaría a cero si se mantienen los ingresos los cercanos dos años.
Finalmente, El Hogar atiende actualmente a 155 personas grandes y cuenta con proyectos de servicio a domicilio de comer triturat y una tienda de venta de material ortopèdic. En su caso, los ingresos por actividad propia suponen el 86,2% de las entradas totales de los proyectos, mientras que el balance anual está en números verdes desde hace tres años.
Con una plantilla total de 550 personas entre los tres proyectos, Cusidó reivindica la Fundación como "una de las empresas importantes de Terrassa, todo y el desconocimiento de la gente", y apunta a un reto común por todas las antiguas obras sociales: "tenemos que poder salir adelante sin el apoyo del BBVA, de forma que los recursos propios de la Fundación cubran los gastos generados".