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Riuverd, un cesto de la compra sin ánimo de lucro

La cooperativa de Solsona ayuda los jóvenes en riesgo de exclusión a formarse para facilitar su inserción al mercado laboral

Miembros del equipo de Riuverd | Cedida
Miembros del equipo de Riuverd | Cedida
Barcelona
01 de Noviembre de 2017

Riuverd es una cooperativa sin ánimo de lucro de Solsona que ayuda los jóvenes en situación de exclusión social. Los ofrecen un lugar donde formarse, donde trabajar y donde adquirir experiencia y competencias suficientes porque sean capaces de construirse un futuro con posibilidades.

 

Ya hace tres años que la empresa inició su actividad. Trabaja en los ámbitos de la jardinería, la elaboración de productos como mermeladas y salsas, y hace poco han empezado a repartir cestas de verduras y hortalizas de temporada. Por lo tanto, de calabazas y moniatosva rellenada para este otoño.

Una parte del producto es propio, lo cultivan sus trabajadores, pero la demanda es tan elevada que han tenido que buscar productores de la zona para alcanzarla. "Las cestas funcionan bastante bien y nos han traído a crear el sello Tierra de provecho, que es un sello de unos cuántos de la zona", explica Jordi Corbera, uno de los tres socios fundadores del proyecto.

 

Todo lo hace el equipo de Riuverd , formado por el personal cualificado que mantiene en pie la estructura y por el colectivo de jóvenes a quienes ofrecen una oportunidad laboral. "El máximo que puede estar una persona contratada son 30 meses. Trabaja 6 o 4 horas en el día y afuera también se saca la ESO en la escuela de adultos, hace algún curso de catalán o se saca el carné de conducir", explica, "nuestro objetivo es que cuando salga, esté preparado para hacer cualquier cosa".

Ayudar uno de los colectivos más desfavorecidos

A pesar de que Corbera afirma que están abiertos a recibir cualquier persona, el grupo principal de atención es la juventud. La idea surgió en su paso como trabajador de la asociación Afrau de servicios educativos y sociolaborales con la llegada de la recesión: "Antes los jóvenes de 16 años dejaban la etapa escolar, encontraban trabajo rápidamente y en la cabeza de poco cobraban muchísimo. Con la crisis, esta gente se quedó sin trabajo y sin formación, porque no habían acabado los estudios. Decidimos mirar si podíamos hacer algo y el resultado fue la cooperativa".

Los socios tenían experiencia en ámbitos como la atención sociocultural y la jardinería, pero los van caldre más conocimientos para poder constituirse como una entidad que ofreciera oportunidades reales. "Dejé el trabajo, empecé a formarse en emprendeduría y cocina, y así hice las primeras pasas", relata Corbera.

El cofundador asegura que el ocupabilitat es alta y que hasta ahora los trabajadores que acaban el periodo de 30 meses o marchan por voluntad propia sin haber sacado provecho son pocos. "De casos de éxito brutaleshemos tenido tres, han sido rotundos. Han acabado el proceso, se han sacado la ESO y ahora tienen un buen trabajo", explica con orgullo, "en general la mayoría están satisfechos, pero siempre hay algún caso que destaca por el gran impacto que hemos tenido en él".

Una empresa social también se tiene que gestionar

Corbera eligió capitalizar el paro para poner en marcha la cooperativa y los otros dos socios hacer la aportación pertinente. Contaron también con el apoyo de La Caixa, de quién recibieron una dotación económica importante para iniciar la actividad y una pequeña formación sobre gestión que fue vital para "ver que a una empresa social no deja de ser una empresa que se tiene que gestionar". "Con hacer mermelada o cuidar un jardín nohaces bastante, tienes que producir para tener trabajadores e ingresar dinero para sobrevivir", justifica.

Ahora mismo el negocio está "medio estabilizado", según Corbera. Tienen suficientes beneficios para mantener de pie la actividad, pero reconoce que todavía son importantes las ayudas y subvenciones. De aquí que para el próximo año se marquen como objetivo ser autosuficientes.