Si introducimos la pregunta que encabeza este artículo en una conversación entre interlocutores con una edad suficiente para mostrar algunas canas o una alopecia cocinada a fuego lento, hay muchas posibilidades que alguien asegure que la respuesta es clara: Vanguard era una marca de televisión de hace algunos años. Efectivamente, en 1981 hizo suspensión de pagos un fabricante local de aparatos de televisión que en los años 60 y 70 se coló en multitud de hogares catalanes. Era una época en que la industria doméstica se permitía competir codo a codo con las multinacionales del sector, en este caso desde su modesta factoría de Hospitalet de Llobregat.
La respuesta es cierta, pero en este artículo no pretendemos hablar de tecnología vintage sino de uno de los grandes protagonistas de la industria financiera mundial, el Vanguard Group, Inc. El hecho que a poca gente de nuestras comarcas les suene el nombre de esta firma financiera es una anomalía, pero por otro lado es una realidad en consonancia con el hecho de vivir extramuros del mundo del dinero. Si abrimos los ojos hacia el ámbito anglosajón encontraremos un montón de entidades vinculadas a la gestión de inversiones que desbordarán el marco mental de todos aquellos que piensan que "la Caixa" (ahora CaixaBank) es un monstruo de las finanzas. Incluso, los dos tótems de la banca española, Santander y BBVA, nos parecerán enanos junto a los protagonistas del mundo del dinero "de verdad".
"Los dos tótems de la banca española, Santander y BBVA, nos parecerán enanos junto a los protagonistas del mundo del dinero "de verdad""
En el supuesto que nos ocupa, el de la firma financiera Vanguard, la primera característica que llama la atención es el ingente volumen de recursos que gestiona, nada más y nada menos que 4,7 billones de euros, que equivale a más de cuatro veces el PIB de España. Se trata de fondos procedentes de más de veinte millones de ahorradores, muchos de ellos a través de fondos de pensiones. Una de las claves de su éxito son las bajas comisiones que cobran para gestionar, alrededor del 0,10% anual, fruto de aplicar lo que en finanzas se conoce como "gestión pasiva". Esta técnica consiste en diseñar una cartera a partir de replicar un índice (como podría ser el Ibex 35, por ejemplo), en vez de hacer compras y ventas continuas para mirar de superarlo.
Al final, la gestión pasiva acostumbra a dar buenos resultados a un precio muy bajo. Pero fijémonos en otro aspecto muy interesante, como es el poder que les confiere gestionar tanto dinero. Habría que vivir en el planeta Ummo para no haber oído nunca a hablar de empresas como Facebook, Google, Apple, Microsoft, JP Morgan o ExxonMobil, para poner unos ejemplos muy conocidos. Qué tienen en común estos gigantes de la economía mundial, más allá de ser de origen americano? Pues que todos ellos tienen el mismo máximo accionista: Vanguard Group. En efecto, a todas estas empresas -y en muchas otros- el primer accionista con diferencia es la firma financiera de la cual hablamos, siempre con posiciones alrededor del 7% del capital, mucho más que la cuota de poder que atesoran los fundadores de algunas de estas empresas tan exitosas, los muy mediáticos Bill Gates, Mark Zuckerberg o LarryPage. Probablemente nadie en el mundo tiene tanto de poder sobre las empresas cotizadas como Vanguard y por lo tanto, resultaría ingenuo pensar que la firma que lidera Mortimer J. Buckley es una mera espectadora de las empresas donde invierte. O en otras palabras, esta compañía tiene suficiente capacidad para influir de forma decisiva en la gestión de estas marcas tan conocidas.
"Qué tienen en común Facebook, Google, Apple, Microsoft, JP Morgan o ExxonMobil? El mismo máximo accionista: Vanguard Group"
En los Estados Unidos es muy frecuente que las empresas incrementen su músculo financiero saliendo a cotizar a bolsa, de forma que en cabeza de las sucesivas ampliaciones de capital que llevan a cabo para captar recursos, la propiedad original acostumbra a quedar muy diluida y los nuevos protagonistas pasan a ser los fondos de inversión. Esto sucede también, aunque parezca una paradoja, en los mismos fondos, que al tener forma de empresa, acaban teniendo por accionistas a otros fondos de inversión. El caso de Vanguard, pero, es una excepción: no es una compañía cotizada y su propiedad es mutual, o sea, sus propietarios son los mismos fondos que se integran a la estructura de la firma. En otras palabras, inversores y propietarios son los mismos y, según ellos, esto redunda en menos gastos -no tienen que retribuir un accionista externo-, ausencia de conflictos de interés y, por supuesto, una alineación total entre los intereses de la compañía y los de los inversores. En el resto de casos, como puede ser el de la célebre sociedad BlackRock -la más grande del mundo- accionistas e inversores no coinciden.
Ya hemos dicho antes de que el desconocimiento que tiene el público de nuestro país sobre Vanguard se tendría que considerar una anomalía, pero lo cierto es que el grado de ignorancia va mucho más allá. Podríamos apostar lo que fuera a que tampoco resuenan los nombres de StateStreet, Fidelity, Capital Research & Management o T. Rowe Price, otras sociedades que acompañan Vanguard en el podio de los más poderosos del mundo de las finanzas. Y no es que no sean conocidos por el ciudadano común -esto es un hecho evidente-, es que muy probablemente tampoco los conocen el grueso de trabajadores del mundo financiero local. Cómo decíamos antes, vivimos lejos de las principales avenidas por donde se pasean el dinero.
"Vivimos lejos de las principales avenidas por donde se pasean el dinero"
A menudo sentimos gente culpando de todos los males a los mercados financieros; posiblemente hay un poso de razón en estas posturas, pero parece muy imprudente sacar conclusiones apresuradas de un mundo que resulta tan desconocido a la mayoría de mortales. Las dinámicas internas de los mercados son complejas en extremo e ignorarlo puede llevar a culpar las personas equivocadas de todos los males del capitalismo: querer ahorrar para la jubilación te hace cómplice de algo? Parecería razonable pensar que no. Por lo tanto, haría falta primero hacer un esfuerzo para formarse y entender como funciona toda esta maquinaria, y una vez entendido e interiorizado, se podría empezar a buscar las fallas. En todo caso, hay una tarea divulgativa pendiente para hacer entender todo el mundo la naturaleza y comportamiento del dinero, un terreno mucho más obtuso de lo qué parece. Resulta vital que esta labor formativa esté inmunizada contra posiciones ideológicas previas.