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Rosa Gres, la cerámica catalana que llega a las mejores piscinas del mundo

Las claves del éxito de Rosa Gres, la empresa catalana que ha revolucionado piscinas de todo el mundo con su material

Una piscina privada con material de Rosa Gres | Cedida
Una piscina privada con material de Rosa Gres | Cedida
18 de Noviembre de 2024

¿Qué tienen en común las piscinas del estadio olímpico de Shandong, del centro nacional acuático de Nueva Zelanda en Auckland o del hotel de gran lujo Arabella Beach de Kuwait? La respuesta es Rosa Gres, una empresa familiar catalana con más de 175 años de historia en la cerámica.

Pioneros y líderes en el gres porcelánico para piscinas y pavimentos exteriores, tiene presencia en más de ochenta países de los cinco continentes y piscinas de todo el mundo utilizan su material: de China hasta Colombia, pasando por Rumanía, Turquía, el Caribe o Nueva Zelanda.

La saga familiar de los Sugrañes

La historia de Rosa Gres se remonta al siglo XIX, en 1849, cuando Joseph Sugrañes se inicia en la elaboración manual de baldosas en Òdena. 175 años después, es su tataranieto, Marcel·lí Sugrañes, quien continúa al frente de un negocio que ha pasado de la artesanía más pura a facturar unos 29 millones de euros anuales. "Al principio se hacía a mano, se secaban al sol y se cocían en el horno de leña", explica Marcel·lí.

Los descendientes de Joseph Sugrañes continuaron con la elaboración de baldosas hasta que su nieto, Isidre Sugrañes, pasó a los ladrillos: instaló la electricidad y la primera máquina para hacerlo de manera mecánica. Fue en Calaf y fue el primer taller profesionalizado de la familia. La clientela era sobre todo local.

Isidre murió en 1952 y su esposa, Rosa Cardona, se hizo cargo y mantuvo la compañía, entonces especializada en los ladrillos. Años después, la empresa se bautizó con su nombre como homenaje al trabajo que realizó.

El gran salto al Vallès

"Mi padre, Ramon, vino de Calaf a Cerdanyola, donde montó la empresa", señala Marcel·lí. Fue en 1959 cuando se constituyó oficialmente Cerámica Sugrañes, dedicada a la fabricación de cerámica estructural. Constructores y distribuidores eran los principales clientes de un negocio que creció exponencialmente, coincidiendo con el desarrollo de miles de viviendas en el entorno metropolitano y en todo el país.

"El ladrillo viaja muy mal, porque ocupa mucho. Lo vendíamos todo en un radio de 100 o 200 kilómetros", recuerda Marcel·lí.

La gran investigación de Sugrañes

1973 es una fecha que cambió la historia de la entonces Cerámica Sugrañes. Tras años de investigación y con el liderazgo de Ramon, se convirtieron en los pioneros en el Estado en la fabricación de cerámica de gres extrusionado, que se caracterizaba por su dureza y calidad. "Era un producto muy innovador, era un paso adelante fundamental para buscar nuevos mercados. Y como era nuevo, no era un mercado tan competitivo y de precio como el del ladrillo", detalla Marcel·lí, que pone en valor la investigación de años para lograrlo.

"Fue un gran éxito", añade. De hecho, en dos años ya habían dejado de fabricar ladrillo. Las características del producto, muy duro y resistente, lo hacían perfecto para pavimentos exteriores, piscinas o fachadas. Ya a finales de los años setenta, se especializaron en piscinas y obtuvieron proyectos en todo el mundo, especialmente deportivas y públicas.

Marcel·lí Sugrañes: "Hay mucha fabricación cerámica en todo el mundo y tienes que tener un producto diferencial"

Sin ir más lejos, en 1980 ya abrieron una delegación en Miami. "Nos diferenciaba el producto, la base de nuestro negocio es tener un producto competitivo y que aporte soluciones", enfatiza Marcel·lí, que aporta otra clave de su expansión internacional: "Siempre tuvimos la voluntad de exportar". Pero no era fácil, se necesitaba gente con idiomas, no había libre mercado, muchas divisas... Pero se hicieron su lugar.

"Hay mucha fabricación cerámica en todo el mundo y tienes que tener un producto diferencial que llegue al mercado con un buen equipo comercial. Nuestra clave es que hemos especializado nuestra cerámica", insiste el CEO de Rosa Gres, que recalca la "voluntad firme de exportar" y "no depender solo del mercado español". Hasta la actualidad, con presencia en más de ochenta países y el 50% de exportación.

La conquista de Rosa Gres

Mientras tanto, en 1986 se cambia el nombre y se crea la marca Rosa Gres como un homenaje a su espíritu emprendedor. Durante los años posteriores, la empresa mantiene su vocación innovadora y patenta materiales y sistemas constructivos para piscinas. "En piscinas somos líderes del mundo. Tenemos piezas únicas, sistemas patentados", celebra Sugrañes.

Su catálogo de proyectos realizados es infinito y hay algunas de las piscinas públicas y deportivas más conocidas y que se han utilizado para competiciones de primer nivel en Budapest, Doha, Shanghái o Taiwán. También piscinas de hoteles de lujo en Grecia, Montenegro, Francia, Bulgaria, Mallorca, Málaga, México, Ibiza o Venecia. Y piscinas privadas, algunas de personajes muy famosos y futbolistas de primer nivel, en auténticos paraísos: de Puigcerdà a Costa Rica, Bretaña, Brasil o Dubái.

La despedida de Cerdanyola y el futuro

Son los constructores y diseñadores de piscinas los que confían en Rosa Gres, que provee el material. Es decir, ellos no se encargan de la construcción en sí. Pero siempre con la voluntad de dar soporte y asesoramiento. En 2009 se trasladaron a Vallmoll, ya que la Generalitat les obligó a marcharse de Cerdanyola por la llegada del Sincrotrón y la incompatibilidad de la actividad. Pese a la dificultad, fue una oportunidad para construir una fábrica con la tecnología más avanzada.

Y de cara al futuro, quieren relanzar el sector de las fachadas, mientras mantienen la línea de pavimentos para la industria alimentaria y química. Todo ello reforzando las piscinas como pilar y con la voluntad de seguir revolucionando este mundo. Ya sea en una piscina privada en Sant Cugat, en un hotel de lujo en Kuwait o en una piscina olímpica en Nueva Zelanda.