
Era 1965 cuando Lorenzo Salaet Salvadó comenzó a fabricar cápsulas de papel para magdalenas. Tenía poco más de veinte años y el negocio nacía en el garaje de su casa. Sesenta años después, el papel de las magdalenas sigue siendo el corazón de Salaet, pero ahora, la empresa con sede en Gandesa exporta a países de África, Europa, Oriente Medio y América, factura más de cincuenta millones de euros y da empleo a más de 350 trabajadores. Dispone de 200 líneas productivas donde transforma anualmente en envases 16.000 toneladas de papel y cartón, elaborando 600 millones de bandejas o 900 millones de bolsas.
"La innovación ha sido un pilar fundamental y un factor clave para el crecimiento", explica Elena Salaet, CEO y segunda generación, que lidera la empresa junto a su hermana. Esta apuesta por la investigación y el desarrollo es uno de los secretos que les permite competir con grandes multinacionales del sector.
Los inicios en un garaje
Como en muchas historias de emprendimiento, que pueden parecer una leyenda pero son reales, Salaet nació en un garaje. Lorenzo trabajaba en una empresa de envases de papel y decidió emprender su propio camino a los veinte años. Fue en esos bajos donde instaló la primera máquina de Salaet para fabricar cápsulas de papel para las magdalenas.
Elena Salaet: "No pensaban dónde podían llegar, sino en sacar adelante el negocio"
Poco después se sumaría su esposa, también clave en todo el proyecto. A partir de los años setenta la industria vive una etapa de crecimiento, en la cual se suma Salaet: "No ha sido de un día para otro, hemos ido creciendo con nuestros clientes industriales". Elena destaca el "trabajo constante, la ilusión, las ganas y la pasión por crecer" que siempre han marcado el negocio.
Una expansión internacional pionera
A medida que pasaban los años, Salaet iba ampliando su catálogo, siempre con los envases de papel para alimentación como base. Y también diversificaban sectores, desde la pastelería hasta la carne y embutidos, los congelados o los precocinados. "Siempre hemos intentado adelantarnos a las necesidades del mercado", remarca Elena.
Con esta filosofía comenzaron la internacionalización en 1987, gracias a un cliente, que les abrió las puertas de Argentina. Casi cuarenta años después, exportan el 50% de la producción de Gandesa, tienen filiales en Buenos Aires, Rumanía y (próximamente) Estados Unidos y están presentes en países de todo el mundo. Son un referente del sector y se mantienen como empresa familiar.
Elena Salaet: "Podemos tomar decisiones inmediatas porque somos una empresa familiar"
Esta es una de las claves que diferencia a Salaet: "Somos una empresa mediana y competimos a nivel mundial con empresas muy grandes. La manera que tenemos de hacerlo es haciendo un traje a medida y dar ese punto de innovación y diferenciación que quizás a las multinacionales les cuesta mucho más". "Podemos tomar decisiones inmediatas porque somos una empresa familiar y decidimos en el día a día", insiste Elena.
Justamente, la CEO hace énfasis en la personalización del producto para cada cliente. Están especializados en envases funcionales que pueden ir desde el congelador hasta el horno. Este "traje a medida" es lo que les ha valido un gran reconocimiento.
La innovación, en el ADN
Una especialización que ha sido posible por el esfuerzo y dedicación a la innovación y la investigación. Salaet señala que el "talante innovador" les ha acompañado desde siempre y que forma parte de su ADN para conseguir la máxima calidad y seguridad alimentaria. Nuevos materiales, productos y envases para diferenciarse.
De hecho, han patentado algunos productos únicos: "Ahora los estamos vendiendo en Alemania y nos dimos cuenta que era fundamental. La innovación nos da una ventaja en el mercado".
La eclosión y la muerte del plástico
La historia de Salaet ha ido ligada al papel y al cartón. En los años sesenta era el producto estrella, pero con los años el plástico ocupó todos los espacios. Pero la empresa de Gandesa no se desvió y siguió con aquellos materiales que la habían visto nacer. Y ahora, sesenta años después, el plástico está señalado y cada vez se restringe más su uso.
"A partir de los años 80 hubo una gran eclosión del plástico, pero tiene un problema grave de contaminación y generación de residuos y ahora se vuelve a la filosofía del cartón y el papel y envasar menos". Salaet está acompañando a muchas empresas a hacer esta transformación, demandada por la legislación y también por una sociedad cada vez más consciente y sensibilizada.
"Contribuimos a crear envases más sostenibles y a promover la reducción del uso de plásticos", añade. Todo ello desde una empresa de Gandesa que impulsó a un joven de veinte años en un garaje. "No pensaban dónde podían llegar, sino en tirar adelante el negocio", concluye Elena.