Hace pocos días se supo que la conocida empresa de aparcamientos Savia cambiaba de manos, aunque no tanto... El movimiento en la propiedad es parecido al que años atrás se produjo con Agbar, cuando su accionista más relevante, que en aquellos momentos era "la Caixa", fue deshaciendo posiciones para, simultáneamente, ir comprando acciones de la empresa matriz en la que Agbar se encuadró. Ahora Criteria, el brazo inversor de la Fundació Bancària La Caixa, ha deshecho una participación histórica en el capital de Saba, para integrar la firma de aparcamientos en una multinacional y pasar a ser accionista. Parece complejo, pero no lo es tanto. La entidad de ahorro catalana tenía una participación desde hace décadas y que ahora se había ensartado casi hasta el 100% del capital (había un pequeño resto de minoritarios, que no llegaba al 0,5%). Estas acciones de Criteria han sido transferidas a la empresa belga Interparking a cambio de un 18% del capital de esta multinacional. Con la nueva configuración de Interparking, los tres principales accionistas serán AG (una aseguradora belga), APG (un fondo de pensiones neerlandés) y la misma Criteria. La entrada de Saba en el conglomerado ha supuesto un gran impulso para la marca, teniendo en cuenta la gran cantidad de acciones en explotación de las que dispone.
Los compañeros de viaje de Criteria en este negocio son, como decíamos, una aseguradora y un fondo de pensiones, actividades en busca del dividendo recurrente y a largo plazo, como es el caso también de la entidad catalana. La aseguradora AG nació en 1824 como Compagnie de Assurances Générales sur la Vie, les Fonds Dotaux et les Survivances y seis años más tarde entraron en los ramos no-vida a través de las coberturas contraincendios. En la actualidad, el 75% de su capital está en manos de la aseguradora Ageas (la antigua Fortis) y el 25% restante pertenece a BNP Paribas Fortis, la filial aseguradora del banco BNP Paribas. Por su parte, APG es una gran gestora neerlandesa de fondos de pensiones, que tiene como principal fondo a ABP, también denominado Pensioenfonds voor overheid en onderwijs, es decir, fondo de pensiones del gobierno y la educación y por tanto, es ahí donde se aparcan los ahorros de funcionarios y trabajadores de la enseñanza de aquel país. Hablamos ampliamente de ello en este artículo del 28 de octubre del 2020.
Entre los últimos días de 1965 y el primer trimestre de 1966 se constituyó en Barcelona la sociedad Sociedad de Aparcamientos de Barcelona, SA, que tenía como objetivo la construcción y explotación de cinco aparcamientos que, en régimen de concesión a cincuenta años, le había otorgado el Ayuntamiento de Barcelona. La obra era de una gran ambición, porque se construirían de golpe más de 3.000 plazas de aparcamiento, cuando las instalaciones comparables, los cuatro parkings subterráneos existentes en Madrid o los dos de
Criteria ha deshecho una participación histórica en el capital de Saba para integrar la firma de aparcamientos en una multinacional y pasar a ser accionista
En aquellos tiempos seguramente no podían ni imaginar que sesenta años después otro servicio serían los avisos por megafonía donde se alerta a los usuarios que no dejen propiedades de valor en los vehículos porque tienen una elevada probabilidad de ser hurtados por ladrones que operan bajo tierra. Volviendo a los parámetros de aquel proyecto, hay que decir que el capital social de la empresa estaba previsto que llegaría a los 164 millones de pesetas (casi un millón de euros de hoy en día). El día 28 de marzo de 1966 comunicaron públicamente que ya habían alcanzado el capital necesario, después de solo unos días de oferta pública. El primer presidente de la compañía fue el banquero Josep Maria Mas-Sardà Sells.
El verano de 1967 el proyecto ya estaba muy avanzado porque el aparcamiento del Passeig Lluís Companys se había terminado (a pesar de las dificultades causadas por las filtraciones de agua de mar) y el de la avinguda Pau Casals (junto a la plaça Francesc Macià), también. El llamado Passeig de Gràcia-I (Jardinets de Gràcia) estaba a dos tercios de su cobertura, el de Passeig de Gràcia-II (entre Gran Via y Aragó) estaba en la fase final y, por último, en el de la Plaça de Catalunya se comenzaba la construcción de la última de las cuatro naves que lo formaban. Durante la semana de la Mercè de aquel año fueron inaugurados los cinco, aunque la entrada efectiva en servicio se produjo escalonadamente a partir del 2 de octubre, primero de manera gratuita y desde el 6 de noviembre ya en modalidad de pago. Un éxito total, y más teniendo en cuenta las dificultades que se fueron encontrando durante la construcción. Además del caso comentado del aparcamiento del Passeig Lluís Companys, el de la Plaça de Catalunya fue especialmente dificultoso por la presencia de muros antiguos y también por la existencia de multitud de infraestructuras de servicios subterráneos.
Este es el comienzo de una historia de casi seis décadas, en la que se han visto pasar a muchos accionistas: a finales de los ochenta, la empresa estaba controlada por el Banco Santander y por un grupo de inversores que lideraba el notario Enric Gabarró (acumulaban un 50% del capital), con participaciones menores del BBV y la inmobiliaria Filo. Antes también había pasado la Caixa de Sabadell. Años más tarde, y después de algunos intentos fracasados, "la Caixa" consiguió un paquete importante de la compañía. A mediados de los años noventa, la participación de la entidad de ahorro era de una cuarta parte del capital, para acabar siendo de casi el 100%. También durante un tiempo Saba vivió bajo el paraguas de Abertis, la empresa de infraestructuras. Tampoco podemos olvidar que durante mucho tiempo la cara visible de Saba fue Salvador Alemany Mas, quien previamente y desde muy joven ya había gestionado negocios de parkings.
Con los nuevos accionistas, nada especulativos, parece que el futuro de la histórica empresa de aparcamientos puede ser realmente plácido.