"La parte más bella de las humanidades es que son inútiles". Una contundente ElizabethDuval – ensayista, novelista y pensadora – reivindica el rol de las ciencias del espíritu en los caminos que tiene que tomar el desarrollotecnológico. ¿Qué espacio pueden ocupar disciplinas improductivas, potencialmente ociosas, como la filosofía o la literatura, en una técnica pensada en términos de optimización, de maximización del beneficio? La pregunta sobre el hecho humano dentro de la técnica, sobre la condición ciudadana en el mundo de la transformación digital, se sitúa en el centro de la sexta edición de la MobileWeek, una semana de acontecimientos organizada por Mobile World Capital Barcelona de la mano del Ayuntamiento de la ciudad, que este año se construye bajo el lema "Donde la ciudadanía y la tecnología conectan".
La puesta de largo de la semana, en que varios espacios de la ciudad alojarán actividades, formaciones, ponencias y talleres dedicados a la digitalización de las diversas facetas de la sociedad – desde la formación hasta las relaciones interpersonales, pasando por las actividades económicas y la empresa – ha sido coherente con su planteamiento. Celebrada en el Centre D'Arts Digitals IDEAL de la capital del país, MWCapital ha presentado la sexta Mobile Week con una experiencia inmersiva que ha acompañado el debate de la misma Duval con la "diseñadora humanista" Isabel Inés Casasnovas, conocida también cómo IsaLudita, fundadora de la escuela de diseño LaNaveNodriza. La conversación ha transitado por conceptos diversos, desde el rol de la filosofía, la literatura o el diseño en la concreción del desarrollo tecnológico hasta la justicia redistributiva, el cierre de las brechas digitales o el rol de la diversidad en la elaboración de las hojas de ruta para estas transformaciones.
Duval: "Poner la tecnología al servicio de la gente quiere decir que hay una subordinación de la tecnología a los intereses y necesidades de las personas"
En este sentido, Casasnovas ha sido meridiana: "El hombre blanco, cis, heterosexual y occidental hace la tecnología, y esto es parcial; la solución pasa por equipos más diversos". La comprensión de las necesidades concretas de los potenciales usuarios de la tecnología, el conocimiento de las experiencias de aquellas personas que por género, procedencia o capacidades salen del universal de parte que criticaba Casasnovas, devienen esenciales para una transición tecnológica que llegue a todo el mundo – que no deje a nadie atrás, cómo se han esforzado a reclamar el CEO de MWCapital CarlosGrau y la tercera tinenta de alcaldía de Barcelona LaiaBonet durante la introducción de la jornada. "Las necesidades no surgen hasta que no las encuentras", apostilla la diseñadora.
La fórmula general para atacar los problemas, desigualdades, brechas que pueden generar las transformaciones tecnológicas es la de "ponerla al servicio de las personas" – una que, de hecho, ocupa buena parte de la sexta edición de la MWeek. Duval interroga esta propuesta: "Poner la tecnología al servicio de la gente quiere decir que hay una subordinación de la tecnología a los intereses y necesidades de las personas". Las necesidades individuales pero también las colectivas, y la influencia que estas tecnologías pueden tener sobre las comunidades. La escritora exige, así, que la primacía de las necesidades humanas sobre la técnica "se tenga en cuenta constantemente para un desarrollo sano para los individuos y el conjunto de los ciudadanos – un desarrollo tecnológico que una y que no separe".
Riesgos y oportunidades
La teniente de alcaldía del Ayuntamiento de Barcelona llama a todos los agentes sociales implicados en este proceso de asunción de las nuevas tecnologías y la digitalización a "analizar los riesgos para evitarlos, y aprovechar las oportunidades". La cuestión que levantaba Duval sobre la atomización social que pueden provocar algunas tecnologías es, de hecho, uno de los principales riesgos. Por la autora, de hecho, la tecnología toma la forma del phármakon griego, tal como lo definía Platón: "un remedio, pero también un veneno". Del mismo modo que una llamada de zoom o un chat pueden dar una nueva forma a las interacciones sociales, tendencias – económicas – cómo la economía de plataformas pueden acontecer vallas para separar las personas, disolver los espacios de socialización esenciales para generar conciencias colectivas. A banda, las oportunidades de unión que genera la conectividad, se han probado "insuficientes" durante los confinamientos y los años de pandemia – si no contraproducentes, cómo en el supuesto de que posa la misma Duval de la educación infantil. "Tenemos que tener cuidado con que la tecnología rompa los lazos que nos unen", avisa.
Casasnovas, por su parte, pone sobre la mesa la cuestión de la accesibilidad, tanto material como competencial, a los usos tecnológicos. La diseñadora reclama analizar "hasta quien no está llegando la tecnología", los dispositivos y sus usos. Además, el proceso de adaptación a la tecnología de las administraciones públicas y los servicios, en un contexto de varias rendijas tecnológicas – por edad, formativas, de género... – ha hecho que el que tendría que ser una herramienta, un servicio a la ciudadanía, haya podido ser una barrera más. "El reto no es únicamente tecnológico, sino de cómo queremos usar la tecnología, quien se está quedando fuera, cómo tenemos que actuar porque nadie lo haga", reflexiona IsaLudita.
Estas cuestiones, como apunta Duval, o la reflexión a su alrededor, es lo que aportan las disciplinas humanísticas al desarrollo tecnológico. "Cuestiones cómo el reparto justo, la redistribución justa, cuáles son los procesos de acceso a la tecnología" caen en los dominios de la filosofía, apunta la autora. De hecho, cualquier planteamiento sobre que significa la aplicación de una tecnología – las reflexiones éticas alrededor de la IA, por ejemplo – acaba "haciendo algo pareciendo a la filosofía, a pesar de que no se nombre". Y si la filosofía ofrece interpretaciones de la tecnología presente, la literatura, cómo acierta Duval, puede dibujar el futuro. Cogiendo el guante de The Ministry for the Future de KimStanley Robinson – que la autora critica por optimista – Duval considera que algunos textos tienen la capacidad de "crear los caminos de aquello imaginable, y permiten anticiparse incluso al futuro tecnológico".
Sexta Mobile Week
Con todo, la Mobile Week coge la bandera de estas reflexiones y la planta por toda la ciudad. Según Carlos Grau, el acontecimiento tiene la virtud de llevar a la calle todos aquellos debates, adelantos y propuestas que podrían estar cerradas en un Mobile World Congress a menudo inaccesible para los barceloneses. Así, el CEO de MWCapital pone especial énfasis ej hacer de esta semana un proyecto "abierto, participativo" y que engegi colaboraciones entre el sector privado, la economía social, las administraciones públicas y el resto de agentes sociales del país. El objetivo que se marca la Fundación es, pues "el empoderamiento de la ciudadanía, unir fuerzas para no dejar a nadie atrás" en cuanto al alcance de las nuevas tecnologías.
"Recomiendo aprovechar la parte buena de la tecnología, pero prescindir de ella cuando no sea necesaria"
Bonet, con un discurso similar, propone velar por la formación en las características de la ciudadanía digital. La Mobile Week tiene que servir, además de para facilitar las competencias técnicas, para trasladar a los asistentes "los derechos digitales, la vigilancia, la privacitat, la ciberseguretat, que todo el mundo sea consciente de cómo evitar riesgos y cómo aprovechar las oportunidades de la tecnología". La gran contribución de la semana a la ciudad, espera Bonet, es poner los cimientos de una ·transició digital justa" – gracias, en buena parte, a la colaboración entre entidades sociales, empresas y administraciones que hacía suya Grau.
Con 200 horas de actividades, de la mano de entidades de toda la ciudad y empresas cómo Damm o CaixaBank, la Mobile Week intenta "poner la ciudadanía en el centro" de una transformación digital que ya está afectando el conjunto de las vidas de la ciudad. La responsable del acontecimiento y directora de Digital Future Society CristinaColom valora el que considera un "programa ambicioso para llegar al máximo de ciudadanos y ciudadanas". Llevar la posibilidad de la tecnología a cada puerta, pero, no tiene que significar en ningún caso imponer su uso. Duval, de hecho, alerta contra la tecnología como fin en sí misma. "Recomiendo aprovechar la parte buena de la tecnología, pero prescindir de ella cuando no sea necesaria", concluye la autora.