Catalunya tiene más de 1.300 startups y es uno de los ecosistemas empresariales más valorados del sur de Europa, pero el gran reto de estos proyectos es consolidarse y crecer. "Pensar en grande" es una de las recetas que la Agència per la Competitivitat de l'Empresa (Acció) recomienda a las empresas emergentes, con el ejemplo de Silicon Valley como "meca de la emprendeduría".
Y es que, para una startup, el camino de Catalunya a Silicon Valley, es "como el ascenso al Himalaya", explica Marc Bonavia, director de Acció en Silicon Valley. Según dice, no todo el mundo está preparado para acceder a un ecosistema "tan innovador" con una "concentración increíble de recursos, talento y ambición", donde para hacerse un lugar, "tienes que estar dispuesto a cambiar, si hace falta, tu modelo de negocio".
La voluntad de ser internacional, dice Bonavia, es inherente a todas las startups. "Las empresas ya no necesitan internacionalizarse, nacen globales, cuando piensas en una startup, ya tiene esta mentalidad de fábrica", precisa. Es decir, a diferencia de una empresa tradicional, las compañías emprendedoras ya nacen en pleno siglo XXI con una vocación exterior y, por lo tanto, lo que hace falta es "ayudarlas a escalar esta globalidad y que el crecimiento sea más acelerado", añade Bonavia.
Para fomentar la competitividad entre las empresas catalanas que quieren hacer el salto, Acció ha creado un programa de asesoramiento para prepararlas. Durante un mes, mentores y expertos en emprendeduría en los Estados Unidos ofrecen una formación específica que acaba con una visita de dos semanas en Silicon Valley. Hasta ahora, alrededor de 40 compañías ya han participado.
Apartool y Kompyte, a la conquista de San Francisco
Una de las empresas es el agregador de apartamentos de viajes corporativos, Apartool, que busca nutrirse de la "cuna de la emprendeduría" y captar proveedores y clientes, como apunta su director de marketing, Albert Cerezo. De momento, la empresa cuenta con 12 trabajadores y se plantea abrir una oficina en San Francisco o Los Ángeles cuando pueda.
De hecho, la preparación extra ayuda las empresas a competir "desde el minuto cero" y presentarse con condiciones ante inversores y posibles compradores norteamericanos. Es el caso de Kompyte, una startup creadora de un software de inteligencia competitiva que consiguió hacerse un lugar a San Francisco después de ser seleccionada por la aceleradora 500 startups. Recientemente cerró una ronda de inversión de 2,7 millones de euros.
Colmenero: "Estar Silicon Valley tiene muchas cosas buenas pero es extremadamente caro, nosotros hacía dos años y medio que íbamos poniendo el pie de forma frecuente hasta que nos hemos establecido"
Y es que, además de tener que "pensar en grande", acceder a la "meca de la emprendeduría" es "extremadamente caro", apunta Albert Colmenero, cofundador de Kompyte, que tardó "dos años y medio" para establecerse. "Cuando empezamos pensábamos que éramos un producto para pymes, pero descubrimos que el mercado norteamericano funcionaba mucho mejor", dice Colmenero, que argumenta la decisión de abrir una oficina a San Francisco asegurando que "es donde hay el capital y a los americanos les gusta invertir en empresas americanas".
"Estar en Silicon Valley tiene muchas cosas buenas pero es extremadamente caro, nosotros hacía dos años y medio que íbamos poniendo el pie de forma frecuente hasta que nos hemos establecido", explica el director de operaciones, que, a la vez, asegura que "al principio nunca se habrían pensado" que competirían con grandes tecnológicas como HP o Indra .
Barcelona, un San Francisco en pequeño
En general, la investigación del capital americano es lo que lleva estas empresas a cruzar el Atlántico. "Al final la empresa que quiere recibir inversión americana se tiene que mover allí", dice Cerezo, que considera que si "se ablandara" la legislación para facilitar la entrada de fondo de inversión de los Estados Unidos se generarían muchas oportunidades por los emprendedores en Catalunya. Según dice, a Barcelona "no le falta de nada para convertirse en un San Francisco en pequeño".
El director de Acció en Silicon Valley, que también se encarga de intentar captar para Catalunya grandes empresas norteamericanas, coincide en que en Catalunya no le falta "de nada" para ser competitiva. Quizás, sólo, una mentalidad más tolerante al riesgo y, también, al fracaso como parte del proceso para llegar al éxito.
Desde Kompyte, Colmenero apunta que los emprendedores que llegan a Silicon Valley se dan cuenta de las autobarreras para crecer: "Hasta que no estás allí no te das cuenta que, a pesar de que no tenemos nada que envidiar, aquí faltan las ganas de creer, el empujón, la mentalidad de pensar en grande", afirma. "Es la cultura del porqué no? Quizás no me saldrá, pero si no lo pruebo, seguro que no me sale", concluye.