Últimamente hemos enlazado con diversas crisis que han generado incertidumbre en distintos ámbitos, siendo el económico uno de los ámbitos más afectados. El ahorro parece no haber tenido sentido en estas pasadas décadas donde los préstamos y los créditos han sido los “reyes” de nuestra forma de vivir, generando así un volumen relevante de personas endeudadas. Es una filosofía que, desgraciadamente, ya viene marcada por algunos gobiernos que se endeudan por encima de sus PIB. Es cierto que, en los momentos más difíciles de la pandemia, la tasa de ahorro subió en algunos casos, pero para aquellas personas sin ahorros el hecho de ver peligrar sus empresas o sus trabajos les provocó y les seguirá provocando estados de alto nerviosismo y angustia.
El médico Daniel López Rosetti en uno de sus libros apunta que las personas no somos seres racionales, sino que somos seres emocionales que razonamos. En este sentido, durante uno de los períodos más complejos de la covid-19, en junio de 2020, la Fundación Salud y Persona registró algunos datos que muestran la afectación sobre las emociones, fruto de una encuesta realizada a 50 empresas con 563 respuestas. En concreto, el 35% de las personas encuestadas dio respuestas propias de un estado de ánimo próximo a la depresión. Además, el 50% se sintió nervioso en algún momento del día y de estos individuos un 10% percibió nerviosismo la mayor parte del tiempo, pudiendo estar sufriendo trastornos de ansiedad. Añadir de forma destacada que el estrés se dio en prácticamente un 60% de los casos y que más del 50% transmitió tener dificultades vinculadas a la calidad del descanso, afectando así de manera muy importante a su estado de ánimo y rendimiento en el trabajo.
El impacto de las crisis económicas sobre las emociones es relevante y muchas veces no se toma con la consideración que debería tener
Son datos significativos que nos hacen pensar que el impacto de las crisis económicas sobre las emociones es relevante y muchas veces no se toma con la consideración que debería tener la gestión psico-social de las personas en el ámbito laboral. Un aprendizaje interesante en estas coyunturas de contingencia es el que plantea el médico psicoterapeuta Norberto Levy quien postula que “solemos creer que las emociones son el problema. Que el miedo, el enojo o la culpa, son los problemas que nos acosan. Y no es así. Se convierten en problemas cuando no sabemos como aprovechar la información que nos brindan, cuando nos enredamos en ellas y nuestra ignorancia emocional las convierte en un problema más”. De hecho, la resiliencia, que es la capacidad de hacer frente a las adversidades y, inclusive, salir fortalecido de ellas sigue esta tesis de Levy.
Desde la Fundació Pimec hemos tomado cartas en el asunto y ofrecemos el servicio de atención telefónico psicoemocional para cualquier persona empresaria y su familia con la colaboración de la Fundación Salud y Persona y el Ayuntamiento de Barcelona. Además, acabamos de firmar un convenio con el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM-Hospital del Mar) con el objetivo común de mejorar la salud mental de las personas empresarias y trabajadoras, dentro del ámbito de las organizaciones pymes. El acuerdo de colaboración establece que se facilitará el acceso de las pequeñas y medianas empresas a la participación en el proyecto europeo MENTUPP, a través de las intervenciones diseñadas y facilitadas por el Grupo de investigación en Salud Mental del IMIM para combatir el estrés, el burnout y los síntomas depresivos y de ansiedad. ¿Te apuntas?