Estas últimas semanas los medios escritos han destinado muchos caracteres a hablar de la subasta que hacía el Estado de un pedazo de la costa de Barcelona que hasta ahora era de su propiedad. Y no era un trocito cualquiera, sino que correspondía a una de las partes más emblemáticas del frente marítimo barcelonés, aquel que nació con los Juegos Olímpicos del 1992. Cómo acostumbra a pasar, ha habido más ruido mediático los días previos por el hecho de que el Estado se vendiera patrimonio público a inversores privados, que no en los días posteriores con el resultado de la subasta, que cómo veremos también tiene su interés.
A la postre, las principales piezas que salían a subasta han quedado en manos de los propietarios del Hotel Arts, uno de los protagonistas destacados de aquella zona de la ciudad gracias al hecho de que la gran estatura del edificio (150 metros, el más alto de Barcelona junto con su gemelo Torre Mapfre) marca de manera inconfundible el skyline barcelonés. Las propiedades que han adquirido en la subasta han tenido un coste de 78 millones de euros e incluyen 24 de los 26 lotes que habían salido a licitación. Dentro de este paquete había el Casino de Barcelona, que ya gestionaban y que se han llevado por 18,5 millones de euros. Los dos lotes restantes (el McDonald's y la gasolinera de al lado) han quedado en manos de la multinacional Burger King y de la sociedad Inversiones Witty 18 (propiedad de Narciso Barceló Traserra), respectivamente y han supuesto un ingreso de 15,3 millones de euros para el Estado.
Una buena parte de las discotecas de la zona han quedado excluidas porque se han beneficiado de una prórroga de cinco años de la explotación (seguramente como preámbulo de su amortización definitiva), de forma que las únicas que han salido a subasta han sido Pacha, Bestial y Catwalk, y todas se las han quedado, como no, el grupo propietario del hotel. Las discotecas indultadas han sido Shoko, Opium, Carpe Diem y Agua. Hay que decir que la prensa se refiere a todos estos locales como discotecas, pero en realidad son algo más, pero están diseñadas como híbrido entre restaurante y pista de baile.
"Archer Hotel tiene hoteles de lujo por Europa como el hotel Arts o el Palace de Madrid"
Pero quien hay detrás de esta sociedad llamada Archer Hotel Capital que es propietaria del hotel Arts? De entrada es un grupo que se dedica a adquirir hoteles de lujo por Europa; tienen once con un valor total de 2.000 millones de euros y seguramente el más conocido -además del Arts- es el Palace de Madrid, aquel que está a tocar del Congreso de los Diputados y donde residía y almorzaba copiosamente Josep Antoni Duran i Lleida (recordamos aquella instantánea que tantos memes generó). El grupo Archer sólo tiene dos accionistas, que se reparten el capital a partes iguales, y es aquí donde empezamos a encontrar informaciones interesantes.
Por un lado, encontramos como accionistas a una entidad llamada GIC, acrónimo de Government of Singapore Investment Corporation Private Limited que como su denominación indica es un fondo soberano (estatal) de Singapur, el que gestiona los recursos en el exterior del país. Se fundó en 1981 y en la actualidad gestiona unos 400.000 millones de euros de patrimonio. Es el sexto fondo soberano del mundo por volumen, por detrás de los de Noruega, China, Abu Dhabi, Kuwait y Hong Kong. Hay que decir, pero, que el gobierno de Singapur es titular de otro fondo, denominado Temasek, que está situado en la octava posición, de forma que los dos agregados serían el tercero del mundo en este ranking.
El otro propietario de Archer es todavía más interesante, porque se trata de la sociedad neerlandesa APG, que se dedica a gestionar fondos de pensiones. En su caso, tienen encomanda la gestión de ocho fondos de pensiones, pero el principal de ellos, el ABP, supone tres cuartas parte del total gracias a sus 400.000 millones de euros de patrimonio. Los otros siete les permiten llegar a un volumen total gestionado de 538.000 millones de euros, que se corresponden con los ahorros para la jubilación de 4,7 millones de trabajadores. La responsabilidad máxima de la gestión de todo este dinero recae, desde 2016, en Gerard van Olphen, que ya ha anunciado que dejará el cargo en 2021. Además de las inversiones hoteleras, APG tiene muchos recursos invertidos en el mercado inmobiliario; de hecho, son socios de la catalana Renta Corporación en algunas operaciones y tienen un puñado de outlets esparcidos por España.
Pero atansémonos- algo más y pongamos la lupa sobre el fondo de mayor volumen que gestiona APG, que cómo hemos dicho es el llamado ABP. De donde sale una cifra tan ingente de dinero? Pues si traducimos su denominación neerlandesa, Pensioenfonds voor overheid en onderwijs, sacaremos el agua clara. Literalmente quiere decir fondo de pensiones del gobierno y la educación y por lo tanto, es la acumulación de los ahorros de funcionarios y trabajadores de la enseñanza. Su historia nació en 1922, bajo la denominación de Algemeen Burgerlijk Pensioenfonds (fondo de pensiones de los funcionarios neerlandeses), y de aquí que hoy todavía arrastre las siglas ABP.
"Aquí, el principal fondo de pensiones es el de los trabajadores de CaixaBank, que tiene un patrimonio de 6.000 millones de euros, seguido del de Endesa (3.000 millones) y el de Telefónica (2.900 millones)"
Es el primer fondo de pensiones del país, muy por encima -con el doble de volumen- del Pensioenfonds Zorg en Welzijn, que es lo del sector de la salud y del trabajo social, y del tercero del podio, el Pensioenfonds Metaal en Techniek, que corresponde a los trabajadores del metal y la tecnología, que acumula unos 85.000 millones de euros. Si hacemos una comparativa odiosa con el Estado español, seremos conscientes de la distancia sideral existente entre un país y el otro. Aquí, el principal fondo de pensiones es el de los trabajadores de CaixaBank, que tiene un patrimonio de 6.000 millones de euros, seguido del de Endesa (3.000 millones) y el de Telefónica (2.900 millones). Visto con nuestra perspectiva, puede parecer verdaderamente que los fondos de pensiones acumulen tanto dinero, pero en los Países Bajos hay una larga tradición de ahorro para la jubilación, mientras que nosotros nos situamos justo a las antípodas, producto de la confianza extrema en el sistema público.
Así pues, si alguno de los lectores tiene el placer de gastar los escasos 170 euros que cuesta pasar una noche en el hotel Arts en plena pandemia, podrá dormir con la seguridad que estará contribuyendo a que los trabajadores neerlandeses tengan una jubilación más digna.