"La alimentación es una de las cosas más importantes de nuestra vida, pero hemos perdido el control sobre ella en favor de las grandes empresas. La calidad y sostenibilidad de los alimentos es cada vez peor, lo cual tiene consecuencias en nuestra salud, en la economía y en el medio ambiente. Necesitamos recuperar el poder de decidir qué queremos comer. No es imposible. Numerosas experiencias como nuestra ya están cambiando la forma en la cual comemos. Basta con que nos unimos para volver a poner la alimentación en manso de las personas".
Con estas palabras se presenta Somos Alimentación, una cooperativa de consumo que pica el guiño a otros como la eléctrica Somos Energía, y que tiene una tienda física en el barrio de La Saïdia de Valencia. El concepto es muy fácil: en una ciudad rodeada de Huerta es contradictoriamente complicado encontrar alimentos de proximidad en los supermercados de las grandes cadenas; aquí los productos son locales y, dentro de lo posible, ecológicos.
Hace menos de un año que abrieron y han sobrepasado sus expectativas: esperaban 300 socias y ahora son 455 (y creciendo), de las cuales 200 son voluntarias. Una de las características propias del proyecto es que, a pesar de que cualquier persona puede comprar en la tienda, las socias tienen descuentos interesantes. Estas se dividen en dos, un modelo innovador: socias voluntarias, que pagan 6 euros al mes, y socias voluntarias, que no pagan dinero pero colaboran con 4 horas mensuales en varias tareas (actividades, trabajo en la tienda, etc.).
Uno de los impulsores, Fernando Navalón, se muestra satisfecho con los resultados de 2018, el año de lanzamiento: facturaron 150.000 euros y en diciembre estuvieron "cerca de cubrir gastos". Los meses de pérdidas se han compensado con los fondos de reserva recogidos en la campaña de financiación colectiva inicial y en tres subvenciones de la Generalitat Valenciana que recibieron como cooperativa.
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Somos Alimentacióntrabajan tres personas en jornada completa y cuentan con 120 proveedores de productos de todo tipo, desde fruta y hortalizas hasta productos de higiene. Pero hay muchas más marcas, porque algunos de ellos son también distribuidores. En las próximas semanas lanzarán la tienda online.
Sobre la toma de decisiones, Navalón explica: "No somos un espacio 100% asambleario, pero tampoco un donde sólo se toman las decisiones desde el Consejo Rector". Ahora se encuentran en proceso de reestructuración, pero ese Consejo Rector, formado por cinco personas elegidas en asamblea, es el que marca las líneas estratégicas del proyecto; las decisiones "operativas" del día a día en las áreas de administración, proveedores y comunicación es cosa de las trabajadoras; y por último, todas las socias aprueban las cuentas (cómo marca la ley), además de tener voz sobre otros asuntos como los criterios de compra, es decir, qué productos tiene que haber en la tienda. "Hemos sido los primeros a crear un proyecto cooperativo y participativo", dice.
Los ejemplos de Park Slope Food y la alicantina BioTrèmol
Su modelo es único en el Estado español, pero Somos Alimentación no es la primera ni la última cooperativa de consumo al arco mediterráneo. Se inspiraron, entre otros, en el mítico Park Slope Food Coop de Nueva York (con 17.000 socios) y en BioTrèmol, con cuatro tiendas en Alicante y Murcia. Esta nació en 2013 y hoy ya es toda una referencia en el sur del territorio valenciano que ha llegado a facturar un millón de euros.
El ejemplo alicantino guarda algunas diferencias con el proyecto de Valencia: aquí todos paguen y sólo hay una pequeña base de 20 socios activistas, que han aportado 1.000 euros de capital y comprometen 4 horas de trabajo semanal, y más de 500 socias consumidoras, que han dado 100 euros y no contribuyen con trabajo. Todos compran al mismo precio de coste y aseguran que sólo le cargan el valor añadido que generan al juntarlos en un mismo espacio: alquiler de los locales, trabajadores ( tiene 12), consumos, etc.
El estallido de las cooperativas de consumo
La tienda de Valencia ha bebido otros proyectos, y ahora es ella la que inspira las nuevas apuestas. Navalón cuenta que se han puesto en contacto con ellos desde cooperativas consolidadas o en proceso del Principado (como La Despensa) y de Madrid (como La Osa, SuperCoop Lavapiés y BioLibre de Getafe). También nuevos proyectos los han pedido consejos y asesoramiento para dar sus primeros pasos, como es el caso de Avecinal en Zaragoza, que abrió el pasado mes de diciembre.
En Barcelona hay muchas cooperativas de alimentación, como por ejemplo Queviure, Tierra Mojada, el Economato Social de Sants... pero todavía no existe un supermercado donde hacer la compra completa para el hogar similar a las experiencias citadas. Este vacío lo intentará cubrir el proyecto Food Coop Bcn, todavía en estado de gestación y que podría abrir en 2020 (todavía no han decidido en qué barrio). También han hablado y aprendido con la hermana valenciana.
Igualmente en las Islas la asociación Mallorca nos importa abrirá de cara en otoño un local pequeño en Inca de venta de alimentos locales frescos y sin embalaje, con cocina para poder comerlos. "Si funciona y es rentable", cuenta una miembro del equipo, Laetitia Lefebvre, "a largo plazo" se plantean pegar el salto a un supermercado. Para conseguirlo dice que necesitan entre 50 y 100 colaboradores. Lefebvre explica que en las Islas hay grupos de consumo, pero no cooperativas: "Hay poco interés por el producto local. Hay mucho turista y poca producción".
Son los supermercados cooperativos competitivos en precio?
"Nuestra experiencia nos dice que es complicado porque los mismos criterios de proximidad, ecología y pequeña producción ya encarecen el producto. Esto lo suplimos con canales cortos de distribución y con el apoyo de un cierto activismo. Pero no es fácil", admiten desde BioTrèmol. Por lo tanto, su mercado no está tanto en el precio, como en una relación calidad-precio "inaccesible a la cadena convencional".
El principal reto que apunta la consolidada tienda de Alicante es el mismo que para las nuevas iniciativas: "A corto plazo, sobrevivir a estos tiempos en que las grandes multinacionales están entrando en el ecológico". "Si lo conseguimos –continúan- seguir creciente hasta asentarnos en nuestra provincia con tiendas en todas las comarcas. Acercaríamos el consumo ético y de calidad a todo nuestro entorno y tendríamos un número de socios que nos permitiría obtener unos precios más competitivos".
Con estos ejemplos (y los que vienen), pareix que la sostenibilidad y el consumo de productos locales no es una moda pasajera. Ha venido para quedarse.