El lado oscuro de los supermercados: estos son los engaños más comunes del mundo 'healthy'

La letra pequeña y los anglicismos son los mejores aliados de la publicidad engañosa, en un contexto en el que la alimentación gana más importancia que nunca

Un 72% de los españoles afirma estar más preocupado que hace cinco años por su alimentación | iStock Un 72% de los españoles afirma estar más preocupado que hace cinco años por su alimentación | iStock

Los productos etiquetados como light, zero azúcar o proteicos están a la orden del día. ¿Quién ha pedido una Coca-Cola Zero pensando que le está haciendo un favor a su organismo? Pues un grupo generoso de consumidores, si tenemos en cuenta que, en 2019, un 60% de las ventas de The Coca-Cola Company fueron de sus productos sin azúcar o sin calorías añadidas, según detalló la empresa estadounidense. Sin entrar al debate sobre qué tipo de refresco es más saludable -o más bien, menos perjudicial-, parece que la población comienza a preocuparse por su alimentación: concretamente, un 72% de los españoles afirma estar más preocupado que hace cinco años, según el informe de la marca de fruta fresca Bruñó ¿Hemos madurado? No somos perfectos, pero lo estamos intentando.

Un 72% de los españoles afirma estar más preocupado que hace cinco años por su alimentación

Así mismo, los supermercados, mediante nuevas -y no tan nuevas- técnicas de publicidad y marketing, están a la espera de los consumidores, pretendiendo influir en sus decisiones de compra en un entorno donde la cultura healthy gana terreno. El problema surge cuando estas técnicas son engañosas: "Envases llamativos y atractivos para desviar la atención de ingredientes poco saludables como azúcares añadidos, grasas y aditivos artificiales son solo algunos ejemplos que más encontramos en los supermercados", explica Luis Cañada, fundador de FITstore, quien advierte que "los gigantes de la alimentación se aprovechan de términos ambiguos, pero vinculados a la salud, o abusan de colores verdes en sus envases para crear una imagen saludable que no se corresponde con la realidad".

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Es por este motivo que se vuelve esencial para los consumidores aprender a identificar las cualidades de cada producto para que realmente supongan un beneficio para la salud, pero, especialmente, diferenciar aquellas ofertas engañosas que, probablemente, no son ni bueno, ni bonito, ni barato.

1. La importancia de la letra pequeña

Los expertos consideran que los productos bajos en grasas son aquellos que contienen menos de 3 gramos por cada 100 | iStock
Los expertos consideran que los productos bajos en grasas son aquellos que contienen menos de 3 gramos por cada 100 | iStock

La información realmente importante de cada producto suele estar oculta. Uno de los primeros pasos a seguir para no ser víctima de la publicidad engañosa consiste en girar el envase y revisar la lista de ingredientes y la información nutricional del producto en cuestión. Es la única manera de saber si la mayonesa que estás comprando es realmente "baja en grasas". De hecho, los expertos consideran que los productos bajos en grasas son aquellos que contienen menos de tres gramos por cada cien. También señalan que es aconsejable evitar los alimentos con más de quince gramos de azúcar por cada cien y apostar por alimentos elevados en fibra, evitando, por supuesto, todos aquellos que contienen aditivos.

2. Cuanto más grande es el reclamo publicitario, más posibilidades de ser manipulados

La norma que regula la informació que ha de ser present a les etiquetes, és una normativa d'àmbit europeu | iStock
La norma que regula la información que tiene que estar presente en las etiquetas, es una normativa de ámbito europeo | iStock

"Los reclamos saludables de las grandes compañías de alimentación en sus envases pueden ser tentadores, pero a menudo son exageraciones, solo cuentan medias verdades o, incluso, mentiras", asegura Cañada. En este sentido, aunque un determinado producto pueda ser anunciado como "bajo en grasas" también puede estar cargado de azúcar y ser perjudicial para el organismo.

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Este punto hace referencia justamente al anterior: "La norma que regula la información que debe ser presente en las etiquetas, es una normativa de ámbito europeo, el Reglamento 1169/2011, que deja claro que la información alimentaria no debe inducir a error sobre las características del alimento, en particular, sobre la naturaleza, identidad, cualidades, y composición, entre otros", apunta la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que subraya que "un producto no puede dar a entender lo que no es, pero, en la práctica, recurren a toda clase de triquiñuelas que buscan confundir al comprador".

3. El high protein y la guerra contra los anglicismos

Un consum més gran de proteïna s'associa a una dieta més saludable | iStock
Un mayor consumo de proteína se asocia a una dieta más saludable | iStock

El catalán pierde terreno en los supermercados frente a la oleada de los productos healthy, high protein o low carb. Ahora es posible encontrar desde yogures hasta pan proteico, en un contexto en el que un consumo mayor de proteína se asocia a una dieta más saludable. Así lo comenta el experto de FITstore, cuando señala que estos alimentos "han inundado las estanterías de los supermercados": "Hemos detectado una transición hacia el etiquetado proteico y está demostrado que cuanto más alto es el número que acompaña a la proteína, más susceptible es de ser comprado", explica Cañada, quien detalla que este hecho se traslada a los envases, con colores intensos que resaltan las cualidades "que más les interesan" e ignoran las que empeoran la calidad nutricional.

4. La trampa de los light y los cero azúcar

Els productes zero sucre acostumen a amagar edulcorants de baixa qualitat | iStock
Los productos cero azúcar acostumbran a esconder edulcorantes de baja calidad | iStock

Que un producto sea light no implica que sea bajo en grasas. Al ver este anglicismo es común asumir que el producto light es más saludable que el original, pero no siempre es así: para mantener las propiedades organolépticas -aquellas que pueden percibir nuestros sentidos, como el gusto, la textura o el olor-, son necesarios una serie de aditivos que acaban convirtiendo el producto en una mezcla casi infinita de ingredientes de dudosa calidad.

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Lo mismo sucede con los productos sin azúcar. Si bien muchos productos destacan esta cualidad, ocultan que en su proceso de elaboración se utilizan edulcorantes de baja calidad, que generalmente son compuestos químicos nada recomendables y causantes de malestares gastrointestinales, náuseas o descomposición.

Bonus track: Nutriscore, ¿aliado o enemigo de los consumidores?

El semàfor de Nutriscore compara els productes dins de la mateixa categoria | iStock
El semáforo de Nutriscore compara los productos dentro de la misma categoría | iStock

Nutriscore es el sistema de etiquetado nutricional frontal elegido en el Estado para facilitar a los usuarios una información más clara de los alimentos. "Es un buen punto de partida para ayudar a los consumidores a optar por la opción más saludable", declara la OCU. El sistema valora tanto las aportaciones de componentes que se consideran nutricionales positivos (contenido en frutas, frutos secos y verduras, fibras, proteínas y aceites de oliva, colza o nuez) como los negativos (calorías, grasas saturadas, azúcares y sal) por 100 gramos o mililitros de producto.

Sin embargo, los expertos de FITscore señalan que el sistema "ha sido duramente criticado desde un principio por los profesionales del sector, y no son uno ni dos los países que se han opuesto a él". "Un A verde en el semáforo Nutriscore no es sinónimo de nada, ya que solo hace falta ajustar un poco los parámetros positivos y negativos sin siquiera tener que cambiar la fórmula para escalar la nota que ofrece este algoritmo", indica Cañada, quien define al indicador como "un blanqueador de etiquetas que confunde enormemente al consumidor".

Cañada: "Nutriscore es un blanqueador de etiquetas que confunde enormemente al consumidor"

Además, hay que tener en cuenta que el semáforo de Nutriscore compara los productos dentro de la misma categoría, es decir, unas determinadas golosinas pueden tener la máxima puntuación a pesar de tratarse de un producto claramente poco saludable. Por este motivo, y retomando el ejemplo inicial del famoso refresco de Cola, es sencillo preguntarse por qué la Coca-Cola Zero tiene una B en el indicador de Nutriscore, cuando aunque sea un producto sin azúcar, es un refresco gaseoso que cuenta con un amplio listado de ingredientes difícil de descifrar: colorante E-150d, ciclamato sódico, acesulfamo K y aspartamo, acidulante ácido fosfórico y citrato sódico.

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