Estamos a punto de superar el que para muchos de nosotros ha sido el año más extraño de nuestras vidas, hemos sufrido estados de alarma, confinamientos, restricciones. En palabras de Juan Carlos Cubeiro, consejero del Human Age Institute, este virus ha reinicializado el capitalismo: "Otras pandemias han supuesto la caída del Imperio Romano o el paso del dominio europeo al americano. Después del paso del coronavirus, el PIB de China superará el de los EE.UU., "un hecho que indica la necesidad de todo un sistema de reinventarse".
La crisis sanitaria ha llevado a la realidad laboral la importancia de que las empresas velen, ahora más que nunca, por la salud de sus trabajadores, y esto va más allá de proporcionar mascarillas,geles o guantes; medidas como el teletrabajo, la flexibilidad horaria o las herramientas online han quedado más que certificadas para mejorar la conciliación laboral-familiar. Porque una de las cosas que era primordial antes de la pandemia, que lo ha sido durando el confinamiento y que marcará la evolución de una empresa en el futuro, es el talento.
El talento se autogestiona, pide una cierta libertad para poder conseguir los objetivos que se le propongan (y que inevitablemente tienen que tener sinergias con los intrínsecos de cada persona) y de los cuales quiere poder aportar su visión.
El talento se tiene que captar pero sobre todo se tiene que mantener, este será un elemento clave para que las empresas recuperen las cifras pre-Covid y mantengan su nivel competitivo.
Las empresas han vivido o están inmersas en una crisis existencial, un cara o cruz crucial en el cual, literalmente, tienen que elegir entre renovarse o morir. El cambio digital y la apuesta tecnológica, una adaptación que muchas de ellas veían como objetivo a medio o largo plazo y que ya se ha convertido en inevitable.
El talento se tiene que captar pero sobre todo se tiene que mantener
Para hacernos una idea, durante los meses de marzo a mayo se publicaron en Catalunya un total de 6.700 ofertas de trabajo del campo tecnológico; mientras hay sectores que han experimentado bajadas de hasta el 65%, la tecnología ha crecido un 45%. La media salarial de los profesionales tecnológicos es la más alta de todo el mercado. De hecho, la consultora McKinsey aprecia que, para el año 2030, la demanda de habilidades tecnológicas para cualquier puesto de trabajo aumentará un 55%, las softskills de habilidades sociales y emocionales también lo hará en un 24% y las habilidades cognitivas, un 8%.
Todo esto ha puesto de relevancia, tal como se explicó en el acto Arraigados al territorio de Marlex celebrado en Barcelona, que la rapidez en la adaptación a los nuevos conocimientos y competencias digitales o reskilling se encuentra como punto preferente en todas las agendas directivas empresariales. ¿Qué podemos aprender de toda esta situación? De toda esta situación haríamos bien en recordar que las empresas tienen que implicarse en la felicidad del trabajador a un nuevo nivel, que vaya más allá de una relación contractual: tienen que velar por la conciliación laboral y promover su formación.
También tenemos que tener claro que la tecnología ha acabado de aterrizar (aunque antes de lo que nos podíamos imaginar) como la joya de la corona del talento, y las empresas que no afronten el cambio tecnológico como una oportunidad para evolucionar y lo vean como una barrera que saltar, están condenadas, mas pronto que tarde, a su extinción.