El demonio de la soberbia

Ninguna empresa, por bienaventurada que sea, es inmune a las tentaciones: a todo el mundo le puede pasar de todo

Mirar desde arriba no es una opción | iStock
Mirar desde arriba no es una opción | iStock
Jordi Tarragona
Consejero de familias empresarias
Barcelona
04 de Septiembre de 2020

Esta historia es totalmente ficticia, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Esta sacada del libro Ángeles y demonios de la familia empresaria.

 

Cada mes Roser y sus hijos se reúnen para comentar la marcha de la empresa. Han superado con éxito las diferentes crisis que la empresa ha tenido que hacer frente desde la muerte de su marido, ya hace más de treinta años. Unos golpes a causa del sector, otros por la macroeconomía y la última, por el cambio de la normativa legal. En la reunión de hoy han revistado la lista de competidores, proveedores y clientes que han desaparecido del mercado desde que empezaron.

Al final Felip, el benjamín, ha dicho: "El otro día leí un interesante artículo de los líos de las empresas familiares, hablaban de El Corte Ingles, Bon Preu, Codorniu, Freixenet, Chupa Chups, Lladró, Gallo, Eulen y Gullón". Lluís, el primogénito, ha añadido "para líos, los de los Pujol, nuestros vecinos en el polígono, el otro día llegaron a las manos y tuvieron que intervenir los Mossos". Roser cerró el asunto diciendo: "A nosotros estas cosas no nos pasarán, el negocio funciona divinamente, y vosotros tres os lleváis de mil amores. Siempre hemos encontrado la forma de superar las dificultades que se nos han ido presentando". Sus hijos asintieron con convencimiento.

 

Esta breve historia nos presenta al sexto de los pecados capitales de la familia empresaria: el demonio de la soberbia. El peor pecado en que puede caer la familia empresaria es el de creerse inmunizada contra las tentaciones. Pensar "a nosotros todo esto no nos hará falta". El "ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio".

La soberbia también puede afectar al área de la empresa propiamente dicha, a pensar que los cambios no nos afectarán. Cómo pasó en Kodak, que tenía la tecnología de la fotografía digital, o en Nokia, que tenía la de los smartphones.

La soberbia puede ser una pantalla para esconder al demonio de la cobardía; el miedo a hablar de los temas, o a hacer frente a las consecuencias de las decisiones. Plantear muchos de los retos de la familia empresaria, como por ejemplo, las normas de incorporación de familiares a la empresa, puede ser abrir la caja de Pandora. Puede ser que la familia esté viviendo un equilibrio aparente, que se desestabilizaría. Y no es lo mismo discutir con un forastero que con un familiar, con el que hay vínculos afectivos. Para afrontar los temas de la familia empresaria hace falta valentía, porque pueden haber decisiones desagradables.