Una piruleta para diagnosticar enfermedades con una muestra de saliva de forma sencilla y no invasiva. Este es el gran reto que ha hecho realidad The Smart Lollipop, un proyecto nacido de la casualidad en una competición de innovación, que ha recaudado cientos de miles de euros en rondas de inversión y que verá la luz en los próximos meses. En 2018 se presentó la idea en el Mobile World Congress en Barcelona, y en 2025 volverá con el producto terminado, listo para ser distribuido en hospitales y centros sanitarios.
Un dispositivo que promete revolucionar las muestras analíticas y dejar de lado el uso de agujas. "No quiero que los niños lo pasen mal cuando van al médico", resume Diana Ballart, cofundadora de Happy Innova, la empresa emergente que ha desarrollado The Smart Lollipop y que busca crear herramientas médicas no invasivas e innovadoras, poniendo al paciente en el centro.
Todo empezó en un papel
El origen de todo se remonta a 2017, cuando Diana cursaba un máster en innovación y desarrollo. Junto con otros compañeros, se apuntaron a una competición de ideas donde se planteaba un reto, y cada equipo debía aportar una solución. En su caso, el reto fue cómo diagnosticar enfermedades tropicales en países subdesarrollados. Se les ocurrió una prueba con saliva, ya que sería mucho más fácil de llevar a cabo que toda la infraestructura necesaria para la sangre.
"Pensamos en una forma rápida y sencilla de recoger la saliva y se nos ocurrió un caramelo", recuerda. Solo era una idea, no tenían que desarrollarla. Lo escribieron en un papel y resultaron ganadores entre los 7.000 equipos participantes. El premio era contar con mentorías y apoyo para desarrollar esa idea inicial, y finalmente lo presentaron en el Mobile de 2018: "Solo era una idea, pero fue un boom". Esto confirmó que el proyecto tenía futuro.
Innovación y disrupción
Era una idea innovadora y disruptiva que triunfó, pero que comenzó completamente de casualidad. Si en aquel concurso el reto hubiera sido otro, no habría nacido The Smart Lollipop. Sea como sea, Diana Ballart apostó por sacar adelante ese proyecto, combinándolo con su doctorado. El primer paso, después de una estancia en Silicon Valley, fue encontrar socios, como el médico Roger Garcia y la directora comercial Lorena Toda.
Detrás del proyecto estaba el sentimiento de empatía de Diana, que también aplicaba a otros ámbitos de su vida: "Soy técnica de terapia asistida con perros en mi tiempo libre y la idea era hacer fácil lo difícil, especialmente en pediatría". No quería que los niños pasaran un mal rato cuando les tenían que hacer un análisis: "The Smart Lollipop está muy vinculado a la angustia que me generaba la experiencia de un paciente pediátrico".
La revolución de la saliva
Así se configuró el producto: un dispositivo médico basado en un caramelo inteligente que diagnostica enfermedades a través de una muestra de saliva. El objetivo es sustituir la clásica analítica de sangre siempre que sea posible realizar la prueba con saliva. Una idea y una herramienta totalmente revolucionarias. "De esta forma, transformamos la experiencia del paciente, permitiendo realizar pruebas diagnósticas más pronto o con mayor frecuencia, especialmente en pacientes pediátricos o en aquellos para los que sea preferible evitar las agujas", resume Ballart.
Seis años de trabajo y financiación
Comenzó entonces un largo camino de investigación que ha durado seis años. Pero la financiación era clave. Empezaron ganando premios de innovación, lo que les reportó 50.000 euros en los primeros dos años. Después llegaron subvenciones públicas, como la prestigiosa ayuda europea Marie Curie. En 2022 empezaron a buscar capital privado y desde entonces han recaudado cientos de miles de euros en rondas de inversión. La última, este mismo verano: querían conseguir 250.000 euros y en solo tres semanas llegaron a 420.000 euros.
"Es tecnología médica innovadora, y saben que el proceso es largo y complicado, pero confían en el impacto que tendrá cuando llegue al mercado", explica la cofundadora. Aunque la idea parece sencilla, hay mucha tecnología involucrada: diseño industrial, composición de foodtech del caramelo, química para los biosensores, electrónica para el lector óptico de los resultados...
Diana Ballart: "La piruleta se conoce en todo el mundo"
La unión de toda esta alta tecnología derivó en una piruleta, un producto muy "emocional". "La piruleta se conoce en todo el mundo, todos saben cómo se usa, desde aquí hasta el centro de Tanzania, donde hicimos una prueba", explica Ballart. Esta simbiosis perfecta prevé tener un impacto muy positivo con un elemento tan sencillo como una piruleta. Ese impacto positivo es lo que les ha impulsado durante todo el camino, uno que empezó desde cero y en el que se han ido sumando inversores públicos y privados, y centros hospitalarios de referencia.
"Me gusta emprender y crear empresas. Tiene que gustarte, porque emprender un proyecto médico desde cero es muy complicado", destaca.
Las piruletas inteligentes
La empresa ha trabajado en dos dispositivos: el TSL One y el TSL Core. El primero recoge una muestra que se analizará en el laboratorio y se distribuirá a partir de 2025 en hospitales y centros sanitarios. El segundo, aún en desarrollo, incorpora un lector de resultados y también se podrá adquirir en farmacias para uso personal.
En todo el proceso han colaborado con el Hospital Universitari Josep Trueta o el Hospital Sant Joan de Déu, entre otros. También han cerrado un acuerdo con Sanitas para hacer pruebas piloto. Una vez salga al mercado, la ambición es máxima. Comenzando por España, consideran que el salto a Estados Unidos es el más lógico: "Por la tecnología, por la sanidad privada y por la prevención de enfermedades que hay allí".
Diana Ballart: "Cuando la gente piense en hacer un test de saliva, pensará en una piruleta"
Siete años después de su primera aparición revolucionaria en el Mobile, en 2025 volverán con el producto terminado. En cinco años, esperan ser los referentes absolutos en el método de recolección de saliva para pruebas: "Cuando la gente piense en hacer un test de saliva, pensará en una piruleta. Del mismo modo que cuando piensas en extraer sangre, piensas en una aguja". Es un sueño, pero por ahora el camino ha sido exitoso sin siquiera salir al mercado, con más de un millón de euros recaudados y la confianza de inversores de todo el mundo. Una historia de éxito que aún no ha pasado del prólogo.