El comercio también enamora. Si coges el coche y recorres el territorio catalán, encontrarás negocios únicos que pueden robarte el corazón. Porque hablar de tiendas supone hablar de personalidades diversas, como si fueran personas. Y lo sabe de primera mano el economista de J3B3 EconomicsJordi Bacaria, una voz con suficiente experiencia para coger un mapa de Cataluña y señalar con el dedo los establecimientos catalanes que más entidad propia desprenden, algunos de los cuales ha presentado en el marco de la Semana del Comercio 2018.
Son empresas diferentes con productos que no tienen nada a ver, pero con un elemento común: "Humanizamos la compra, aseguran una mínima calidad, hacen que el cliente lo pase bien y ofrecemos, en definitiva, una experiencia única y un asesoramiento con valor añadido".
El Loro, el futuro en una tienda
En Tarragona se encuentra la tienda El Loro, un espacio donde avanzarse un poco en el tiempo para encontrar los productos que acabarán convirtiéndose en moda. Hay libros, juguetes, prendas de ropa, elementos de decoración... Todo el que uno pueda imaginar, pero que cumplan una premisa: ser originales.
Bustos: "La gente cuando viene ya sabe que el que compra es bueno y que más adelante se verá porque todo el mundo lo buscará"
Su creador es en Melcior Bustos, un diseñador que ha cuidado hasta el más minucioso detalle para hacer que la compra sea una experiencia especial. "Nuestro punto fuerte es conseguir objetos o piezas un año antes de que se masifiquen al mercado y se pongan de moda", apunta. Pero su tarea no es crear tendencia, sino hacer entender al consumidor que su producto es bueno: "La gente cuando viene ya sabe que el que compra es bueno, que hará un regalo que gustará, y que más adelante se verá porque todo el mundo lo buscará".
Todo ello lo convierte en un comercio mágico y dónde queda claro que la intuición de Bustos -que procura ser observador y estar al quite de todo- es uno de los factores del éxito. Cómo también su gestión, porque la dificultad de este establecimiento rae desde encontrar productos que puedan pasar su exigente filtro hasta cuidar una larga lista de proveedores. "Cada producto es una referencia y también un proveedor. Es una problemática que nos hace muy diferentes del resto de comercios", comenta.
Para acabar de redondear las peculiaridades, la tienda se encuentra junto al mercado central de Tarragona, un motor de actividad del comercio de barrio.
Sanmartí 1850, el arte de cortar la mejor carne
"Nosotros nos centramos básicamente a traer los mejores productos cueste el que cueste". Así define Àlex Castaño el día a día de su empresa familiar, la cual con él ya registra la sexta generación tratando, cortando y sirviendo productos de carnicería a los clientes del mercado municipal Central de Sabadell.
Sirven desde los clásicos cortes de lomo o pollo hasta wagyu japonés, con una propuesta que contenta tanto el vecino de toda la vida como los que se atreven con las nuevas tendencias. "Pero siempre sabiendo que es la mejor carne de cada región del mundo", insiste sobre cómo es de importando la calidad para ellos. Por eso, afirma que su premisa es que si una persona decide comer una menos de carne, cuando lo haga, "la coma muy buena y disfrute, pero sin dejarse mucho dinero porque no somos prohibitivos".
Castaño: "Cortar la carne es un arte y lo demuestramos. Hagamos que el cliente tenga curiosidad"
No todo es encontrar la mejor materia primera y encontrar una buena relación con el precio, la puesta en escena tambiéninterviene. "Vigilamos la luz, el mostrador, la exposición de productos... cortar la carne es un arte y lo demuestramos. Hagamos que el cliente tenga curiosidad", apunta, y explica de manera anecdótica que incluso han pedido hacerse fotos con él mientras cortaba carne o le han hecho vídeos para las redes sociales mientras hacía su trabajo. "Genera una viralitat que no prevés y que te ayuda a captar más clientes", resume.
El negocio hasta hace poco contaba con tres personas – Castaño, su madre y su abuela- en una tienda de escasos metros cuadrados, mientras que ahora ya son un equipo de 19 personas en tres establecimientos.
Tasmania, la joya de la artesanía
Cuando en Jordi Sànchez se dio cuenta que en Granollers se estaba perdiendo la figura del artesano y los talleres, decidió ir contr acorrent y abrir Tasmania.
Se trata de un establecimiento de joyas hechas a mano situada en el bajo de una casa antigua de piedra, donde también seencuentran los trabajadores, las herramientas, las mesas de trabajo y todo el material necesario para la elaboración del producto final. "Al entrar tienes claro que entras en un taller, no únicamente en una tienda", matiza. Precisamente por este motivo la compañía tiene la palabra 'pedagogía' por bandera, porque quiere que la misma pasión que él siendo cada día haciendo su trabajo se encomiende y ayude al comprador a descubrir qué hay detrás del procedimiento de creación de una joya.
Además, elabora piezas por encargo. Para Sànchez es un trabajo especial, un proceso "especial porque hace que acabes teniendo una relación humana e intensa con el cliente", añade, el que ha permitido que al final de cada proceso de compra se lleve un cliente y también un amigo.
Montaña de libros, embajadores culturales
Montaña, viajes y natura, estos son los tres pilares que fundamentan esta librería de Vic. Vienen guías, manuales, narrativa... de todo, pero especializado, a pesar de que saben que operan en un mundo tan específico que es habitual tener clientes que tienen más conocimientos que los mismos vendedores. Pero nada de esto asusta en Xavier Cortacans, al frente del comercio, quien sabe que a pesar de encontrarse con expertos en la materia, es él quien más los puede ayudar a orientarse entre el stock de los productos.
Hace 14 años que la librería abrió. Lo hizo con un espacio de 20 metros cuadrados que año tras año se ha ido ampliando hasta crear una sala, denominada Espacio Canigó, que ha convertido el comercio en un embajador de la cultura. "Alláhacemos presentaciones, charlas, maridajes, comidas, exposiciones... cualquier cosa que nos ayude a convertirnos en un agente cultural en la ciudad", explica. Y es que sabe que la natura es una afición, pero que es también un elemento transversal que puede reunir personas de todo tipo para sacar de ellas el mejor y fomentar las relaciones, el conocimiento y, en definitiva, la cultura.
El lavadero, jabones con conciencia
Una tienda de productos a granel que busque ubicar un nuevo espacio tiene que estar en Gràcia, el barrio por excelencia de Barcelona de este tipo de comercios. Esta es la conclusión a la qué llegó en Marc Covelo después de un viaje en Italia donde descubrió que la venta de jabones a pes era una práctica habitual. Así, el 2014 dio el paso y abrió la tienda que regenta con su madre, quién emprendió por necesidad arran la crisis.
Venden hielos, champús, cremas hidratants, cosmética, detergentes... una larga lista de productos, pero siempre hechos con productos naturales o de proximidad y sin envases. "Cuando lo conocí pensé que era una buena manera de ayudar la gente a consumir de una manera diferente, tanto por el plástico como por el producto", afirma.
Covelo: "Nos basamos en la confianza con el proveedor y creemos que si un producto tiene unas ciertas bases, ya es bueno"
Su disparo añadido es que no ponen límites. Es decir, no aceptan sólo productos ecológicos, sino que verifican que los ingredientes son naturales pero sin necesidad de tener ningún sello que otorgue la etiqueta de orgánico. "Hay cosas hechas junto a Barcelona que son muy buenas pero no están certificadas. Nosotros nos basamos en la confianza con el proveedor y creemos que si un producto tiene unas ciertas bases, ya es bueno.confiamos igual que el cliente confía en nosotros", defiende Covelo, que añade que también reciben encargos para hacer productos personalizados.
Con esta filosofía El Lavadero ha podido sumar una clientela tan fidelitzada que, cuando los últimos días han avisado que cambiaban de local para ir a uno de más grande, se asustaban: "Nos preguntaban qué harían ahora sin nosotros, que somos su lugar. Por suerte, nos quedamos en Gràcia, es el lugar donde tenemos que estar".
Zeppelin, vender diversión
Esta tienda de juguetes gerundense abrió el 1984 ante la necesidad de los propietarios de encontrar juguetes para sus hijos. "Buscaba juegos hechos de materiales diferentes, que tuvieran trasfondos y no fueran los clásicos que encontraba en todas partes", relataMaria Llapart, "mi propuesta fue un comercio innovador que hasta entonces donde existía: Zeppelin".
De la primera tienda hasta hoy han pasado por un cambio de local y dos ampliaciones. Todo responde a la estrategia de sacar rédito del concepto de jugar y ofrecer espacios precisamente destinados a esto, a jugar con los productos que tienen en venta. "El juguete es un producto muy emocional e intentamos que el cliente lo viva en el máximo para recibir un feedback directo", explica. Un sistema que implica el cliente con el negocio y que valida que cada una de las 10.000 referencias que tienen, y que han pasado su primer filtro, son de verdad el que puede buscar un padre por su hijo.
Llopart: "El juguete es un producto muy emocional e intentamos que el cliente lo viva en el máximo para recibir un 'feedback' directo"
Porque a pesar de los cambios, mantienen el alma que dio su madre al negocio cuando lo creó. Los productos que venden tienen que tener un valor añadido y pasar una criba importante. "Tocamos en profundidad cada propuesta e intentamos vivirla", dice Jordi Llapart, quien entiende el comercio y el juguete como "un ser vivo que nace, crece, se expande y se reproduce hasta que muere. Y como tal, se tiene que vivir", concluye.