La revista Time abría la edición de diciembre de 2001 con un reportaje titulado Reinventando la rueda. El periodista John Heilemann explicaba su experiencia pilotando un Ginger, "el producto de alta tecnología con más hype desde la aparición del Macintosh". Aquella plataforma sobre dos ruedas era capaz de moverse siguiendo el cuerpo del piloto, frenar sin echar de ningún sistema y mantener el equilibrio del usuario de manera casi irreal. Aquel Ginger era el prototipo del que hoy conocemos como Segway y tenía que cambiar la movilidad urbana, consiguiendo que los ciudadanos dejaran los coches en casa y optaran por una alternativa más ligera y sostenible.
La realidad, pero, ha sido muy diferente. Si bien es cierto que ya no sorprende ver alguien sobre un Segway, no es ni mucho menos una opción popular atendido el elevado coste del aparato, que no baja de los 8.000 euros. Aún así, este vehículo ha encontrado otros campos donde vivir y donde hacer negocio. Una de las personas que ha contribuido a su reenfocament estratégico es Francesc Llorens, director general de Segway España y Segway Tour Official, que se hizo con la licencia oficial del producto luego que la marca abrió oficina en Europa, en 2004.
"El cliente particular, hoy en día, no representa más que el 3% del volumen de negocio, por el que ha sido el mismo mercado quién nos ha determinado en qué áreas puede encajar el Segway: servicios públicos como la policía municipal, movilidad industrial y, sobre todo, la explotación turística", señala Llorens, que considera que el gran punto fuerte del vehículo es la experiencia nueva por el turista.
"Hay mucha oferta para visitar ciudades en bicicleta o sidecar, por ejemplo, pero son transportes que ya conocemos. En el caso del Segway, el usuario muchas veces valora más la experiencia de conducir un elemento de tecnología avanzada y giroscópica que no la ruta".
La implantación del Segway como alternativa turística se ha ido expandiendo desde que París y Roma abrieran el fuego en 2004. "El primer tour en España estuvo en Barcelona el 2005 y ahora tenemos a casi todas las capitales de provincia", explica Llorens, que remarca el éxito, pero niega la masificación de estos tours. "En Barcelona ahora hay 10 operadores, pero es producto de la apertura que se ha producido al mercado desde que cuatro años atrás Segway perdiera el monopolio mundial del producto. Desde entonces han surgido muchas copias más baratas, pero también menos profesionales y seguras", reivindica el director de Segway Tour Official.
Barcelona, la ciudad perfecta
Todo y su presencia a todo tipo de ciudades, la realidad es que el Segway tiene dificultades para implantarse en zonas con clima cambiante, como el norte de España, mientras que tiene una aceptación incuestionable a grandes destinos turísticos y con ciudades del litoral.
Y Barcelona cumple con las dos condiciones. De hecho, el reciente estudio Diagnóstico del ecosistema de esos comerciales de Barcelona Abierta, elaborado por Esos Economy Observatory, apunta que el tipo de negocio que más crece en la ciudad es el de alquiler de segways y bicicletas. "A los inicios, de hecho, sólo teníamos licencia para hacer tours por el Paseo Marítimo y con los años hemos ido ampliando en zonas como Montjuic o el casco antiguo", destaca Llorens.
Entre el perfil de usuario más habitual encontramos tanto grupos de amigos como familias y empresas, que ven en las rutas en Segway una buena alternativa por sus acciones de teambuilding .
Aceptación vecinal
La aparición de nuevos touroperadors con rutas sobre Segway es la mejor muestra que el negocio funciona, y lo hace sin el rechazo de los locales, según Llorens. La masificación de Barcelona por su atractivo turístico es objeto de debate y protestas constantes, pero Llorens asegura que esta oleada de rechazo no está afectando los tours en Segway. "Son vehículos que ocupan el mismo espacio que una persona, no generan ruidos ni emisiones y las rutas siempre están limitadas en ciertos espacios".
La clave para entender esta convivencia entre Segways turísticos y locales es la negociación de dos años entre el Ayuntamiento de Barcelona, los touroperadors y los mismos vecinos para establecer rutas y las zonas delimitadas por la circulación de los vehículos. Aún así, el Ayuntamiento ya ha prohibido provisionalmente que los segways circulen en verano por el frente marítimo mientras prepara una regulación para este tipo de vehículos.
Llorens no ve peligro en que las protestas contra el turismo acaben afectando también a los tours en Segway, pero sí que marca un techo al crecimiento del negocio. "Ya existen una decena de operadores a la ciudad y es probable que el Ayuntamiento publique una ordenanza donde establezca un límite de licencias. Hasta entonces, seguiremos vendiendo Segways", apunta.