¿Qué se espera del hombre en el mundo laboral? ¿Y de la mujer? En la teoría las respuestas tendrían que ser las mismas en términos de actitudes, conocimientos y disponibilidad, pero al bajar a la práctica, los datos dicen otra cosa. Si en el mundo el 27% de los altos cargos son mujeres, podríamos deducir que el liderazgo es una cualidad mayoritariamente masculina. O si sólo el 5% de las reducciones de jornada en el Estado español son cogidas por hombres, podríamos concluir que las mujeres tienen un vínculo más fuerte con el ciudado de los hijos o, en términos laborales, que la disponibilidad de ellos es mayor que la de ellas. La masculinidad hace referencia al rol que se espera del hombre y, en el camino hacia la igualdad, ellos tienen mucho que hacer y trabajar para encontrar modelos de masculinidad sanos, diversos e igualitarios, también en el mundo laboral.
"¿Te has preguntado nunca qué tipo de padre serás?" Lo pregunta el Ayuntamiento de Barcelona en uno de los dípticos en los que promociona el proyecto Canviem-ho (Cambiémoslo), un programa de sensibilización impulsado por el Servicio de Atención a los Hombres que tiene el objetivo de "promover el compromiso personal y social de los hombres en la construcción de una sociedad más justa y equitativa para todo el mundo". Desde el ámbito privado también existen otras iniciativas que buscan, a través de la formación, talleres y varias actividades, trabajar exclusivamente con hombres el concepto de la masculinidad. Lo hacen desde diferentes puntos de partida -la perspectiva de género, las relaciones afectivas y sexuales, la paternidad y las violencias machistas, entre otros-.
Laporta: "A los hombres se nos carga con un mandato de género en el que parece que tenemos que tener unas actitudes concretas y hacer unas tareas específicas"
El ámbito laboral también es una esfera: "en el modelo de masculinidad hegemónico, en el trabajo se espera que el hombre lidere, que asuma tareas que son visibles, que tenga las cosas claras, que establezca una jerarquía, que no muestre emociones, que no empatice y que sea un estratega", explica Cesc Laporta, educador que fundó, junto con el terapeuta Dani Rius, El Taller, una entidad con perspectiva de género y una doble mirada: feminista y terapéutica. Desde El Taller imparten sesiones y ciclos anuales especializados en nuevas masculinidades. "A los hombres se nos carga con un mandato de género en el que parece que tenemos que tener unas actitudes concretas y hacer unas tareas específicas", afirma Laporta. Y esto es justamente lo que quieren romper. Deconstruir esta estructura conceptual arraigada en la sociedad.
Tan sencillo como saludar
A veces son cargas y otras veces son privilegios. En ambos casos son un reflejo de situaciones de desigualdad de género que generan incomodidades y malestar. "Es muy habitual que entre un cliente a nuestro despacho y que nos salude de manera diferente a mis socias o a mí", explica Dani Bautista, socio de Oink my God, agencia de marketing digital liderada por él y por Laura Bahí e Irene García, socias fundadoras de la empresa "y caras visibles del proyecto", remarca. Bautista forma parte de uno de los grupos de hombres de El Taller.
La situación que relata Bautista no resulta extraña: hemos visto un ejemplo reciente en la esfera política internacional con el ministro de Exteriores de Uganda pasando de largo de la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, para saludar directamente a los hombres. Fue después, con la insistencia del presidente francés Emmanuel Macron, que se dirigió a Leyen.
Laporta: "En los institutos nos encontramos lo que confirman los datos: hay un repunte del neomachismo"
El saludo, de hecho, es una de las dinámicas habituales que se trabajan en las sesiones de El Taller, pero desde una perspectiva diferente. El objetivo de esta dinámica de grupo es, según Laporta, "pasarlo por el cuerpo". Ir más allá del debate y vivenciar las situaciones a través de juegos y teatralizaciones, en este caso, a través del saludo. La dinámica consiste en "empezar a deambular por la sala generando diferentes tipos de saludos entre las personas que formamos parte del grupo", explica Bautista. El primer saludo es únicamente visual, como de personas que no se conocen o tienen muy poco trato. "Después pasamos a un saludo mucho más formal, como sería el de hombres empresarios, y después ya pasamos a abrazarnos". Este último saludo implica contacto físico, "hecho que para muchos hombres resulta una barrera y, todavía más, si no hay un conocimiento previo". Con el paso de las sesiones, los abrazos han evolucionado y "las palmadas en la espalda se han ido reduciendo", bromea Bautista.
Grupo de hombres sentados en una sesión de El Taller | Cedida
Del instituto a la elitización del discurso
La entidad El Taller, fundada hace cinco años, organiza grupos de hombres autogestionados, ciclos de masculinidades temáticos, gestión de agresiones machistas y talleres en institutos. Las masculinidades están arraigadas ya en las etapas escolares. "En los institutos nos encontramos lo que confirman los datos: hay un repunte del neomachismo", relata Laporta, y añade: "grupos de chicos con ideas muy retrógradas". Los procesos históricos no son lineales, siempre que se avanza socialmente hay retrocesos, resistencia. Laporta lo entiende como un "efecto rebote". "Una parte de la sociedad ha cogido conciencia sobre los diferentes modelos de masculinidad, pero la otra, quizás en consecuencia, ha sentido la necesidad de preservar la tradición".
Bautista señala una causa del repunte del neomachismo: "la elitización del discurso"
Bautista señala como una de las causas del repunte del neomachismo a "la elitización del discurso: cuando hay un proceso de deconstrucción tan fuerte, se incorporan nuevas nomenclaturas y conceptos y no todo el mundo ha tenido que leer a los mejores libros de teoría feminista para poder sentir que la igualdad es necesaria. Pero el discurso lo hacemos como si todo el mundo se los hubiera leído", asegura. Por consecuencia: "estamos perdiendo la comunicación directa con estas generaciones que, seguramente, entienden que la mujer y el hombre tienen deben un papel igualitario dentro de la sociedad, pero lo que sienten y escuchan es una agresión hacia su propia identidad".
"¿De qué manera hacemos que este discurso llegue a la gente joven?", cuestiona Bautista. Parece que el mensaje llega, pero no se entiende. Laporta asegura que para ellos es todo un reto "trasladar este discurso y hacerlo llegar a la diversidad de hombres".
Quizás, de hecho, tengan un problema parecido al de las mujeres: faltan voces y figuras visibles que representen este cambio. Parafraseando a Anna Gener, CEO de Savills, es difícil que las niñas, y en este caso los niños, se conviertan en aquello que no pueden ver. Bienvenidos sean los referentes.