En 2019 WeWork era la empresa emergente más prestigiosa de Estados Unidos. Su idea de alquilar oficinas compartidas, bautizada como coworking, transformó al sector y disparó su valoración hasta los 47.000 millones de dólares. Este lunes, la compañía fundada en 2010 por Adam Neumann y Miguel McKelvey se ha declarado en bancarrota y ha solicitado la protección de las autoridades tras admitir que no es viable. Con un volumen de deudas que oscila entre 10.000 y 50.000 millones, alrededor de un 92% de sus prestamistas acordó ayer una reestructuración para renegociar los costosos contratos de alquiler. Hace unos días, en VIA Empresa anunciamos que la multinacional está negociando su salida con propietarios de oficinas de Barcelona donde tiene centros de coworking. En el edificio de avda. Diagonal, propiedad de Emesa, la negociación está prácticamente cerrada.
En un comunicado, WeWork explicó que también se declarará en quiebra en Canadá, pero que este procedimiento no afectará a los locales que tiene fuera de estos dos países. Sin embargo, The New York Times señaló que la quiebra podría ser devastadora para los propietarios de edificios que ya aceptaron reducir el dinero que le cobran en la startup por mantenerla en la superficie. A finales de junio, WeWork disponía de 777 oficinas en todo el mundo, también en distintas ciudades de España.
WeWork protagonizó uno de los ascensos empresarials más meteóricos de la historia a los Estados Unidos, pero su hundimiento también ha sido espectacular. En gran parte, su éxito se fundamentó en la personalidad carismática y ambiciosa de Adam Neumann, que convenció inversores, empleados y medios de comunicación que su compañía cambiaría el mundo. El 2019, una ronda liderada por SoftBank disparó su valor hasta 47.000 millones de dólares.
WeWork tiene un volumen de deudas que oscila entre 10.000 y 50.000 millones
Sin embargo, bajo esa capa reluciente no había oro. La empresa perdía mucho dinero, sus previsiones eran exageradas y su estrategia estaba a merced de los caprichos mesiánicos de Neumann y su familia. En septiembre de ese año los accionistas forzaron la dimisión como consejero delegado al destaparse su "comportamiento excéntrico", el "consumo de drogas" y la apropiación de fondos.