Raso y corto, si el actual estilo de gestión que se está aplicando en el FC Barcelona se prolonga mucho más en el tiempo, el sistema de propiedad intrínseco del club estará en riesgo de perderse por la posibilidad real de que la entidad tenga que convertirse en sociedad anónima. Es un cambio que, en caso de producirse, va mucho más allá de una modificación administrativa, porque en realidad supondría una alteración muy sustancial de la naturaleza de la entidad; tan sustancial, que podríamos decir que el club que hemos conocido durante más de 120 años de historia dejaría de existir para siempre jamás. Sería otra cosa con otros propietarios. El factor determinante para que esto pueda pasar es la profundización en la mala salud financiera de la entidad.
"Si el actual estilo de gestión del FC Barcelona se prolonga mucho más, el sistema de propiedad intrínseco del club estará en riesgo de perderse por la posibilidad real de convertirse en sociedad anónima"
El declive que muestra el club en el ámbito deportivo desde la entrada a la administración del tándem Rosell-Bartomeu, especialmente acelerado desde que este último asumió la presidencia, va en paralelo a un deterioro de las cuentas del club, una combinación realmente peligrosa. Un equipo directivo que llegó al mando el 2010 y lo ratificó el 2015 bajo la aureola de grandes gestores económicos ha acabado demostrando que su supuesto talento era sólo un espejismo creado como herramienta de marketing para asaltar el poder. La cruda realidad ha resultado muy diferente de aquello que muchos esperaban.
Cuando Sandro Rosell llegó a la presidencia, al ser preguntado por tres cosas buenas que hubiera desarrollado la administración Laporta, respondió de manera clara y concisa: el fichaje de Guardiola para el primer equipo, la expulsión de los forofos violentos y la vinculación de la imagen del Barça a la de Unicef. Sólo dos años más tarde, Guardiola dejaba de ser el entrenador del Club y la camiseta había cambiado el logotipo de Unicef por el de una entidad del Golfo Pérsico. Tampoco hizo falta esperar mucho para ver que los colectivos más insanos de los Boixos Nois habían vuelto a hacerse un sitio en el Estadio con la connivencia del Club.
Cómo hemos comentado de inicio, si de una cosa presumía este flamante equipo directivo era de su capacitación financiera, imprescindible para sacar la entidad de una situación económica de ruina, que según ellos era el estado en que estaba el Barça heredado de Laporta. Desgraciadamente, esta supuesta capacidad de gestión no se ha visto confirmada por los hechos, más bien al contrario.
"Según 'La Llotja', el club ha gastado una cantidad ingente de dinero -se habla de un millón de euros- para crear perfiles falsos en las redes sociales desde los cuals, según parece, propagaban todo tipo de insultos y descalificaciones a quienes los gestores del club consideraban enemigos personales"
Resulta imposible llevar a cabo una compilación exhaustiva de todos los errores graves de esta junta en el espacio de un artículo, porque existe material para hacer, casi, una tesis doctoral. Sin ir más lejos, hoy mismo ha visto la luz un escándalo de grandes dimensiones que afecta de pleno a la junta directiva y sus principales ejecutivos: según ha revelado el periodista Adrià Soldevila (La Llotja del Què t'hi Jugues, Ser Catalunya), el club ha gastado una cantidad ingente de dinero -se habla de un millón de euros- para crear perfiles falsos en las redes sociales desde los cuales, según parece, propagaban todo tipo de insultos y descalificaciones a quienes los gestores del club consideraban enemigos personales, entre los que hay expresidentes, exjugadors del Barça, candidatos a la presidencia, políticos independentistas y, incluso, jugadores actuales como Piqué o Messi. Costaría mucho trabajo encontrar un acto de más deslealtad y mala gestión empresarial que este que se ha hecho público hoy, porque implica derrochar recursos del club -y por lo tanto, del socio- para deteriorar el mismo patrimonio de la entidad azulgrana.
Tesis doctoral de errores y contabilidad creativa
Sin duda, los errores más visibles y sujetas a escrutinio público del consejo directivo de cualquier equipo de fútbol son las relacionadas con la política deportiva. Con todo, lo más preocupante de la situación del club azulgrana son las finanzas. Los socios que se mueven entre la ingenuidad y la ignorancia continúan nublados por los récords de facturación de la entidad, que está a punto de superar los 1.000 millones de euros anuales, pero no son capaces de profundizar unos milímetros en las cuentas para intentar entender la verdadera situación del Barça. Ya de entrada, y haciendo caso de la información proporcionada por el mismo club, observamos que desde la temporada 2014/15 hasta la 2018/19 los gastos crecen a ritmo del 14% anual, mientras que los ingresos lo hacen al 13%, circunstancia que provoca que el margen de negocio sea cada vez más estrecho y esté muy cerca de evaporarse, de forma que el club entraría en zona de pérdidas. El beneficio oficial fue de 13 millones de euros el 2018 y de sólo 4,5 el 2019.
Pero la realidad todavía es sensiblemente peor. Los gestores del Barça, cuando publican los números relativos en la facturación y a los beneficios emplean un método que difiere considerablemente del que usan los analistas internacionales que hacen el seguimiento de los clubes de fútbol, como por ejemplo la firma de consultoría Deloitte. La gran diferencia yace en la consideración o no de las ventas de los jugadores como parte del negocio ordinario; parece razonable que los clubes no tengan que depender de vender jugadores para ganar dinero, porque si así fuera, implicaría que su actividad da pérdidas.
"Haciendo los números como se hacen a escala internacional, el Barça habría tenido unas pérdidas de 176 millones de euros en 2018 y de 83 millones de euros en 2019"
Precisamente, este es el caso de Barça, que se ha creado la obligación -talmente como si fuera una adicción- de colocar en el mercado jugadores a final de temporada -independientemente de las consideraciones deportivas- para evitar reconocer que el club ha entrado en pérdidas. Haciendo los números como se hacen a escala internacional, el Barça habría tenido unas pérdidas de 176 millones de euros en 2018 y de 83 millones de euros en 2019. Una serie de ajustamientos contables donde la parte más relevante son los traspasos de futbolistas (208 y 101 millones, respectivamente) permitieron invertir los guarismos y cerrar el ejercicio con los beneficios antes indicados. Una operación de este tipo fue la realizada con el portero Jasper Cillessen, donde los gestores de la entidad dieron un paso más allá en el mundo de la contabilidad creativa, imputándole un precio ficticio porque, en realidad, se trató de un canje de futbolistas.
El otro aspecto que tendría que poner los pelos de punta a los seguidores barcelonistas es el apartado de la deuda, que en las últimas temporadas se ha incrementado con un vigor inusitado. La cifra oficial que da el club es la del concepto "deuda limpia", que ni mucho menos recoge todas las deudas que tiene la entidad, de forma que si según la propaganda oficial esta magnitud se sitúa en 217 millones de euros, en realidad las obligaciones del club a corto y largo plazo están, según el balance oficial, alrededor de los 1.000 millones.
"El número de trabajadores del club, crece sin control: de 1.000 trabajadores en 2017 a 1.500 trabajadores en 2019. De estos, quince pertenecen al comité de dirección y se embolsan anualmente 4 millones de euros en salarios"
Otro parámetro con una evolución difícilmente explicable es el número de trabajadores del club, que crece sin control. El Barça no es una fábrica donde los ingresos dependen directamente de la cantidad de personas que hay traginant maquinaria para elaborar algún tipo de producto, y por eso no se entiende que en sólo dos temporadas (de 2017 a 2019) la plantilla haya pasado de 1.000 a 1.500 trabajadores. De estos, una quincena pertenecen al comité de dirección y se embolsan anualmente 4 millones de euros en salarios. Más allá de comparar estas magnitudes cuantitativas de personal, ejecutivos y salarios con empresas de unas dimensiones similares -donde el Barça no saldría muy bien parado- habría que valorar cualitativamente si estas retribuciones son ajustadas al resultado de su trabajo.
El Espai Barça y los fichajes
Ante este escenario preocupante, en el horizonte se divisa un iceberg llamado "Espai Barça", que es la denominación que recibe el proyecto de remodelación de las instalaciones azulgranas. Sin entrar en detalles, sólo hay que recordar que cuando era simplemente un proyecto su coste era de 600 millones de euros y que había una financiación aparentemente asegurada para salir adelante. Ahora, cuando todavía está en las bacerolas, su coste previsto ya se ensarta en los 685 millones, sin que nada haga pensar que de aquí un par de años la cifra no pueda ser todavía más elevada. De hecho, recientemente algún medio ha elevado la cuantía por encima de los 800 millones. El "Espai Barça" ha vivido siempre acompañado de irregularidades: se aprobó en referéndum cuando todavía no había proyecto; más tarde se eligió por concurso un despacho de arquitectos que acabó tirando la toalla y siendo sustituido por otro, esta vez sin concurso. Cómo veíamos, también se han modificado el coste y las condiciones de financiación, pero el club se niega a repetir el referéndum porque prefiere ratificar toda la operación con una simple asamblea de compromisarios. Todos los culés, socios y no socios, tendrían que estar rezando para que este proyecto no se acabe llevando a cabo.
En cuanto al terreno puramente deportivo, si en la plantilla del primer equipo se han hecho fichajes verdaderamente estrambóticos respecto al nivel del jugador o a su misteriosa trayectoria dentro del club (Boateng, Todibo, Yerry Mina, André Gomes, Paco Alcácer, Murillo, Marlon, Malcom y un largo etcétera), las operaciones al frente del planter toman la consideración de delirantes: según revelaba recientemente el periodista Xavi Torres, durante la administración Bartomeu el Barça B ha fichado 46 jugadores, de los cuales ninguno ha servido para el primer equipo. Una tasa de acierto tan monstruosamente baja no puede admitir ningún tipo de argumentación que la justifique. Un desbarajuste en toda regla. El derroche de recursos en la compra de jugadores ofrece su capítulo más estelar con el gasto de unos 300 millones de euros en sólo dos futbolistas que, en resumidas cuentas, no han servido para el equipo y que se han constituido en un despropósito monumental que, por sí solo, ya tendría que haber supuesto la aplicación de alguna medida por mala gestión. Pero es que el precio pagado por el tándem Dembélé- Coutinho hay que incrementarlo con los salarios estratosféricos que los dos tienen firmados, a pesar de su ausencia casi permanente en las alineaciones (uno está siempre lisiado y el otro prestado al Bayern de Múnich, que temporalmente abona su nómina). El coste anual por el salario de estos dos jugadores improductivos se ensarta alrededor de los 40 millones de euros anuales.
"El deterioro del FC Barcelona se ha esparcido en todo sus órganos vitales: la imagen internacional, de ser el club de la Unicef, al catarí y el sancionado por la FIFA por mala gestión de menores; el estilo de juego se ha evaporado del todo; los títulos internacionales han dejado de brotar; el plantel ha sido desguazado; y las secciones ya no son líderes en Europa"
En el periodo 2012-2019 -ocho temporadas- sólo se ha llegado una vez a la final de la Copa de Europa, un hecho incomprensible teniendo en cuenta que durante todo este tiempo se ha dispuesto del mejor jugador del mundo, acompañado de estrellas pagadas a precio de oro. El balance europeo de este periodo se completa con cuatro eliminaciones en cuartos de final y tres en semifinales, unas prestaciones realmente pobres. Estos malos resultados reiterados contrastan con el dinero que el club se gasta en salarios, porque por ejemplo la temporada 2017/18 con sus 500 millones de euros anuales superaba con creces toda la élite del fútbol mundial (Manchester United, Real Madrid, PSG, Juventus, FC Bayern, Liverpool o City), que se movía entre los 300 y los 375 millones.
El caso de las secciones merecería un estudio en detalle, pero quedémonos simbólicamente con el papel decadente que ejerce el equipo de baloncesto en las competiciones europeas, que el 2010 fue campeón de Europa y que el 2018 consiguió el resultado histórico de acabar en decimotercera posición de dieciséis participantes.
En resumen, queda claro que el deterioro del FC Barcelona se ha esparcido en todo sus órganos vitales: la imagen internacional, porque pasó de ser el club de Unicef, a ser durante unos años el catarí y el sancionado por la FIFA por mala gestión de menores; el estilo de juego, que enamoraba más de medio mundo, se ha evaporado del todo; los títulos internacionales han dejado de brotar; el plantel ha sido desguazado; y, finalmente, las secciones ya no son líderes en Europa. Quizás donde este declive queda recogido de mejor manera es en la visión que medios de alcance mundial y gran prestigio tienen del Barça. Si en 2011 el semanario Newsweek afirmaba que la entidad catalana era el mejor equipo de la historia, en 2014 la cadena CNN se preguntaba si el Barça ya era "menos que un club".
"Si en 2011 el semanario Newsweek afirmaba que la entidad catalana era el mejor equipo de la historia, en 2014 la cadena CNN se preguntaba si el Barça ya era "menos que un club""
Una diferencia relevante con la crisis de 2003, aquella provocada por la gestión atroz de Joan Gaspart, es que quince años más tarde los medios, en vez de explicar de pe a pa la situación comatosa del club, callan y bajan la cabeza mirando de no molestar nadie. Ya sea por intereses propios, por debilidad estructural o por simple incompetencia, la inmensa mayoría de los periodistas de medios catalanes son cómplices del deterioro hasta el extremo de la entidad catalana más conocida en el mundo entero. En otras palabras, en cuanto a la libertad de prensa, parece que este país va hacia atrás. Y volviendo al punto inicial de este artículo, una incapacidad para hacer frente a las deudas asumidas podría enmendarse sólo con una inyección de capital externo, lo que obligaría al Barça a convertirse en sociedad anónima. Esperemos estar a tiempo de evitarlo.