Llamada inesperada del jefe de estudios de Comunicación Audiovisual de la UPF para ver cómo estamos. Estamos a mitad de un trimestre que empezaba antes de Pascua en confinamiento y es un buen momento para hacer balance provisional. Lejos queda aquella inesperada llamada de gestión académica donde se nos comunicaba que el trimestre empezaba con toda la normalidad de la qué fuéramos capaces. Lo escribí en este diario un lejano 1 de abril.
Aquel día la empresa a mí y mis compañeros se nos hacía titánica, pero especialmente a mí que este trimestre imparto un taller de expresión audiovisual donde los alumnos tienen que utilizar herramientas de animación 3D para explicar una historia. En general las curvas de aprendizaje de estos sistemas son muy derechas. Llegar a un mínimo de control instrumental de la herramienta es una tarea de 3 o 4 meses a los que hay que añadir unos cuántos más para producir algo con cara y ojos. A todo esto le tenemos que añadir la dificultad de la enseñanza en remoto, la inexperiencia de alumnos y profesores en entornos virtuales de aprendizaje y la situación de incertidumbre predominante. La tormenta perfecta.
"La tormenta perfecta: la dificultad añadida de la enseñanza en remoto, la inexperiencia de alumnos y profesores en entornos virtuales de aprendizaje y la situación de incertidumbre predominante"
Para acabarlo de adobar la herramienta que la universidad pone a disposición de los alumnos y por la que tiene licencia es el 3D Studio Max de Autodesk, que sólo tiene versión para Windows. La parte buena es que Autodesk ofrece una licencia educativa a coste cero para la comunidad docente, la mala es que el 60% de mis estudiantes que tiene Mac no podía seguir el curso. La universidad ofrece un sistema de virtualización que permite ejecutar cualquier programa en un navegador en un servidor remoto; para entendernos podemos editar una imagen en Photoshop sin tenerla en el ordenador. Funciona bastante bien. Estaba cantado, pero, que esta solución no funcionaría para nuestro software. Murphy nunca decepciona.
Esto era la primera mañana de clases en confinamiento. La decisión era o bien cancelar el curso o cambiar de plataforma. Hacía tiempo que tenía en el punto de mira el Cine 4D, un sistema de diseño 3D y animación competencia del 3D Studio: tiene versión para Windows y Mac, es más moderno y usable, mejor adaptado para la docencia y —oh milagro— también tiene una licencia para estudiantes y docentes. La duda a principio de curso era saber si me activarían las licencias para 80 estudiantes y para dos profesores antes de los 15 días del periodo de prueba.
Resolverlo costó una llamada al distribuidor en España de Maxon, la empresa propietaria del Cine 4D. Hablé con Isabel, una chica de Alemania, confinada en su casa de Madrid, que era la responsable de activar las licencias docentes. En cuestión de horas el problema estaba resuelto. Nunca más no volveré a usar ni por docencia ni por trabajo el 3D Studio Max de Autodesk.
"No sobrevivirán los más fuertes sino los que se adapten antes y que en digital todos aprendemos de todos"
Acababa la conversación con la jefa de estudios hablando del máster en transformación digital docente que habíamos hecho sólo con un mes largo de docencia en remoto, de cómo esto abría nuevas posibilidades y nuevas maneras de aprender; si sacamos los ordenadores, el software y la presencia de la ecuación las posibilidades son infinitas. Al final es sólo una demostración práctica de aquello de la transformación digital que tantos Powerpoint de gurús ha llenado, que era verdad, que no sobrevivirán los más fuertes sino los que se adapten antes y que en digital todos aprendemos de todos. Un máster.