Hace unas semanas, en este mismo espacio, hablamos de las nuevas pulseras de Fitbit. Ahora, hemos podido probar su primer modelo disponible, el Charge.
Haciendo un repaso a sus características, la Fitbit Charge es la evolución de Flex, el producto insignia de la marca hasta el momento. Su principal objetivo es contar las pasas que hacemos cada día y proponernos pequeños retos de superación que nos animen a andar más.
Como principal novedad, la Charge sustituye el indicador de progreso de LEDs por una pequeña pantalla que muestra información detallada tanto de las pasas que traemos hechos, como de distancia recorrida, calorías quemadas y pisos subidos.
Además, por la noche, la pulsera detecta automáticamente cuando vamos a dormir para medir la calidad de nuestro sueño, de forma que no hay que hacerle golpecitos compulsivos como pasaba con la Flex cada vez que queríamos indicarle que era hora de ir a la cama.
Tengo que reconocer que de entrada era bastante reticente al hecho que valiera la pena cambiar de dispositivo sólo por la pantalla. Me equivoqué: después de una semana usándola, he llegado a la conclusión que la pantalla lo cambia todo.
Con el modelo anterior, es cierto que tenías una idea de qué porcentaje de tu reto diario de pasas traías completado, pero nunca acababas de ver claro en qué punto exacto estabas, y esto acababa haciendo perder el interés. Con la Charge, voces exactamente el número de pasas que puertas en todo momento, hecho que hace que, psicológicamente, estés mucho más pendiente de seguir andando.
En cuanto al diseño, el hecho que la pulsera sea algo más ancha, la dota de una proporcionalidad mucho más agradable a la vista que la Flex. De hecho, en color negro –está disponible también en pizarra, moratón y bordeus- es tan elegante que hace una semana que la uso como sustituto del reloj –Sí, también da la hora-
Otra novedad bastante interesante es el hecho que, un golpe la pulsera queda enlazada con el teléfono móvil vía bluetooth, cada vez que alguien nos truque, la Fitbit emitirá una pequeña vibración, de forma que nos aseguraremos de no perder ninguna llamada.
En los días que hace que la traigo, no he sido capaz de encontrarle ningún inconveniente remarcable: la batería dura días, se carga rápidamente con cualquier enchufe USB, se enlaza automáticamente con el teléfono móvil e incluso permite personalizar la estética del reloj.
Su precio -129,95 euros- es algo más caro que el modelo Flex -99,95 euros. La diferencia, pero, paga la pena sin duda.
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