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7 consejos para tener bonos resultados el 2018

Innovar es una oportunidad y también un riesgo, pero con buenos hábitos se puede maximizar el éxito

La estrategia de la innovación incluye todos los trabajadores | Acistock
La estrategia de la innovación incluye todos los trabajadores | Acistock
Redacción VÍA Emprendida
Barcelona
05 de Enero de 2018

Hace años que muchas compañías mantienen una línea conservadora de su modelo de negocio por miedo. Cruzanqu e la innovación puede ser una oportunidad, pero también un riesgo, por lo cual prefieren no arriesgar. Mientras tanto, en su sector seguramente estén emergiendo nuevos modelos de negocio que, más que ganar un porcentaje de cuota de mercado, buscan quedarse con todo.

 

Qué hacer ante esta realidad: innovar o intentar mantener el statu quo? Los expertos en innovación de modelo de negocio de Igeneris lo tienen claro: no hacer nada es lo más arriesgado. Por eso,ofrecen siete cosas que tienen que hacer o tener en cuenta todas las empresas y, en concreto, sus áreas de innovación si quieren resultados reales en 2018.

Visión y visualización: semblantes, pero diferentes

Antes de emprender cualquier cambio, es importante saber por qué se hace, comunicar bien esta nueva visión a toda la organización porque se convierta en un objetivo compartido y, finalmente pero no menos importante, visualizar la foto de llegada.

 

Se trata de hacer ingeniería inversa. Esto no significa que no se pueda ser ambicioso, todo el contrario, pero también realista.

Agenda: no eres nadie sin ella

No se puede estrenar año sin estrenar agenda y, en el caso de las empresas, con más razón. Todo el que se vaya a implementar tiene que estar en los planes de acción del año y previsto en los presupuestos. Es la única forma que esté presente en las agendas de los Comités de dirección.

Foco: céntrate en un reto estratégico

Además de visualizar tu objetivo e incluirlo en tu agenda, es imprescindible circunscribir la innovación a retos estratégicos; en caso contrario, existirá demasiada dispersión y ambigüedad en la hora de generar ideas.

Poner el foco en las áreas donde se divisen las mejores oportunidades o en las áreas donde residan las principales amenazas para la compañía no es incompatible con ser ambiciosos y soñar.

Innovar en producto? Sí, pero también en modelo de negocio

Hay quién sigue confundiendo o metiendo en el mismo saco la innovación de producto y la de negocio, pero conviene distinguirlas bien desde un primer momento. Las dos son necesarias, pero el botín a capturar no es igual de valuós.

Los nuevos productos son necesarios para mantenerte en el campo de juego, pero si lanzas un buen producto, te copiarán enseguida. Un modelo de negocio es más difícil de plagiar, puesto que en él influyen múltiples elementos que, a su vez, pueden tener miles de combinaciones. El cliente puede ser que sólo perciba una nueva propuesta de valor, pero la maquinaria que hay por detrás es difícil de identificar y, por lo tanto, de imitar.

Responsabilidad (también aquí)

Tiene que existir un líder del proyecto y, preferiblemente, que no pertenezca al Comité de dirección (estará muy ocupado), pero con reconocimiento de toda la organización.

Cuántas más personas tengan en su variable algún objetivo relacionado con la innovación, mejores serán los resultados.

Presupuesto: nada es gratuito

No para ser una trivialidad deja de ser importando recordarla. Nada es gratuito. Dotar de medios económicos el plan de acción que se tenga previsto es vital para garantizar la supervivencia del mismo. Lanzar un plan de acción de innovación cutre o sin presupuesto puede ser más que contraproducente.

Expectativas: tener cura con ellas

En la innovación no hay atajos: hay que formar a la gente, fijar retos ambiciosos, pero realistas, explicarlos bien y tener una persona o equipo detrás que monitorice todo el que va saliendo para reaccionar rápidamente al que no está funcionando. En definitiva, se trata de gestionar bien las expectativas en todas las direcciones: al Consejo, al mercado y, sobre todo, dentro de la organización.

Frecuentemente, los programas de innovación que tratan de involucrar a toda la organización fracasan porque esto se hace mal. Se piensa que para poner un software de ideas, pedir participación y conseguirla, ya se ha conseguido todo. Y nada más lejos de la realidad: si un empleado aporta ideas pero estas no se corresponden con el objetivo estratégico de la empresa (porque no se le ha explicado cuál es), sólo se le generará mucha frustración.