Aleix Valls es matemático, ingeniero de caminos y doctorado en mecánica computacional de fluidos. Inició su trayectoria profesional en el campo de la investigación en la Universitat Politécnica de Catalunya (UPC). Fue director general de la Mobile World Capital (2015-2017), después de haber liderado el área de emprendimiento de la fundación y, como tal, haber sido el impulsor del Four Years From Now. Actualmente es CEO y cofundador de la consultora Liquid, desde donde hace de senior advisor para negocios digitales y transformación digital para compañías como Zurich, Colonial, Roca & Junyent, World Economic Forum o Caixabank; y últimamente, a la pyme. Nos recibe en las mismas oficinas de Liquid, que tienen una estética entre laboratorio y fábrica metalúrgica, donde la línea azul de Liquid -en forma de una ola que late- recorre las paredes de los pasillos y sus salas de reuniones. Es el reflejo de su filosofía: vivir permanentemente en un estado líquido.
"Always in liquid state". ¿Bebe de la filosofía de Zygmunt Bauman?
Bebe de dos cosas. Yo hice una tesis doctoral en mecánica computacional de fluidos incompresibles. Dediqué mucho tiempo a entender cómo se comporta un fluido. Y también bebe, efectivamente, de la modernidad líquida de Bauman, que tiene muchos componentes, algunos entendidos en clave de oportunidad y otros en clave de pérdida de una sociedad que entra en cierta posmodernidad y pierde ciertos valores respecto a -por antagonismo- esta sociedad sólida.
Yo me cojo a esta parte positiva. La modernidad líquida obliga y posibilita al individuo a definirse, al emprendimiento, a la creatividad. Porque le exige una continua reinvención, estar fluyendo permanentemente en el ámbito profesional.
Esta liquidez habla de la globalización y de la capacidad de interactuar a escala global entre personas. Aunque, a contra partida, también habla de cómo baja la calidad de las relaciones: son más cortas, más efímeras.
Parece que la tecnología acelera todavía más esta liquidez. Como si fuera el agua de un río en pleno deshielo.
Sí, nos lleva hacia un estado turbulento. E interpretamos la turbulencia como algo malo: el avión da miedo cuando hay turbulencia, los mercados hacen sufrir cuando están turbulenots... La turbulencia connota caos, desorganización... y es verdad. Es la desorganización máxima; la falta de un patrón permanente. Pero cuando lo estudias desde el punto de vista de la mecánica del fluido, es uno de los momentos más creativos: el momento en el que se consume más energía y a la vez se crean estructuras más bellas y bonitas. La bomba atómica cuando provoca aquella seta en el cielo, es espantoso lo que provoca, pero visualmente es precioso. Aquello es pura turbulencia, es pura inestabilidad.
"Interpretamos la turbulencia como algo malo: el avión da miedo cuando hay turbulencia y los mercados hacen sufrir cuando están turbulentos"
Es un planteamiento muy paradójico.
Así es. Recoge dos conceptos dentro de este. El caos, la angustia, la velocidad y el desorden, pero a la vez la capacidad de construir y transformar, de construir cosas absolutamente bellas.
Es la única forma que he encontrado para dar espacio a una mente inquieta que permanentemente exige. Soy muy poco dogmático. El dogma me genera desazón porque de alguna forma es una barrera, es sólido y me obstruye el paso. Hay a quien, en cambio, el dogma le genera paz.
La IA generativa está sacudiendo las entrañas de muchos modelo de negocio. ¿Qué sectores veremos adentrarse en esta turbulencia?
Hay unos que son susceptibles de poderse remodelar muy rápidamente, pero su transformación y velocidad de adopción al mercado se verá frenada por la barrera de la regulación. Como la banca, los seguros, el sector médico y el educativo; sectores que tienen un potencial enorme, en los cuales esta transformación es necesaria.
"El dogma me genera desazón porque de alguna forma es una barrera, es sólido y me obstruye el paso"
Un ejemplo.
La IA generativa podría aportar mucha eficiencia en la entrega del servicio médico y la asistencia sanitaria, sacando trabajo burocrático al médico de cabecera. El diagnóstico la haría él, pero no hará falta que escriba él mismo el informe o la receta.
¿Y sectores menos regulados que se verán sacudidos?
Todos los que se dedican al mundo de los contenidos, la industria del conocimiento y de la consultoría se transformarán radicalmente. Por ejemplo, hasta ahora, en el mundo de la consultoría, cuando nuestro cliente no sabía algo, nos lo preguntaba y nosotros le respondíamos. Pero esta tecnología esto ya lo hace muy bien, y encima, en muy poco tiempo. Y tengamos en cuenta que la IA generativa está ahora en la fase 1, pero cuando esté en la 10, será el mejor profesor que pueda tener tu hijo -con paciencia infinita y entendiendo a la perfección sus patrones de aprendizaje-, o será el mejor ayudante de un directivo: lo ayudará en la toma de decisiones, poniéndole todo sobre la mesa, fácil, sin sesgos.
Y esto pone a Europa, de nuevo, en jaque.
¿En qué sentido?
Con la globalización, Europa y el mundo occidental se quedaron con los white color jobs y, justamente, con la parte de conocimiento y creatividad de las empresas.
Y claro, ya nos imaginábamos que con la IA tendríamos máquinas muy eficientes para mover paquetes dentro de un almacén, que tendríamos grandes cantidades de datos y extraeríamos patrones, que llevaríamos el diagnóstico médico a otro nivel. Y acertamos. Pero lo que no nos esperábamos es que tuviera capacidad creativa: que fuera capaz de programar -que es un hecho creativo- de escribir un poema, de hacer una pieza de música, de escribir un informe trimestral, o de hacer una gráfico.
"No nos imaginábamos que la IA tuviera capacidad creativa, que fuera capaz de programar o de escribir un poema"
Y esta capacidad creativa, sumada a un problema de categorización...
Hace que el gran público le dé capacidades antropomórficas a estas tecnologías, y que surjan una serie de discursos que todavía favorecen más esta especie de histeria colectiva que la hemos visto otras veces cuando ha habido lanzamientos de tecnología. Se habla de red neuronal, de inteligencia artificial, de servicio inteligente, pero la inteligencia es una categoría del mundo biológico. Le estamos otorgando a estas tecnologías atributos humanos.
¿Y por qué lo hacemos?
Porque como animales sociales que somos, tenemos empatía. Y claro, aunque no quieras, cuando charlas 30 minutos con ChatGPT y le haces preguntas más o menos interesantes, lo que haces es generar empatía hacia él, y te piensas que el otro -el ChatGPT- también tiene. Empiezas a pensar que allá dentro hay algo.
"Un algoritmo no tiene ética ni sesgos. Le das tú"
Se han publicado conversaciones de usuarios declarando su amor a ChatGPT después de horas de conversación.
Porque hay quien ha comprado el humanismo tecnológico, pero no existe. El humanismo tecnológico es mentira. Un algoritmo no tiene ni ética, no tiene sesgos. Le das tú.
La inteligencia artificial no nos matará. No destruirá puestos de trabajo. No se cargará el mundo que conocemos. No favorecerá la creación de más brecha de la que ya tenemos. Ahora bien, sí que es verdad que en manos de gente con malas intenciones, puede ser muy peligrosa, como lo es un cuchillo, el fuego o la rueda. Hay armamento autónomo que básicamente son algoritmos de IA utilizados para la guerra. Y esto hace tiempo que se utiliza. Como misiles autónomos, drones, sistemas de reconocimiento...
¿El algoritmo tiene la ética que le ponemos nosotros?
El algoritmo no puede tener ética porque la ética es una propiedad humana. No tiene moral. Un ChatGPT no tiene ninguna calidad humana, por mucho que lo parezca. No tiene empatía. No entiende qué quiere decir "qué bonita es la primavera". No puede dar respuestas moralmente buenas o malas. Es el humano quien contrapone su respuesta contra su esquema de valores.
Los sesgos que puede tener el algoritmo son los que nosotros le hemos puesto. Como cuando buscas en Google o pides a Midjourney la imagen de un CEO, siempre será un hombre. Es un reflejo de nuestros sesgos.
¿Y si limpiamos estos sesgos del algoritmo para construir una sociedad mejor?
Entonces nos topamos con la censura positiva, donde tienes que definir aquello que es bueno y es malo, según una escala de valores. Por ejemplo, podemos forzar a Midjourney a que, cuando le pedimos cuatro imágenes de un CEO nos muestre un hombre, una mujer, una persona transgénero... Seguramente tú y yo estaremos a favor de aquella escala de valores, pero si vamos a Irán, no creo que la compartan. ¿Y si es un político de extrema derecha el que está sentado en la mesa del regulador?
Dicen que Tiktok, por ejemplo, en China muestra un contenido mucho más productivo y enriquecedor que el que nos está mostrando aquí. ¿Es real?
Así es. La tecnología se está transformando en un elemento de geopolítica crucial. Con el 5G ya lo vimos. En esta rivalidad entre el estándar americano y el chino, en el internet social hasta hace poco ganaba el americano. Es decir, las grandes aplicaciones de internet social, lo que llevamos en el móvil, eran americanas. Pero ahora, por primera vez, los chinos han sido capaces de sacar un producto de internet social, que es TikTok, que tiene un alto crecimiento e influencia, especialmente en un público joven, que además es en un rango de edad preocupante porque es cuando se entra en el mundo del internet social.
Y claro, cuando hablas de China, muchas veces no hablas de China, sino del gobierno de la República China. Estamos viendo como, de repente, hay directivos de grandes empresas que cuando dicen algo que no está alineado a los intereses del partido chino, desaparecen durante dos semanas y, cuando reaparecen, pasan a ser presidentes no ejecutivos
Por lo tanto, si yo tengo una tecnología, que en este caso es una plataforma de internet social, que tiene la capacidad de poder trasladar y priorizar ciertos mensajes, puedo aprovecharla para influenciar otros países. Si quiero un país de jóvenes muy preparados con ganas de comerse al mundo, competitivos y productivos, los contenidos que le enseñaré a la población china promoverán que estén orgullosos de China, que trabajen más 40 horas, que no quieran tener fines de semana...
Por lo tanto, ¿el gobierno chino es quien está regulando este algoritmo?
Realmente es una empresa china. El director general no es un político, es un ejecutivo. Pero hemos visto como la capacidad de influencia del gobierno de la República de China es enorme y conocida.
"En Europa nos hemos creído, y nos están haciendo creer, que nuestra virtud es la regulación"
¿Dónde queda Europa en esta carrera tecnológica y geopolítica?
En Europa nos hemos creído, y nos están haciendo creer, que nuestra virtud es la regulación. Pero, si continuamos con este concepto de la regulación, reduciremos los impactos positivos mucho más que frenar el impacto negativo, tendremos una hegemonía y una dominación de esta tecnología por parte de China.
Si no estamos desarrollando esta tecnología, solo regulándola, ¿tenemos algo a hacer para posicionarnos?
Internet hoy se monetiza de cuatro maneras. Construyes audiencias y las vendes, con el internet social y el internet de la búsqueda, marketplaces que alinean oferta y demanda, y el alquiler de servicios o infraestructuras tecnológicas, cómo suscripciones, Saas... Modelo de negocio hay tantos como quieras, modelos económicos solo estos cuatro. Pues con la inteligencia artificial pasará algo parecido, y ahora veremos una primera ola de cómo se monetiza esta IA. Y no sé como será de sólida esta economía que montaremos con esta primera oleada y si viviremos un crash, no tanto tecnológico sino económico; pero aquí las startups tienen unas oportunidades brutales: se tienen que coger a estas plataformas y darlos un caso de uso.
Catalunya tiene la oportunidad de poder subirse a este carro, de poder empezar a sacar soluciones verticales. No podrá desarrollar esta tecnología porque vamos tarde, pero podrá hacer el go to market.