"A finales de los años 90, en el mundo universitario se hablaba de la era de Internet que estaba para llegar y nos preguntábamos si aquello realmente sería por lo tanto. Visto hoy, la respuesta es evidente. El nuevo cambio de paradigma por el entorno profesional y educativo es la inteligencia artificial y nos volvemos a hacer la misma pregunta. Deduzco que, en unos años, la respuesta también será la misma". Con esta anécdota, el presidente de Lead tono Change, Xavier Marcet, resumía durante la Jornada de Innovación Tic en el Sector de la Formación, organizado por el CTecno, dos realidades que afectan el sector la educación: la aceleración de los cambios, gracias a la constante evolución tecnológica, y las dificultades del sector para adaptarse con agilidad.
El experto diagnostica el problema ypropone un tratamiento de choque. Para cambiar una institución hay que cambiar las personas. "En el mundo de la educación, cuando alguienentra no cambia nunca de trabajo, y la paradoja es que estas son las personas que tendrán que formar individuos que tendrán que cambiar constantemente de trabajo", explica Marcet, que concluye que las universidades necesitan ser "organizaciones más fluidas".
Para mostrarlo, el presidente de Lead tono Change da un dato. A finales de los 2020, en los países de la OCDEhabrá más gente trabajando por cuenta propia que por cuenta ajena por primera vez a la historia. "No es una cuestión anecdótica; ilustra un futuro en que los trabajadores, más que definirse por su profesión, lo harán por unas habilidades que los permitirán adaptarse a cambios constantes".
De hecho, aunque Marcet defina la educación como un sector poco ágil, su proceso de transformación también ha empezado. "No hace tanto era impensable poder acceder a cursos de Harvard gratuitamente y desde casa, y conseguir la titulación con un pago de 300 dólares", explica haciendo referencia al fenómeno de los MOOC.
Google, Ernst&Young, Penguin Random House, Appel o Bank of America ni siquiera piden una titulación en sus procesos de selección
Todavía más, hoy en día emprendidas como Google, Ernst&Young, Penguin Random House, Appel o Bank of America ni siquiera piden una titulación en sus procesos de selección. "Quizás se equivocan, pero son empresas influyentes y están acabando con el monopolio que tenían las universidades para validar las personas en un campo profesional", explica, a la vez que prevé que "mantendremos durante muchos años las construcciones físicas universitarias porque necesitamos la constancia y el esfuerzo que supone ir, por la interacción y por el crecimiento personal que fomentan, pero ya no son necesarias para el acceso al conocimiento", concluye.
Así pues, cuál será el nuevo papel de las universidades? "Se calcula que, hoy en día, el volumen de conocimiento disponible se duplica cada año, por el que cada vez se nos hará más difícil saber qué enseñar. Hay que orientar la formación al saber qué tenemos que plantear como contenidos y qué metodologías utilizar; es decir, crear nuevas estructuras del aprendizaje".
El papel transformador de la tecnología
Si la función de las instituciones formativas superiores es preparar sus alumnos para el mundo laboral, no hay debate sobre si tienen que pasar por un proceso de cambio. "En los próximos 10 añoshabrá una democratización de la inteligencia artificial que hará que cada vez tomamos decisiones de una forma más asistida. Esto supondrá una nueva relación entre las personas y las máquinas y necesitaremos formar a la gente porque entiendan este nuevo contexto", prevé Marcet. La parte positiva es que las universidades también podrán apoyarse en estas nuevas tecnologías para ejercer su nueva función. "El desarrollo tecnológico sólo tiene sentido si sirve por empoderar las personas en su trabajo y su vida, y esto se tiene que construir desde los procesos de formación".
Marcet: "Tenemos que formar personas que conozcan un poco de todo, porque el que vendrá no es un mundo con departamento cerrados"
El que es innegable es que la evolución tecnológica obliga a formar personas con habilidades tecnológicas, y el punto de partida no es el mejor. Según los datos del OCD, el 2030 España sólo aportará el 0,7% de los licenciados en ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas (STEM) del mundo, mientras que países como la China o la Indiaproporcionarán el 37% y el 26,7% respectivamente. "Tenemos que formar personas que conozcan un poco de todo, porque el que vendrá no es un mundo con departamento cerrados, sino una industria en que se combinará la inteligencia artificial con la robótica, por ejemplo".
Para adaptarse a los nuevos requisitos del mercado, Marcet aporta una fórmula basada a responder tres preguntas: qué tenemos que enseñar, qué tenemos que aprender y que tenemos que desaprendre. "Tenemos tendencia a aferrarnos al que nos ha ido bien, pero hay que construir nuevos criterios basados a mantener el que todavía hoy nos funciona y al descartar el que ha dejado de ir bien en este nuevo contexto para introducir nuevas metodologías". Un cambio profundo, pero que facilita la adaptación a uno en torno a cambio constante.