La gente mayor está todavía lejos de la inmersión en internet | iStock
La gente mayor está todavía lejos de la inmersión en internet | iStock
València
23 de Marzo de 2020

Alejandro tiene 89 años y María, su esposa, 88. No tienen internet en Ontinyent, donde viven y menos aun un móvil con 3G o videollamada. Su nieto, Joan Carballo, que vive ahora en Alcalá de Henares, buscaba ayer en Twitter ideas para comprarles algún dispositivo y que ellos puedan recibir y usar sin tener que instalar ni configurar nada.

 

Alejandro, el iaio de Joan, dedica sus días a hacer cuadros de barro y los recados que le mandan –ahora muchos menos-, y María se dedica a las tareas del hogar.

“Yo como vivo lejos he pensado mil veces en regalarles un smartphone pero solo de pensar en la de notificaciones y porquerías que les puede salir en la pantalla lo descarto. Y un Echo Show estaría muy bien por su simplicidad pero como no tienen Wi-Fi pues tampoco”, me explica Joan, estudiante de programación. En realidad, me dice Carballo, “ellos no lo necesitan en absoluto, porque con casi 90 años y unas rutinas invariables desde hace más de 20, ni lo necesitan ni lo quieren. En estas situaciones es cuando nosotros deseamos que se conecten pero a ellos darles un smartphone es añadirles un estres innecesario a su vida”.

 

Aun así, Joan ha estado buscando un cachivache por internet, sin éxito. “He buscado en todas partes, estoy seguro de que en Japón debe haber algo porque allí la asistencia a mayores la tienen mucho más desarrollada que aquí, pero no encuentro nada que pueda conseguir en breve. Lo ideal sería un teléfono con 4G y diseño como esos que tiene 4 teclas que llaman directamente a un número concreto, pero con videollamada”.

Es curioso cómo aquellos que prácticamente vivimos dentro de internet, no nos planteamos que pueda haber personas que no tenga acceso. De hecho, las ideas que le dan a Joan en Twitter para sus iaios, son todas contando con que tienen una conexión a internet. Finalmente, parece que coge fuerza la idea de que le pidan acceso al wifi de algún vecino y Joan les pueda mandar un móvil ya configurado para conectarse y poder hacer videollamadas.

El caso de los iaios de Joan es más común de lo que nos pensamos. El viernes se publicaba el ránking de las aplicaciones más descargadas durante la semana del 12 al 18 de marzo –sin incluir videojuegos-. (https://es.statista.com/grafico/21184/descargas-en-google-play-en-espana-del-12-18-de-marzo-de-2020/).

Y si pensabais que todo el mundo tiene wasap, pues además de los abuelos de Joan Carballo, otras 95.254 personas no lo tenían hasta la semana pasada.

Álex y Julia, mis hijos adolescentes, tienen15 y 12 años. Están entre los 121.203 usuarios que se han bajado Houseparty recientemente pero no la usan. Aunque les permite hacer videollamadas con muchas personas a la vez, ambos prefieren la “intimidad” de Instagram o Whatsapp. Está claro que para ellos, los más jóvenes, mantener el contacto diario con sus amigos es una necesidad. Están en ese momento de sus vidas en el que los amigos y las amigas son su apoyo, su vía de escape de sus padres –en muchos casos- y su tribu donde se sienten comprendidos de igual a igual. Y la tecnología está siendo su gran aliada.

Leía ayer que en este confinamiento vamos a pasar por varias fases, una especie de curva emocional COVID-19, donde nos hemos amarrado al humor como mecanismo de defensa principal para sobrellevar los primeros días de incredulidad y negación y ahora vamos hacia momentos más críticos y apagados donde intentar mantener rutinas va a ser crítico para mantenerse mentalmente cuerdos.

A partir de mañana, que los niños y adolescentes retoman la actividad escolar en València después de las No Fallas, las aplicaciones que van a tener que utilizar van a ser bien diferentes. En algunos casos, Google Classroom, la segunda más descargada la pasada semana, y en otros, como el del IES al que van mis hijos, Aules. Repartir el día entre las horas de “clase” y las horas de ocio va a ser un reto para muchos padres y madres.

Yo, particularmente, aun no sé como vamos a gestionar esta vuelta a la normalidad más anormal que nunca.